viernes, 2 de octubre de 2009

Domingo 4 de Octubre

Cada latido de nuestro corazón marca el ritmo de una poesía hecha por Dios, escuchemos con el alma las poesías presentes en las Escrituras:

Salmo 128

“Dichosos todos los que temen al Señor,
los que van por sus caminos.

Del trabajo de tus manos comerás,
¡dichoso tú, que todo te irá bien!
Tu esposa será como parra fecunda
en el secreto de tu casa.
Tus hijos, como brotes de olivo
en torno a tu mesa.

Así será bendito el hombre
que teme a mi Señor.
¡Bendígate mi Señor desde Sión,
que veas en ventura a Jerusalén
todos los días de tu vida,
y veas a los hijos de tus hijos!

¡Paz a Israel!” Amén.

Curiosidades

¿Por qué razones se divorciaban los matrimonios en los tiempos de Jesús y cómo era?
El divorcio se practicaba, incluso en Dt.24:1-4 está la ley que lo contempla. Se le daba a la esposa algún tipo de contrato, y desde ese momento ella estaba libre para volver a casarse.
Los motivos de divorcio están expuestos de manera muy general, ya que dice “Si el marido encuentra alguna cosa indecente en su esposa”. Hay dos situaciones en las que se prohíbe el divorcio: cuando el hombre ha acusado falsamente de infidelidad premarital; y cuando un hombre ha tenido relaciones con una joven, y el padre de ella lo ha obligado a casarse con ella.
Una mujer judía no podía divorciarse de su marido, sólo el hombre podía repudiar a la mujer. Pero sí podía apelar al tribunal por el trato que le daba su marido, y el tribunal podía obligar al esposo a divorciarla. Más aún, Jesús podría haber pensado en las leyes griegas y romanas, según las cuales la esposa podía divorciarse, como lo hizo Herodías de su primer marido.
Pablo, en su primera carta a los corintios 7:10-16, habla acerca de la situación en donde los paganos se convierten al Señor, y donde uno de los dos cónyuges no desea ese camino: “no está el hermano o la hermana sujeto a servidumbre en semejante caso”, dice el apóstol. Con esta cláusula no sólo tienen la libertad de abandonarse el uno al otro, sino que significa que también están en libertad para casarse nuevamente.

Evangelio

Desde el interior de las Escrituras se oyen latidos de vida, ¿qué significan esos sonidos? Escuchemos atentamente el texto bíblico de hoy:

Marcos 10:1-16

“Y levantándose de allí va a la región de Judea, y al otro lado del Jordán, y de nuevo vino la gente donde él y, como acostumbraba, les enseñaba. Se acercaron unos fariseos que, para ponerle a prueba, preguntaban: ‘¿Puede el marido repudiar a la mujer?’ Él les respondió: ‘¿Qué les prescribió Moisés?’ Ellos dijeron: ‘Moisés permitió escribir el acta de divorcio y repudiarla’. Jesús les dijo: ‘Teniendo en cuenta la dureza de sus corazones escribió para ustedes este precepto. Pero desde el comienzo de la creación, Él los hizo varón y hembra. Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, y los hará una sola carne. De manera que ya no son dos, sino una sola carne. Pues bien, lo que Dios unió, no lo separe el hombre’. Y ya en casa, los discípulos le volvían a preguntar sobre esto. Él les dijo: ‘Quien repudie a su mujer y se case con otra, comete adulterio contra aquella; y si ella repudia a su marido y se casa con otro, comete adulterio’.
Les presentaban unos niños para que los tocara; pero los discípulos los reñían. Mas Jesús, al ver esto, se enfadó y les dijo: ‘Dejen que los niños vengan a mí, no se lo impidan, porque de los que son como éstos es el Reino de Dios. Yo les aseguro: el que no reciba el Reino de Dios como niño, no entrará en él’. Y abrazaba a los niños, y los bendecía poniendo las manos sobre ellos.” Amén.

Los textos bíblicos nos dicen cosas, pero sólo si reflexionamos sobre lo que oímos podremos escuchar los verdaderos latidos de Dios: momento de reflexión:

Las leyes de los hombres y la ley de Dios… ¿cómo compararlas? ¿cómo mezclarlas si ningún ser humano, por más devoto que sea, puede realmente decir cuál es la justicia de Dios?
Muchas veces creemos que podemos decir qué es justo y qué no lo es para Dios. Muchas veces opinamos y afirmamos, incluso que Dios debe hacer esto o aquello. Pero ¿quiénes somos nosotros para eso?
Seres limitados, parciales, que nos dejamos llevar por nuestros sentimientos o nuestra conveniencia. No, es imposible.
Pero la justicia entre nosotros es necesaria, porque una sociedad necesita las formas para defender a las personas entre sí, porque entre nosotros los hay justos y honestos, y los hay perversos y corruptos. Pero nuestra ley no es la de Dios, por eso no podemos mezclarla.
La ley de Jesús es el amor, y si hay amor y todo lo que se hace, se hace con amor, entonces la justicia humana de ninguna manera sería necesaria.
Hoy estamos escuchando sobre el divorcio, pero éste es sólo un tema dentro de todos los temas legales que existen y que son necesarios para nosotros, los seres humanos. Pero dentro de la ley del amor, nada de esto es necesario, por eso es que Jesús dice: “Teniendo en cuenta la dureza de sus corazones escribió para ustedes este precepto”. Jesús sabe que una cosa es la teoría y otra la práctica en nuestro mundo humano, y que no logramos vivir totalmente como él desea de nosotros, y por eso mismo necesitamos de él para que nuestras decisiones y determinaciones sean lo más justas posibles.
Por eso es que después habla de la pureza y la naturalidad de los niños, diciendo: “de los que son como éstos es el Reino de Dios”. Nosotros, los adultos somos rencorosos y vengativos, ambiciosos y envidiosos, estamos contaminados por el egoísmo, nos falta amor y perdón en nuestro corazón. Lo tenemos ocupado con tantas otras cosas que no hay lugar para Jesús y su mandamiento del amor.
Las leyes humanas son muy importantes y hay que hacerlas cumplir, debemos, como cristianos, procurar una justicia clara, sin corrupción, pero para nada podemos compararla con la ley de Dios, ni creer que nuestra débil ley, pueda de alguna manera parecerse. La ley de Dios es la definitiva, la que sirve de alivio y esperanza en este mundo imperfecto e injusto. Dios y su justicia es la que nos permite sentirnos libres y dejar todo en su mano, cuando las leyes humanas fallan. Amén.

Querido Padre celestial, es bueno saber que tu ley es perfecta y que nos amparás bajo ella. Es bueno saber que ver todo lo que sucede aquí en la tierra y que nos mirás con ojos de amor. Tu amor es el que nos permite superarnos cada día y mirar por encima de aquellos que no creen en vos y piensan que pueden burlarse de tu justicia. Tu justicia es para mí como un bálsamo, porque sé que no existe mejor abogado que tu Espíritu, y que tu Hijo, intercede todo el tiempo por cada uno de nosotros. Ayudame a seguir sobre todo tu ley de amor, para que ese amor transforme mi pequeño entorno. Te lo pido en tu nombre, en el de Jesús, tu Hijo y en el de tu Espíritu que nos levanta y nos anima. Amén.

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