jueves, 28 de marzo de 2013

31 de Marzo

Cada latido de nuestro corazón marca el ritmo de una poesía hecha por Dios, escuchemos con el alma las poesías presentes en las Escrituras:

Salmo 118:1-23

“Den gracias al Señor, porque El es bueno;
Porque para siempre es Su misericordia.

Diga ahora Israel:
“Para siempre es Su misericordia.”
Diga ahora la casa de Aarón:
“Para siempre es Su misericordia.”
Digan ahora los que temen (reverencian) al Señor:
“Para siempre es Su misericordia.”

En medio de mi angustia invoqué al Señor;
El Señor me respondió y me puso en un lugar espacioso.
El Señor está a mi favor; no temeré.
¿Qué puede hacerme el hombre?
El Señor está por mí entre los que me ayudan;
Por tanto, miraré triunfante sobre los que me aborrecen.
Es mejor refugiarse en el Señor
Que confiar en el hombre.
Es mejor refugiarse en el Señor
Que confiar en príncipes.

Todas las naciones me rodearon;
En el nombre del Señor ciertamente las destruí.
Me rodearon, sí, me rodearon;
En el nombre del Señor ciertamente las destruí.
Me rodearon como abejas;
Fueron extinguidas como fuego de espinos;
En el nombre del Señor ciertamente las destruí.

Me empujaste con violencia para que cayera,
Pero el Señor me ayudó.
El Señor es mi fortaleza y mi canción,
Y ha sido salvación para mí.

Voz de júbilo y de salvación hay en las tiendas de los justos;
La diestra del Señor hace proezas.
La diestra del Señor es exaltada;
La diestra del Señor hace proezas.

No moriré, sino que viviré,
Y contaré las obras del Señor.
El Señor me ha reprendido severamente,
Pero no me ha entregado a la muerte.

Ábranme las puertas de la justicia;
Entraré por ellas y daré gracias al Señor.
Esta es la puerta del Señor;
Los justos entrarán por ella.
Te daré gracias porque me has respondido,
Y has sido mi salvación.

La piedra que desecharon los edificadores
Ha venido a ser la piedra principal del ángulo.
Obra del Señor es esto;
Admirable a nuestros ojos.
Este es el día que el Señor ha hecho;
Regocijémonos y alegrémonos en él.

Te rogamos, oh Señor, sálvanos ahora;
Te rogamos, oh Señor, prospéranos ahora.
Bendito el que viene en el nombre del Señor;
Desde la casa del Señor los bendecimos.
El Señor es Dios y nos ilumina;
Aten el sacrificio de la fiesta con cuerdas a los cuernos del altar.
Tú eres mi Dios, y Te doy gracias;
Tú eres mi Dios, y yo Te exalto.
Den gracias al Señor, porque El es bueno;
Porque para siempre es Su misericordia.” Amén.

Curiosidades


La actitud permanente del Dios santo y justo cuando enfrenta al pecado y al mal se denomina su “ira”. Resulta inadecuado considerar a este término simplemente como una descripción del “inevitable proceso de causa y efecto en un universo moral”, o como otro modo de hablar de los resultados del pecado. Es más bien una cualidad personal, sin la cual Dios dejaría de ser plenamente justo, y su amor degeneraría en sentimentalismo. Sin embargo, aun cuando su ira, igual que su amor, tiene que ser descrita en lenguaje humano, no es caprichosa, antojadiza, o espasmódica, como lo es siempre el enojo humano. Es un elemento tan permanente y tan consecuente de su naturaleza como lo es su amor.
La injusticia y la impiedad de los seres humanos, por las que no tienen ninguna excusa, tiene que producir manifestaciones de la ira divina tanto en la vida de los individuos como en la de las naciones; y el A.T. contiene numerosas ilustraciones de esto, tales como la destrucción de Sodoma y Gomorra y la caída de Nínive. Pero hasta el “día de la ira” final, que se anticipa en toda la Biblia y se pinta muy gráficamente en Apocalipsis, la ira de Dios está siempre atemperada por la misericordia, particularmente en lo que hace a su trato con el pueblo elegido. Sin embargo, si el pecador se aprovecha de esta misericordia, amontona ira sobre sí mismo “para el día de la ira”, cuando se revelará el justo juicio de Dios. Pablo estaba convencido de que una de las razones principales que explican por qué Israel no pudo detener el proceso de deterioro moral radicaba en la reacción equivocada que adoptaron ante la paciencia de Dios, que tantas veces se abstuvo de castigarlos en la medida en que lo merecían. Se estaban abusando de las “riquezas de benignidad, paciencia y longanimidad”, sin darse cuenta de que esta actitud divina tenía como fin llevarlos al arrepentimiento.
En su estado irredento, la rebelión de los seres humanos contra Dios es , de hecho, tan persistente que se constituyen inevitablemente en objeto de su ira, y en “vasos de ira preparados para destrucción”. La Ley mosaica tampoco los libera de esta situación, porque, como lo indica el apóstol Pablo, “la ley produce ira”. Dado que ella exige la obediencia perfecta a los mandamientos, las penas que se imponen por la desobediencia hacen al que ofende más vulnerable a la ira divina. Se debe únicamente a la misericordiosa provisión hecha para los pecadores en el evangelio que pueden dejar de ser objeto de dicha ira y hacerse receptores de la gracia. El amor de Dios para con los pecadores, expresado en la vida y la muerte de Jesús, constituye el tema dominante en el N.T., y este amor se manifiesta en que Jesús experimentó por cuenta del ser humano y en su lugar la miseria, las aflicciones, el castigo y la muerte que corresponden a los pecadores sometidos a la ira de Dios.
En consecuencia, se puede describir a Jesús como el que “nos libra de la ira venidera”; y Pablo puede escribir diciendo, “pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira”. Por esta parte, la ira de Dios pende sobre todos los que, procurando frustrar el propósito redentor de Dios son desobedientes al Hijo de Dios, por medio del cual únicamente se hace posible la justificación.

Evangelio

Desde el interior de las Escrituras se oyen latidos de vida, ¿qué significan esos sonidos? Escuchemos atentamente el texto bíblico de hoy:

Colosenses 3:1-11

Si ustedes, pues, han resucitado con Cristo, busquen las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Pongan la mira (la mente) en las cosas de arriba, no en las de la tierra. Porque ustedes han muerto, y su vida está escondida con Cristo en Dios. Cuando Cristo, nuestra vida, sea manifestado, entonces ustedes también serán manifestados con El en gloria.
Por tanto, consideren los miembros de su cuerpo terrenal como muertos a la fornicación, la impureza, las pasiones, los malos deseos y la avaricia, que es idolatría. Pues la ira de Dios vendrá sobre los hijos de desobediencia por causa de estas cosas, en las cuales ustedes también anduvieron en otro tiempo cuando vivían en ellas. Pero ahora desechen también todo esto: ira, enojo, malicia, insultos, lenguaje ofensivo de su boca.
Dejen de mentirse los unos a los otros, puesto que han desechado al viejo hombre con sus malos hábitos, y se han vestido del nuevo hombre, el cual se va renovando hacia un verdadero conocimiento, conforme a la imagen de Aquél que lo creó. En esta renovación no hay distinción entre Griego y Judío, circunciso e incircunciso, bárbaro (uno que no era Griego, ni por nacimiento ni por cultura), Escita, esclavo o libre, sino que Cristo (el Mesías) es todo, y en todos.” Amén.

Los textos bíblicos nos dicen cosas, pero sólo si reflexionamos sobre lo que oímos podremos escuchar los verdaderos latidos de Dios: momento de reflexión:

Es notable como desde hace algunos años nuestro vocabulario se ha tornado cada vez más grosero. Ya hace algunos años que los chicos a sus amigos del dicen bol… y a la persona que tiene suerte le dicen hijo de p…
Recuerdo que esas palabras eran insultos…
Entre novios o parejas se dicen palabras horribles como si nada, lo mismo los padres o las madres ofenden a sus hijos con palabras que aparentemente son como cariñosas. Nuestro vocabulario ha adquirido un nivel de violencia a través de insultos que se han naturalizado a tal punto que si ahora queremos insultar, ya no existen palabras, ya las usamos en lo cotidiano…
El maltrato forma parte de la vida cotidiana no hemos perdido ya la dimensión y el sentido de nuestras palabras. Nuestro idioma se ha simplificado y eso afecta también nuestra capacidad de pensar, de reflexionar, y eso es preocupante y peligroso.
No es casual que Pablo en su carta agregue a una lista de actitudes o formas de vida que no condicen con la fe cristiana, con la pertenencia al movimiento de Jesús, una lista  de emociones violentas y palabras o formas de expresarnos que son violentas. Porque muchas veces sin darnos cuenta lastimamos con nuestras palabras, que son como lanzas, cuchillos, elementos de tortura…
¿Cuántas veces te has puesto mal por algo que te dijeron, a veces sólo una frase o una palabra? A veces esa palabra nos martilla en la cabeza durante días, y a veces nos deja traumas para toda la vida.
En un curso sobre “Violencia familiar y Abuso” que hice hace varios años atrás, la psicóloga que nos daba buena parte del curso, nos mostró una tomografía de un cerebro de un niño que había sufrido violencia física y otro de uno que había sufrido violencia verbal: ¡y los dos cerebros se veían igual de marchitos!
Tengamos cuidado con nuestras palabras, con la violencia con la que hablamos, con las palabras que seleccionamos para expresarnos. Pensemos antes de hablar, y que nuestra boca salga lo que realmente sentimos pero de la mejor forma posible. Tratémonos amablemente, que no cuesta nada. Pero animémonos también a frenar al que habla con violencia, que tiene la boca como una cloaca. A veces las personas se han acostumbrado a hablar así y no se dan cuenta. Ayudemos a mejorar nuestros modos y formas de hablar para que todos mejoremos así parte de nuestra calidad de vida. Amén.

Querido Jesús, sé que muchas veces digo malas palabras y hablo groseramente sin darme cuenta, porque todos hablan así. Ayudame a cambiar esto, a darme cuenta cuando lo hago y a ayudar a otras personas a hablar mejor. Sé que esto es bueno para todos y baja la agresividad general de la sociedad en que vivimos. Te lo pido en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

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