viernes, 27 de agosto de 2010

28 de Agosto

Cada latido de nuestro corazón marca el ritmo de una poesía hecha por Dios, escuchemos con el alma las poesías presentes en las Escrituras:

Salmo 68

“¡Levántese Dios, sus enemigos se dispersen,
huyan ante su faz los que lo odian!
Cual se disipa el humo, los disipas;
como la cera se derrite al fuego,
mueren los incrédulos ante Dios.
Mas los justos se alegran y exultan
ante la faz de Dios, y saltan de alegría.
Canten a Dios, entonen a su nombre,
abran paso al que cabalga en las nubes,
alégrense en mi Señor, exulten ante su rostro.

Padre de los huérfanos y tutor de las viudas
es Dios en su santo refugio;
Dios da a los desvalidos el hospedaje de una casa,
abre a los cautivos la puerta de la dicha,
mas los rebeldes quedan en un suelo ardiente.
Oh Dios, cuando saliste al frente de tu pueblo,
cuando pasabas el desierto, la tierra retembló,
y hasta los cielos se disolvieron ante la faz de Dios,
ante la faz de Dios, el Dios de Israel.

Tú derramaste, oh Dios, una lluvia de generosidades,
a tu propiedad debilitada, tú la reanimaste;
tu rebaño encontró un hogar, aquella
que en tu bondad, oh Dios, al desdichado preparabas.
El Señor da la palabra:
es el anuncio de un ejército inmenso.
Y mientras los reyes, los ejércitos huyen, huyen,
la bella de la casa reparte el botín.
Mientras ustedes descansan entre los muros del refugio,
las alas de la Paloma se cubren de plata,
y sus plumas de destellos de oro verde;
cuando Sadday dispersa a los reyes,
por ella cae la nieve en el Monte Umbrío.
¡Monte de Dios, el monte de Basán!
¡Monte escarpado, el monte de Basán!
¿Por qué miran celosos, montes escarpados,
al monte que Dios eligió por mansión?
¡Oh sí, mi Señor vivirá allí para siempre!
Los carros de Dios, por millares de multitudes;
el Señor ha venido del Sinaí al santuario.
Tú has subido a la altura, conduciendo cautivos,
has recibido tributo de hombres, hasta los rebeldes
para que mi Señor Dios tuviera un hogar.

¡Bendito sea el Señor día tras día!
El carga con nosotros, Dios de nuestra salvación.” Amén.

Curiosidades

¿Cómo era el protocolo en los banquetes en los tiempos de Jesús?

En algunas partes de Oriente la costumbre de invitaciones dobles a un agasajo se ha observado, algún tiempo antes de verificar la fiesta, se envía una invitación; y luego, cuando se acerca la fecha, se envía un sirviente, esta vez para anunciar que todo está listo. Hay algunos ejemplos de esta costumbre en la Biblia. El rey Asuero y Amán fueron invitados por Esther a una fiesta, y cuando todo estuvo preparado los chambelanes del rey fueron a traer a Amán (Esther 5:8; 6:14). Otro ejemplo tenemos en la parábola del casamiento del hijo del rey: "El reino de los cielos es semejante a un hombre rey, que hizo bodas para su hijo, y envió sus siervos para que llamasen a los llamados a las bodas" (Mat. 22:2, 3) También parábola de la gran cena tiene esta doble invitación: "Un hombre hizo una grande cena, y convidó a muchos. Y a la hora de la cena envió a su siervo a decir a los convidados: Venid, que está todo preparado" (Luc. 14:16, 17).
En ocasiones ordinarias la gente de los tiempos bíblicos se sentaba o se agachaba en el suelo en derredor de una mesa baja a la hora de la comida. En círculos reales o en ceremonias especiales, se proveía de asiento a los comensales algunas veces. El profeta Amós fue el primer escritor sagrado que se refirió a la costumbre de tenderse "sobre sus lechos", al comer (Amós 6:4). Para el tiempo de Cristo, ya la costumbre romana de reclinarse sobre las butacas a la hora de la cena había sido aceptada en algunos círculos judíos. A la mesa romana y los canapés combinados, se les llamó triclinios. Había tres canapés que eran colocados a los lados de un cuadro; el cuarto lado quedaba abierto, para que la servidumbre pudiera entrar a atender a los comensales, posición del huésped era reclinando la parte superior del cuerpo descansando sobre el brazo izquierdo, con la cabeza levantada, y almohadón a la espalda, y la parte inferior del huésped tendiendo hacia afuera. La cabeza del segundo huésped quedaba opuesta pecho del primer huésped, de manera que si él deseaba hablarle secreto sólo tenía que inclinarse sobre su pecho.
Esta costumbre en la mesa del banquete, arroja luz sobre los pasajes de los cuatro Evangelios. En una ocasión el apóstol hizo una pregunta a Jesús cuando estaban en esta posición en cena. (Jn. 13:23-25). En la historia del Rico y Lázaro, cuando dijo: "Que murió el mendigo y fue llevado por los ángeles al de Abraham" (Luc. 16:22), sin duda que quiso implicar que él reclinaba sobre su pecho. Esto es muy claro a luz de la descripción hecha por Cristo de la fiesta celestial: "Y vendrán muchos del oriente y del occidente, y se sentarán con Abraham, e Isaac, y Jacob el reino de los cielos" (Mat. 8:11). También la posición de reclinarse en la mesa indica cómo las mujeres podían venir y lavar durante la comida los pies de Jesús (Luc. 7:38).
Cuando los fariseos eran invitados a un banquete, siempre codiciaban los lugares de más alta distinción en la mesa. Jesús les condenaba por su orgullo. Refiriéndose a ellos dijo: "Que. . . aman primeros asientos en las cenas" (Mat. 23:6). Cuando Jesús fue huésped en la comida del fariseo, dijo a los demás huéspedes una parábola, al notar cómo los fariseos buscaban los mejores lugares mesa. Aquí damos la parábola habiéndola traducido el Sr. Robertson del Evangelio de Lucas (Luc. 14:8.10). "Cuando por alguien fueres invitado a la fiesta de una boda, no te reclines en el puesto de honor, no sea que otro más honrado que tú esté por él convidado; y que el que te llamó a ti y a él, te diga: Da lugar a éste; y entonces comenzarás con vergüenza a tomar y quedarse en el último lugar. Mas cuando fueres convidado, ve, y, reclínate en el postrer lugar, de manera que cuando viniere el que te invitó, te dirá; amigo, sube más arriba. Entonces tendrás honra delante de todos los que fueron convidados contigo".
En muchos hogares de nativos, un cuarto tiene el piso más alto, siendo en este cuarto donde a los invitados de honor se les asignan lugares, y a los menos honrados en el piso de más bajo nivel. El lugar de honor especial sería a la derecha del patrón, y el siguiente que le sigue en categoría será el de su izquierda. Santiago y Juan solicitaron esos lugares en el reino de Cristo (Marc. 10:35-37). Pero Jesús aconseja a los huéspedes tomar el último lugar. ¿Dónde quedaba colocado ese lugar? Era en el piso de nivel bajo y muy cerca de la puerta. El huésped que tomaba ese lugar humilde, podía ser invitado por el dueño de la casa a tomar un mejor lugar y lejos de la Puerta.

Evangelio

Desde el interior de las Escrituras se oyen latidos de vida, ¿qué significan esos sonidos? Escuchemos atentamente el texto bíblico de hoy:

Lucas 14:1-14

Y sucedió que, habiendo ido en sábado a casa de uno de los jefes de los fariseos para comer, ellos le estaban observando. Había allí, delante de él, un hombre hidrópico. Entonces preguntó Jesús a los legistas y a los fariseos: ‘¿Es legítimo curar en sábado, o no?’ Pero ellos se callaron. Entonces lo tomó, lo curó, y lo despidió. Y a ellos les dijo: ‘¿A quién de ustedes se le cae un hijo o un buey a un pozo en día de sábado y no lo saca al momento?’ Y no pudieron replicar a esto.
Notando cómo los invitados elegían los primeros puestos, les dijo una parábola: ‘Cuando seas convidado por alguien a una boda, no te pongas en el primer puesto, no sea que haya sido convidado por él otro más distinguido que tú, y viniendo el que te convidó a ti y a él, te diga: ‘Deja el sitio a éste’, y entonces vayas a ocupar avergonzado el último puesto. Al contrario, cuando seas convidado, vete a sentarte en el último puesto, de manera que, cuando venga el que te convidó, te diga: ‘Amigo, sube más arriba.’ Y esto será un honor para ti delante de todos los que estén contigo a la mesa. Porque todo el que se elogie, será humillado; y el que se humille, será ponderado.’
Dijo también al que lo había invitado: ‘Cuando des una comida o una cena, no llames a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a tus vecinos ricos; no sea que ellos te inviten a su vez, y tengas ya tu recompensa. Cuando des un banquete, llama a los pobres, a los lisiados, a los rengos, a los ciegos; y serás dichoso, porque no te pueden corresponder, pues se te recompensará en la resurrección de los justos.” Amén.


Los textos bíblicos nos dicen cosas, pero sólo si reflexionamos sobre lo que oímos podremos escuchar los verdaderos latidos de Dios: momento de reflexión:

¡Qué fácil es ser generoso con quien uno sabe que le va a devolver con creces! Ahora, ser generoso o hacerle algún favor a alguien que sabemos que de ninguna manera nos lo va a poder devolver, no siempre estamos dispuestos a hacerlo.
Ahora me pregunto, y pensando en nuestras pobres vidas ¿no aceptamos alegremente todas las bendiciones que Dios nos da como parte de la vida, como algo que por supuesto nos merecemos?
¿Por qué sentimos que es justo o lógico que nuestros hijos sean sanos, que tengamos un trabajo que nos permite prosperar económicamente? ¿nunca pensaste que son regalos que Dios te da, que son bendiciones?
Si pensamos en lo mucho que Dios nos da: la vida, los amigos, la familia, un trabajo… tantas cosas… ¿es tan difícil ayudar o dar de nuestro tiempo a quien lo necesita y no nos lo puede devolver ni nunca lo podrá hacer?
¿O acaso vos, en algún momento vas a poder retribuirle a Dios conforme a todo lo que te da? ¿o no estás viendo que es Dios quien ha permitido hasta ahora y lo seguirá haciendo, que estés vivo, que haya personas que te amen, que tengas un trabajo, y tantas otras cosas más que tal vez vos sientas que son naturales o que te lo merecés?
¿Qué has hecho vos para merecer la bendición de Dios? ¿no te das cuenta de que no tenés nada de especial? Comparate con otras personas… ¿qué has hecho para merecer tanto?
¡Nada! Dios te bendice y te da la vida porque sos importante para él, porque creó al mundo por amor, también por amor envió a Jesús para hacernos sus hijos y para que podamos ser eternos a través del Espíritu Santo que nos injerta en el Bautismo.
Sí, somos los invitados que no vamos a poder devolverle a Dios lo mucho que nos da, y eso nos obliga en cierta manera a hacer lo mismo con las personas que nos rodean: dar sin esperar nada a cambio, dar como una forma de agradecer a Dios. No pierdas nunca la oportunidad de hacer algo por aquel que jamás lo podrá hacer por vos, y vas a ver que es una experiencia maravillosa. Amén.

Querido Dios, Padre mío, Madre mía, sé que me amás y que nunca voy a poder devolverte lo mucho que me das diariamente. Sé que al lado tuyo soy como el invitado que no puede agasajar de la misma manera. Eso me tiene que movilizar a actuar con desprendimiento, desinteresadamente, sin esperar nada a cambio. Enseñame a ser generosa, a invitar a personas a mi vida que me necesitan, pero que no están en condiciones de devolver de la misma manera. Ayudame, mi Dios, a caminar bajo tu bendición. Te lo pido en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

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