viernes, 14 de mayo de 2010

16 de Mayo

Cada latido de nuestro corazón marca el ritmo de una poesía hecha por Dios, escuchemos con el alma las poesías presentes en las Escrituras:

Salmo 97

“¡Reina mi Señor! ¡La tierra se regocije,
alégrense las islas numerosas!
Nube y Bruma densa en torno a él,
Justicia y Derecho, la base de su trono.

Delante de él avanza fuego
y a sus adversarios en derredor abrasa;
iluminan el orbe sus relámpagos,
lo ve la tierra y se estremece.

Los montes como cera se derriten
ante el Dueño de la tierra toda;
los cielos anuncian su justicia,
y todos los pueblos ven su gloria.

¡Se avergüenzan los que sirven a los ídolos,
los que se glorían de vanidades;
se postran ante él todos los dioses!

Sión lo oye y se alegra,
exultan las hijas de Judá
a causa de tus juicios, mi Señor.

Porque tú eres mi Señor,
el Altísimo sobre toda la tierra,
muy por encima de los dioses todos.

Mi Señor ama a los que el mal detestan,
él guarda las almas de sus fieles
y de la mano de los impíos los libra.

La luz se alza para el justo,
y para los de recto corazón la alegría.
Justos, alegraos en mi Señor,
celebren su memoria sagrada.” Amén.

Curiosidades

¿En qué creemos cuando decimos que nuestro Dios es tres en Uno?
Cuando decimos Dios “tres es Uno”, nos referimos a lo que comúnmente llamamos Trinidad. Esta palabra no aparece en la Biblia, aunque la utilizó Tertuliano en la última década del s.II, formalmente no encontró su lugar en la teología de la Iglesia hasta el s.IV. Sin embargo, es la doctrina distintiva de la fe cristiana que abarca todo lo demás. Ella hace tres afirmaciones: que no hay sino un solo Dios, que cada una de las tres personas, Padre, Hijo y Espíritu, es Dios, y que tanto el Padre, como el Hijo y el Espíritu son personas claramente diferenciadas. En esta forma se ha convertido en la fe de la Iglesia desde que recibió su primera formulación plena por Tertuliano, Atanasio y Agustín.
Si bien no es una doctrina bíblica en el sentido que no se puede encontrar la formulación de ella en la Biblia, se puede ver que ella subyace en la revelación de Dios, implícita en el Antiguo Testamento y explícita den el Nuevo Testamento. Con esto queremos decir que si bien no podemos hablar confiadamente de la revelación de la Trinidad en el Antiguo Testamento, no obstante una vez que la sustancia de la doctrina ha sido revelada en el Nuevo Testamento, podemos volver hacia atrás y comprobar la existencia de muchas implicancias de ella en el Antiguo Testamento.

Evangelio

Desde el interior de las Escrituras se oyen latidos de vida, ¿qué significan esos sonidos? Escuchemos atentamente el texto bíblico de hoy:

Juan 17:20-26

No ruego sólo por éstos,
sino también por aquellos
que, por medio de su palabra, creerán en mí,
para que todos sean uno.
Como tú, Padre, en mí y yo en ti,
que ellos también sean uno en nosotros,
para que el mundo crea que tú me has enviado.
Yo les he dado la gloria que tú me diste,
para que sean uno como nosotros somos uno:
yo en ellos y tú en mí,
para que sean perfectamente uno,
y el mundo conozca que tú me has enviado
y que los has amado a ellos como me has amado a mí.
Padre,
los que tú me has dado,
quiero que donde yo esté
estén también conmigo,
para que contemplan mi gloria,
la que me has dado,
porque me has amado
antes de la creación del mundo.
Padre justo,
el mundo no te ha conocido,
pero yo te he conocido
y éstos han conocido
que tú me has enviado.
Yo les he dado a conocer tu Nombre
y se lo seguiré dando a conocer,
para que el amor con que tú me has amado esté en ellos
y yo en ellos." Amén.

Los textos bíblicos nos dicen cosas, pero sólo si reflexionamos sobre lo que oímos podremos escuchar los verdaderos latidos de Dios: momento de reflexión:

Es muy difícil comprender la relación que tengo con Dios, con Jesús. Es una relación única en donde no hay una distinción entre tú y yo, porque somos parte de lo mismo. Dios me da libertad para hacer lo que yo quiera, pero al mismo tiempo conduce mi vida… pero no como una marioneta, no como un manubrio, sino como guía, como una estrella que quiero seguir y atrapar, que está por encima de mí, cerca y lejos.
Cerca, porque lo siento en mi interior, dándome fuerzas, alentándome, consolándome, pero también advirtiéndome cuando lo que estoy por hacer o decir algo que puede causar daño a alguien o a mí misma.
Lejos, porque soy imperfecta y me dejo arrastrar por mis emociones, mis deseos, mi egoísmo. Porque todavía no puedo vivir en la plenitud de Dios… todavía no… todavía tengo que correr mi carrera aquí, como dice Pablo, el apóstol.
Dios es amor y en donde hay amor está Dios, aunque nadie se dé cuenta, aunque quienes estén involucrados no sepan ni conozcan a Dios, Dios se está manifestando y vive allí.
Es difícil hablar de la relación con Dios, con Jesús, con el Espíritu Santo, tres en uno, Trinidad… no se puede explicar… sólo se siente, se cree.
Cuando Jesús ora al Padre y dice estas cosas tan claras y confusas al mismo tiempo, palabras que sólo se pueden aceptar y creer, pero explicar… casi imposible, nos está manifestando tanto amor…
Dios es amor, amor desprendido, amor que no pide nada a cambio, amor que es feliz al ver la felicidad del otro. Amor que vos y yo podemos vivir si estamos dispuestos a seguir el camino de Jesús, una vida comprometida con la vida, defendiendo la vida, jugándose por sus ideales, y siempre con tiempo para brindarle al que necesita.
Dios es amor y vos también podés ser parte de ese amor. La próxima vez que alguien te invite a sentarte a tomar unos mates o a caminar al lado del río, aceptá, porque ahí está Dios, dándote la oportunidad de amar y dar un poco de vos a quien lo necesita. Amén.

Querido Dios, Padre y Madre mío, que me has enseñado a amar a partir de tu gran amor por mí, tu gran amor por toda la humanidad, por toda tu creación. Ayudame a amar de la manera que vos amás. Ayudame a defender la vida, luchar porque tu amor se manifieste en nuestra realidad, en nuestro mundo. El amor transforma y recrea, el amor moviliza y sostiene, el amor ampara y protege. El amor es lo único que puede hacer que este mundo sea diferente. Gracias, por tu amor. Amén.

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