viernes, 11 de noviembre de 2016

13 de Noviembre

Cada latido de nuestro corazón marca el ritmo de una poesía hecha por Dios, escuchemos con el alma las poesías presentes en las Escrituras:

Salmo 98

“Canten al Señor un canto nuevo,
porque él hizo maravillas:
su mano derecha y su santo brazo
le obtuvieron la victoria.

El Señor manifestó su victoria,
reveló su justicia a los ojos de las naciones:
se acordó de su amor y su fidelidad
en favor del pueblo de Israel.

Los confines de la tierra han contemplado
el triunfo de nuestro Dios.
Aclame al Señor toda la tierra,
prorrumpan en cantos jubilosos.

Canten al Señor con el arpa
y al son de instrumentos musicales;
con clarines y sonidos de trompeta
aclamen al Señor, que es Rey.

Resuene el mar y todo lo que hay en él,
el mundo y todos sus habitantes;
aplaudan las corrientes del océano,
griten de gozo las montañas al unísono.

Griten de gozo delante del Señor,
porque él viene a gobernar la tierra;
él gobernará al mundo con justicia,
y a los pueblos con rectitud.” Amén.

Curiosidades

¿Cuál es el contexto histórico del Concilio de Trento?

Como Soberano, después de la imposición de la Corona Imperial por mano del pontífice (1530), Carlos se sentía obligado a dedicarse completamente a la solución de los problemas que el luteranismo había creado en Europa y en Alemania en particular, con el fin de salvaguardar la unidad de la fe cristiana contra el embate de los turcos. Antes, en 1523 había cedido las islas de Malta y Gozo, así como Trípoli a la Orden de Malta.
En el mismo año 1530 convocó la Dieta de Augsburgo, en la cual se enfrentaron luteranos y católicos sobre las llamadas Confesiones de Augsburgo. Carlos confirmó el Edicto de Worms de 1521, es decir la excomunión para los luteranos, amenazando la reconstitución de la propiedad eclesiástica. Como respuesta, los luteranos, representados por las llamadas «órdenes reformadas», actuaron dando vida a la Liga de Esmalcalda (1531). Tal coalición, dotada de un ejército y de una caja común, fue llamada también la «liga de los protestantes».
Es claro que los seguidores de la doctrina de Lutero asumieron la denominación «protestantes» en cuanto ellos, reunidos en «órdenes reformadas», en el curso de la segunda Dieta de Espira de 1529, protestaron contra la decisión del Emperador de restablecer el Edicto de Worms: edicto que había sido suspendido en la precedente Dieta de Espira (1526).
Reconociendo que era necesaria una reforma y para intentar resolver el problema, el pontífice Pablo III convocó un Concilio ecuménico en la ciudad de Trento, cuyos trabajos comenzaron oficialmente el 5 de diciembre de 1545. Concilio del que ni el emperador ni el papa que lo había convocado vieron la conclusión.
Tras la negativa de los protestantes a reconocer el Concilio de Trento, el emperador comenzó la guerra en el mes de junio de 1546, con un ejército armado por el pontífice, al mando de Octavio Farnesio, otro austríaco mandado por Fernando de Austria y otro de los soldados de los Países Bajos al mando del Conde de Buren. También apoyaba al Emperador, Mauricio de Sajonia que había sido hábilmente apartado de la Liga de Esmalcalda. Carlos V consiguió una contundente victoria en la batalla de Mühlberg en el 1547, poco después los príncipes alemanes se retiraron y se subordinaron al Emperador. De la dieta de Augsurgo de 1548, resultó un secreto imperial conocido como el ínterin de Augsburgo, para gobernar la Iglesia en espera de las resoluciones del Concilio. En el ínterin se respetaba la doctrina católica, pero se permitía la comunión por las dos especies y el matrimonio del clero.
Tras la victoria imperial en la guerra de Esmalcalda (1546-1547), muchos príncipes protestantes estaban descontentos con los términos religiosos del Interim de Augsburgo, impuesto tras la derrota. En enero de 1552, liderados por Mauricio de Sajonia, muchos formaron una alianza con Enrique II de Francia en el Tratado de Chambord (1552). A cambio de apoyo financiero francés y asistencia, le prometieron a Enrique la posesión de los Tres Obispados (Metz, Verdún y Tolón) como vicario del Imperio. En la consecuente guerra de príncipes, Carlos tuvo que huir a Carintia ante el avance de Mauricio de Sajonia, mientras que Enrique capturó las fortalezas de Metz, Verdun y Tolón. Ante la guerra con Francia, su hermano Fernando, como rey de Romanos, negoció la paz con los protestantes en el tratado de Passau (1552), en el que el emperador garantizaba la libertad de culto a los protestantes.
A pesar de su victoria no logró el anhelado deseo de unificar política y socialmente el luteranismo con el catolicismo, por lo que tan sólo ocho años después, en 1555, se vio obligado a suscribir la «Paz de Augsburgo» por medio del cual se reconocía el inalienable derecho de los alemanes de adherirse a la confesión católica o al luteranismo. Dando fin, aunque sea de manera temporal (50 años), al largo conflicto surgido por la Reforma.
http://blogs.ua.es/guerraenelsigloxvi/2012/02/10/carlos-v-contra-los-principes-protestantes/

Evangelio

Desde el interior de las Escrituras se oyen latidos de vida, ¿qué significan esos sonidos? Escuchemos atentamente el texto bíblico de hoy:

Lucas 21:5-19

“Y como algunos, hablando del Templo, decían que estaba adornado con hermosas piedras y ofrendas votivas, Jesús dijo: «De todo lo que ustedes contemplan, un día no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido». Ellos le preguntaron» «Maestro, ¿cuándo tendrá lugar esto, y cuál será la señal de que va suceder?».
Jesús respondió: «Tengan cuidado, no se dejen engañar, porque muchos se presentarán en mi Nombre, diciendo: "Soy yo", y también: "El tiempo está cerca". No los sigan. Cuando oigan hablar de guerras y revoluciones no se alarmen; es necesario que esto ocurra antes, pero no llegará tan pronto el fin». Después les dijo: «Se levantará nación contra nación y reino contra reino. Habrá grandes terremotos; peste y hambre en muchas partes; se verán también fenómenos aterradores y grandes señales en cielo. 
Pero antes de todo eso, los detendrán, los perseguirán, los entregarán a las sinagogas y serán encarcelados; los llevarán ante reyes y gobernadores a causa de mi Nombre, y esto les sucederá para que puedan dar testimonio de mí. Tengan bien presente que no deberán preparar su defensa, porque yo mismo les daré una elocuencia y una sabiduría que ninguno de sus adversarios podrá resistir ni contradecir. Serán entregados hasta por sus propios padres y hermanos, por sus parientes y amigos; y a muchos de ustedes los matarán. Serán odiados por todos a causa de mi Nombre. Pero ni siquiera un cabello se les caerá de la cabeza. Gracias a la constancia salvarán sus vidas.” Amén.

Los textos bíblicos nos dicen cosas, pero sólo si reflexionamos sobre lo que oímos podremos escuchar los verdaderos latidos de Dios: momento de reflexión:

¿Cómo puedo entender este texto que habla de desastres ecológicos, de destrucción, de persecución y muerte, pero al mismo tiempo dice “Pero ni siquiera un cabello se les caerá de la cabeza”?
Muchas veces la gente considera que Dios está a su lado cuando las cosas van bien, cuando todo lo que emprende le va bien y el lugar en donde vive está en paz. Pero ¿qué decir a quienes viven en medio de la guerra, o la pobreza ha tocado la puerta de su casa o la enfermedad ha nublado su vida? ¿Dios no está acompañando y cuidando en ese mismo momento?
Tenemos una mente matemática, no logramos entender otra lógica que la de la retribución, y se nos complica pensar que en medio de la confusión y la muerte “ni siquiera un cabello se nos caerá de la cabeza”. Porque el problema es que nos concebimos en una integridad corporal, física, y entendemos que nos falta algo cuando nos falta algún miembro del cuerpo (si bien no valoramos tanto cada cabello, se nos caen varios diariamente).
Lo interesante de este concepto, el confiar que Dios nos da las palabras que no tenemos o no podemos decir, nos da sabiduría, más allá de nuestra preparación, en el momento justo, es que a partir de que Dios nos adopta como a sus hijos e hijas nada ni nadie puede hacernos daño… incluso aunque a los ojos humanos lo parezca. Ahí está el punto. Lo que tanto nos cuesta creer y entender. Ahí está la razón de porqué hay personas que a nuestros ojos tendría que estar reclamando a Dios por su vida, y sólo agradece y dice “qué más le puedo pedir a Dios, si Él me ha bendecido tanto”. ¿Qué es lo que pasa dentro de la persona que agradece a Dios cuando a la vista no sólo se le han caído algunos cabellos, sino que tiene su vida magullada? ¿qué es lo que esa persona vive que nosotros no?
Es inexplicable, porque se trata de la fe, y nadie puede lograr que otro perciba en su cuerpo, en su vida, lo que hace la fe.
Los primeros cristianos cantaban salmos a Dios mientras eran torturados de diversas maneras en el circo romano o en las cárceles… era inentendible para quienes lo veían. Hoy esto se manifiesta de otras maneras, pero es lo mismo. Es alabar y agradecer a Dios porque sentimos su presencia claramente. ¿Cómo se puede lograr? Abriendo nuestro corazón y permitiendo que Dios actúe. Pero también no dejándonos atrapar por las voces que hablan del fin del mundo y de fechas y acontecimientos que solo Dios sabe. Amén.

Querido Jesús, hoy te quiero dar gracias por la fe, porque me la has dado y porque va creciendo en mí cada vez que me encuentro con personas que dan esos testimonios de amor y confianza, que nada tiene que ver con lo que valoramos los seres humanos. Te pedo que me sigas bendiciendo para dar testimonio de esta fe, te lo pido en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

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