viernes, 23 de octubre de 2009

Domingo 25 de Octubre

Cada latido de nuestro corazón marca el ritmo de una poesía hecha por Dios, escuchemos con el alma las poesías presentes en las Escrituras:

Salmo 126

“Cuando mi Señor hizo volver a los cautivos de Sión,
como soñando nos quedamos;
entonces se llenó de risa nuestra boca
y nuestros labios de gritos de alegría.

Entonces se decía entre las naciones: ¡Grandes cosas
ha hecho mi Señor con éstos!
¡Sí, grandes cosas hizo con nosotros mi Señor,
el gozo nos colmaba!

¡Haz volver, mi Señor, a nuestros cautivos
como torrentes en el Négueb!
Los que siembran con lágrimas
cosechan entre cánticos.

Al ir, va llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelve cantando
trayendo sus gavillas.” Amén.

Curiosidades

¿Quién era Bartimeo y qué fue lo que sucedió con él?

Bartimeo era el mendigo ciego que fue curado por Jesús en Mc.10:46-52. Este nombre significa “hijo de Timeo” y puede haber sido registrado por Marcos porque se trataba de una persona muy conocida en la iglesia primitiva. El incidente tuvo lugar en el último viaje de Jesús a Jerusalén cuando salía de Jericó, y se encuentra en los otros evangelios sinópticos, aunque con varias diferencias. La historia ha sido reconstruida de diversas formas, y podría ser que Mateo y Marcos se refirieran a la Jericó antigua mientras que Lucas a la Jericó nueva, que se encontraba al sur de aquella. El incidente resulta notable por la persistencia de la fe de Bartimeo en Jesús como Mesías.

Evangelio

Desde el interior de las Escrituras se oyen latidos de vida, ¿qué significan esos sonidos? Escuchemos atentamente el texto bíblico de hoy:

Marcos 10:46-52

“Llegan a Jericó. Y cuando salía de Jericó, acompañado de sus discípulos y de una gran muchedumbre, el hijo de Timeo (Bartimeo), un mendigo ciego, estaba sentado junto al camino. Al enterarse de que era Jesús de Nazaret, se puso a gritar: ‘¡Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí!’ Muchos le increpaban para que se callara. Pero él gritaba mucho más: ‘¡Hijo de David, ten compasión de mí!’ Jesús se detuvo y dijo: ‘Llámenlo’. Llaman al ciego, diciéndole: ‘¡Ánimo, levántate! Te llama’. Y él arrojando su manto, dio un brinco y vino donde Jesús. Jesús, dirigiéndose a él, le dijo: ‘¿Qué quieres que te haga?’ El ciego le dijo: ‘Rabbuní, ¡que vea!’ Jesús le dijo: ¡Vete, tu fe te ha salvado’. Y al instante, recobró la vista y lo seguía por el camino.” Amén.

Los textos bíblicos nos dicen cosas, pero sólo si reflexionamos sobre lo que oímos podremos escuchar los verdaderos latidos de Dios: momento de reflexión:

Es curioso cómo se puede vivir perfectamente, tener una vida normal, con un trabajo, ocuparse de los quehaceres domésticos y hasta vivir totalmente solo, si se es ciego. Una persona ciega, para poder moverse, sólo necesita un entrenamiento, y listo: puede aprender a leer, a utilizar una computadora, y muchas otras cosas más. Sólo necesita de los elementos adecuados a su discapacidad. Y digo discapacidad con cierto recelo, porque un ciego no ve, pero desarrolla otros sentidos y capacidades que los que vemos no lo hacemos.
Es verdad, poseer todos los sentidos es la mejor bendición que podemos recibir de Dios, pero el asumir nuestras limitaciones y enfrentarlas como un desafío, es una bendición aún mayor.
¿Cuántas personas, teniendo todos los sentidos, todas las capacidades, sufre de la incapacidad de agradecerle a Dios y aprovechar al máximo todo con que Dios las ha bendecido? Les falta algo, se paralizan, sufren algún contratiempo y se ahogan en un vaso de agua, tienen algún problema y quedan a la espera de que alguien las ayude, porque sienten que no pueden.
Una de nuestras grandes cegueras es no lograr ver lo mucho que tenemos, lo mucho que Dios nos da, lo mucho que nos bendice. ¡Siempre estamos atentos a qué nos falta, pero al mismo tiempo no hacemos nada por cambiar nuestra situación!
En esta historia de hoy, Timeo, el ciego, al darse cuenta que Jesús andaba por ahí, no dejó de gritar para que Jesús lo atendiera. Él estaba convencido de que él podía ayudarlo, podría salvarlo. Estamos hablando de un tiempo en donde tener alguna discapacidad era mucho más grave y no sólo esto, se consideraba que esto mismo era porque los padres o la misma persona habían sido castigadas por Dios por algo que había hecho. Existía una gran ignorancia acerca de las enfermedades y las discapacidades. Hoy día es muy distinto. Incluso ya hablamos de capacidades diferentes, porque todos, en algo somos discapacitados.
Todos de alguna manera somos discapacitados y limitados, por eso es tan importante el darnos cuenta de que necesitamos la ayuda de Dios para resolver nuestros problemas y conflictos. Acudir a Él, gritar, como Timeo, si es necesario. No dejarnos influenciar ni frenar por los que nos rodean, como los discípulos de Jesús intentaron hacer con Timeo.
La próxima vez que te das cuenta que solo no podés, que necesitás ayuda, acordate de Timeo. Pedile ayuda a Jesús, gritale, si hace falta, reconocelo como el único que puede cambiar el curso de tu vida, y vas a tener una respuesta, clara y precisa. Después seguro que vas a seguirlo, como Timeo lo hizo. Porque junto a Jesús, tu vida va a ser mucho más fácil. Amén.

Querido Jesús, a veces me asusto de mi ceguera. A veces me impresiono de mi falta de capacidad de descubrirte a mi alrededor, en las personas que me rodean y pueden aliviar mi vida. Yo sé que vos podés darme una mano, pero tengo es tendencia a creer que lo que venga de vos tiene que ser espectacular, y no me doy cuenta de que tu presencia siempre es en lo sencillo, en lo cotidiano. Abrime los ojos y permitime verte siempre. Te lo pido a vos, que junto con el Padre y el Espíritu Santo, viven por toda la eternidad. Amén.

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