sábado, 13 de febrero de 2010

14 de Febrero

Cada latido de nuestro corazón marca el ritmo de una poesía hecha por Dios, escuchemos con el alma las poesías presentes en las Escrituras:
Salmo 1

“¡Dichoso el hombre que no sigue
el consejo de los impíos,
ni en la senda de los pecadores se detiene,
ni en el banco de los burlones se sienta,
mas se complace en la ley de mi Señor,
su ley susurra día y noche!

Es como un árbol plantado
junto a corrientes de agua,
que da a su tiempo el fruto,
y jamás se amustia su follaje;
todo lo que hace sale bien.

¡No así los impíos, no así!
Que ellos son como paja que se lleva el viento.
Por eso, no resistirán en el Juicio los impíos,
ni los pecadores en la comunidad de los justos.
Porque mi Señor conoce el camino de los justos,
pero el camino de los impíos se pierde.” Amén.

Curiosidades

¿Qué significan los ayes?

La palabras “ay” es la traducción de la interjección griega ouai, que significa “pobre de”. Cuando Jesús dice: “¡Ay de ti!”, no es tanto que esté pronunciando un juicio definitivo sino deplorando la condición desgraciada, a la vista de Dios, de aquellos a quienes se está dirigiendo. Esa condición radica en buena medida en el hecho de que viven en un paraíso de necios, inconscientes de la desdicha que les espera. El estado de los que se afanan por lo material, de los insatisfechos de sí mismos, de los impenitentes e indiferentes, de los que son universalmente populares es, según la declaración de Jesús, desgraciado. En forma semejante, la lastimosa condición de los fariseos y los escribas estriba, les dice Jesús, en el celo hipócrita, la falta de proporción, el amor a la ostentación, y el engreimiento, que desfiguran su religión.

Evangelio

Desde el interior de las Escrituras se oyen latidos de vida, ¿qué significan esos sonidos? Escuchemos atentamente el texto bíblico de hoy:

Lucas 6:17.20-26

Bajando con ellos se detuvo en un paraje llano; había una gran multitud de discípulos suyos y gran muchedumbre del pueblo, de toda Judea, de Jerusalén y de la región costera de Tiro y Sidón, que habían venido para oírle y ser curados de sus enfermedades. Y los que eran molestados por espíritus inmundos quedaban curados. Toda la gente procuraba tocarlo, porque salía de él una fuerza que sanaba a todos.
Y él, alzando los ojos hacia sus discípulos, decía:
‘Bienaventurados los pobres, porque de ustedes es el Reino de Dios.Bienaventurados los que tienen hambre ahora, porque serán saciados.
Bienaventurados los que lloran ahora, porque reirán.
Bienaventurados serán cuando los hombres los odien, cuando los expulsen, los injurien y proscriban sus nombres como malo, por causa del Hijo del hombre.
Alégrense ese día y salten de gozo, que su recompensa será grande en el cielo. Pues de ese modo trataban sus padres a los profetas.
‘Pero ¡ay de ustedes, los ricos!, porque han recibido su consuelo.
¡Ay de ustedes, los que ahora están hartos!, porque tendrán hambre.
¡Ay de los que ríen ahora!, porque tendrán aflicción y llanto.
¡Ay cuando todos los hombres hablen bien de ustedes!, pues de ese modo trataban sus padres a los falsos profetas.” Amén.

Los textos bíblicos nos dicen cosas, pero sólo si reflexionamos sobre lo que oímos podremos escuchar los verdaderos latidos de Dios: momento de reflexión:

¿Cuál es la fuerza sanadora de Jesús?
¿Vos creés que Jesús sana o pensás que los milagros sólo ocurrían antes, que ahora nada de eso existe?
No te estoy hablando ni prometiendo lo que otros proclaman como “pare de sufrir”, no te estoy hablando ni de talismanes, ni de agua bendita ni del Jordán, ni de entregar todos tus bienes a cambio de tu salud, de tu bienestar.
Jesús sana, a pesar de tantos años que han pasado, su fuerza permanece intacta. Y su fuerza te puede sanar, ahora mismo, si vos se lo permitís.
Yo tengo un amigo, Juan Diego, que es un sacerdote católico, que pertenece a la Cruzada del Espíritu Santo, el movimiento carismático llevado adelante por el padre Ignacio. Él es lo que llamamos un “cura sanador”. En una de nuestras charlas, él me decía que la gente buscaba aferrarse a él, pero que siempre le explicaba que el poder es de Jesús, de Dios, del Espíritu Santo, pero no de él, que él sólo es una herramienta. La persona confía en que va a ser liberada de sus cargas, de sus preocupaciones, de sus problemas, y entonces, algunos de sus problemas de salud, que tienen que ver con la somatización, desaparecen.
Nuestras angustias, nuestras preocupaciones, nuestros miedos, nos enferman. ¿Cuántas personas toman pastillas para dormir, tranquilizantes o cosas similares? ¿Vos sos una de ellas? Entonces, escuchame: cuando estés mal, cuando te sientas atrapado, cuando no le encontrás la vuelta, hablá con Jesús, contale todo lo que te pasa, pensá que te está escuchando y que está dispuesto a darte una mano, un alivio, un hombro en donde llorar, en donde descargarte. Y si de noche no lográs conciliar el sueño, la cabeza te va a mil por hora: rezá, pedile a Dios que te ayude, rezá el padrenuestro y vas a ver que tu cuerpo se irá relajando, tu mente se irá tranquilizando… si eso no te alcanza, leé algún Salmo: el 1, el 5, el 23, el 126, el 128… todos te van a tranquilizar, te van a sacar del eje, vas a dejar que Dios resuelva las cosas que para vos son imposibles, y tu salud también va a mejorar.
¿Qué tal? ¿te animás al desafío? En poco tiempo vas a ver el resultado, como dice la propaganda. Amén.

Querido Dios, ¡Qué lindo es saber que en vos encuentro paz, que puedo confiar en tu poder sanador, que puedo descansar tranquila si hablo con vos, si te cuento mis problemas, y te pido tu ayuda!Gracias por ser ese padre, esa madre amorosa, que se preocupa por cada uno de sus hijos e hijas; te pido que siempre que tenga un problema, me dirija a vos, y confíe en esa fuerza, en ese poder sanador que puede calmarnos, sanarnos y de esta manera, que pueda llevar una vida más tranquila. Te lo pido en el nombre de Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina junto a vos y al Espíritu Santo, ahora y siempre. Amén.

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