viernes, 18 de junio de 2010

20 de Junio

Cada latido de nuestro corazón marca el ritmo de una poesía hecha por Dios, escuchemos con el alma las poesías presentes en las Escrituras:

Salmo 63

“Dios, tú mi Dios, yo te busco,
sed de ti tiene mi alma,
en pos de ti languidece mi carne,
cual tierra seca, agotada, sin agua.
Como cuando en el santuario te veía,
al contemplar tu poder y tu gloria,
- pues tu amor es mejor que la vida,
mis labios te glorificaban - ,
así quiero en mi vida bendecirte,
levantar mis manos en tu nombre;
como de grasa y médula se empapará mi alma,
y alabará mi boca con labios jubilosos.
Cuando pienso en ti sobre mi lecho,
en ti medito en mis vigilias,
porque tú eres mi socorro,
y yo exulto a la sombra de tus alas;
mi alma se aprieta contra ti,
tu diestra me sostiene.

Mas los que tratan de perder mi alma,
¡caigan en las honduras de la tierra!
¡Sean pasados al filo de la espada,
sirvan de presa a los chacales!

Y el rey en Dios se gozará,
el que jura por él se gloriará,
cuando sea cerrada la boca de los mentirosos.” Amén.

Curiosidades

¿Por qué se creía que Jesús era el profeta Elías?
La forma en que queda expresado el hecho de que Jesús era considerado más que un maestro común, es el término profeta. Jesús reconoció y expresó su comprensión de lo que esto significaba en cuanto a su propia posición.
Es probable que en algunos casos se empleara el término profeta, no como maestro, sino en su sentido único. Los judíos esperaban el advenimiento de Elías, o de una persona como él, para que hiciera llegar el fin, y especulaban sobre si debían considerar a Jesús o a Juan el Bautista como dicho profeta escatológico o final. Aparentemente hay una confusión sobre este asunto, desde el momento en que Juan negó ser el profeta, mientras que Jesús declaró que Juan era, efectivamente, Elías.
El pensamiento judío no separaba completamente las figuras de Moisés y Elías. Es probable que Jesús mismo haya considerado su papel como el profeta mosaico. No utilizó el título en ese sentido, pero consideraba que él mismo estaba representando nuevamente la obra de Moisés y cumpliendo el papel del profeta que habla en Isaías. Utilizó pasajes de Isaías para describir su propia obra en función de una nueva creación de las condiciones paradisíacas del período del éxodo y la peregrinación por el desierto.
Uno de los tópicos comunes entre Elías y Jesús es que su ministerio será restablecido “antes que venga Jehová el terrible”, el regreso de Jesús en toda su gloria. Elías reaparece personalmente en el monte en la transfiguración, y se lo menciona en al menos tres ocasiones más.

Evangelio

Desde el interior de las Escrituras se oyen latidos de vida, ¿qué significan esos sonidos? Escuchemos atentamente el texto bíblico de hoy:

Lucas 9:18-26

"Y sucedió que mientras él estaba orando a solas, se hallaban con él los discípulos y él les preguntó: ‘¿Quién dice la gente que soy yo?’ Ellos respondieron: ‘Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías; otros, que un profeta de los antiguos había resucitado.’ Les dijo: ‘Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?’ Pedro le contestó: ‘El Cristo de Dios.’ Pero les mandó enérgicamente que no dijeran esto a nadie.
Dijo: ‘El Hijo del hombre debe sufrir mucho, y ser reprobado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser matado y resucitar al tercer día.’
Decía a todos: ‘Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame. Porque quien quiera salvar su vida, la perderá; pero quien pierda su vida por mí, ése la salvará. Pues, ¿de qué le sirve al ser humano haber ganado el mundo entero, si él mismo se pierde o se arruina? Porque quien se avergüence de mí y de mis palabras, de ése se avergonzará el Hijo del hombre, cuando venga en su gloria, en la de su Padre y en la de los santos ángeles.” Amén.

Los textos bíblicos nos dicen cosas, pero sólo si reflexionamos sobre lo que oímos podremos escuchar los verdaderos latidos de Dios: momento de reflexión:

Con tristeza observo un mundo en donde todos aspiran a tener, a comprarse esto o aquello. Un mundo en donde se es discriminado si se queda en el tiempo o no le interesa la moda o los avances tecnológicos. Y en medio de este mundo en donde gana el más fuerte o el más astuto, a mi mente vienen la pregunta de Jesús: “¿de qué le sirve al ser humano haber ganado el mundo entero, si él mismo se pierde o se arruina?”
En mi entorno veo a personas enfermas: con presión alta, colesterol, depresión, stress, manifestaciones de todo tipo, producto de la vida que llevan, una vida en la que corren atrás del bienestar y con tantos problemas que no logran descargarlos en donde, como cristianos, somos llamados a hacerlo.
También veo personas que con conflictos familiares, casi siempre por cuestiones económicas, peleas entre amigos por algún negocio o puesto de trabajo.
Es como si todos hubiéramos invertido los valores y los principios: lo que debería estar en el primer lugar: el amor, la familia, los amigos, el ser humano, está en el último lugar de la fila. Mientras que: el trabajo, el progreso, los negocios, son nuestras prioridades.
¿Pero qué hacemos si, una vez que llegamos al nivel de vida deseado, nos damos cuenta de que todos nuestros afectos ya no están, que los hemos perdido? Con todo el lujo y el confort, pero solos.
Hay una película que vale la pena verla para reflexionar sobre este tema, se llama “Click”, ahí justamente recrea la situación de la que estoy hablando.
Jesús te quiere llamar la atención para que tengas en cuenta tu lista de prioridades y para que te des cuenta que lo que pierdas no se recupera más.
Tal vez puedas volver a los valores importantes de la vida, pero a quienes lastimaste, a quienes dejaste de lado por tu lucha egoísta, nunca los recuperarás totalmente, porque algo se rompió, porque los años que pasaron no vuelven atrás. Tal vez sea la hora en que hagas un balance y analices en dónde estás parado, siempre estás a tiempo para cambiar el rumbo y pedir perdón. Amén.

Querido Jesús: ¡Qué difícil y qué sencillo es a la vez el seguirte! Difícil, porque muchas veces me siento tentada por las luces de colores. Fácil, porque no hay nada más gratificante que vivir una vida aferrada a los afectos, a las personas, al compromiso de estar y jugarse por el otro. Sé que cuando vivo de esa manera me siento feliz. Y también sé que cuando me desvío y pongo mi corazón en lo material o en mis intereses egoístas siento un vacío muy grande en mi corazón. Querido Jesús, ayudame a tomar mi cruz, mi responsabilidad y seguirte. Te lo pido en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

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