viernes, 15 de febrero de 2013

17 de Febrero

Cada latido de nuestro corazón marca el ritmo de una poesía hecha por Dios, escuchemos con el alma las poesías presentes en las Escrituras:

Salmo 91

“El que habita al amparo del Altísimo
Morará a la sombra del Omnipotente.
Diré yo al Señor: “Refugio mío y fortaleza mía,
Mi Dios, en quien confío.”
Porque El te libra del lazo del cazador
Y de la pestilencia mortal.
Con Sus plumas te cubre,
Y bajo Sus alas hallas refugio;
Escudo y baluarte es Su fidelidad.

No temerás el terror de la noche,
Ni la flecha que vuela de día,
Ni la pestilencia que anda en tinieblas,
Ni la destrucción que hace estragos en medio del día.
Aunque caigan mil a tu lado
Y diez mil a tu diestra,
A ti no se acercará.
Con tus ojos mirarás
Y verás la paga de los impíos.
Porque has puesto al Señor, que es mi refugio,
Al Altísimo, por tu habitación.
No te sucederá ningún mal,
Ni plaga se acercará a tu morada.

Pues El dará órdenes a Sus ángeles acerca de ti,
Para que te guarden en todos tus caminos.
En sus manos te llevarán,
Para que tu pie no tropiece en piedra.
Sobre el león y la cobra pisarás;
Pisotearás al cachorro de león y a la serpiente.

“Porque en Mí ha puesto su amor, Yo entonces lo libraré;
Lo exaltaré, porque ha conocido Mi nombre.
Me invocará, y le responderé;
Yo estaré con él en la angustia;
Lo rescataré y lo honraré;
Lo saciaré de larga vida,
Y le haré ver Mi salvación.” Amén.

Curiosidades

¿Qué significa "palabra" en el lenguaje bíblico?

En el AT “la palabra de Dios” se usa 394 veces para hacer referencia a una comunicación divina que llega a los seres humanos de parte de Dios en forma de mandamiento, profecía, advertencia o aliento. La fórmula usual es “vino palabra de mi Señor a…”, pero a veces la palabra es “vista”, como si fuese una visión. La palabra de mi Señor es extensión de la personalidad divina, investida con autoridad divina, y debe ser escuchada por ángeles y personas; permanece para siempre, y una vez pronunciada no puede volver sin que se cumpla. Se la usa como sinónimo de ley de Dios en el Salmo 119, único lugar donde se hace referencia a ella como mensaje escrito en lugar de hablado.
En el NT es traducción de dos términos, logos y rhema, de los que el primero se usa especialmente en cuanto al mensaje evangélico cristiano, aunque el segundo también tiene el mismo significado. Nuestro Señor habló de la palabra de Dios, pero en los evangelios sinópticos siempre se valió del plural al hablar de su propio mensaje. En el cuarto evangelio, sin embargo, con frecuencia se encuentra el singular. Para la iglesia primitiva la palabra es un mensaje revelado por Dios en Cristo, que debía ser predicado, atendido, y obedecido. Se trataba de la palabra de vida, de verdad, de salvación, de reconciliación, de la cruz.

Evangelio

Desde el interior de las Escrituras se oyen latidos de vida, ¿qué significan esos sonidos? Escuchemos atentamente el texto bíblico de hoy:

Romanos 10:5-13

“Pues Moisés escribe que el hombre que practica la justicia que es de la ley, vivirá por ella. Pero la justicia que es de la fe, dice así: “No digas en tu corazón: ‘¿Quien subirá al cielo?’ Esto es, para hacer bajar a Cristo, o ‘¿Quien descenderá al abismo?’ Esto es, para subir a Cristo de entre los muertos.”
Pero, ¿qué dice? “Cerca de ti esta la palabra, en tu boca y en tu corazón,” es decir, la palabra de fe que predicamos: que si confiesas con tu boca a Jesús por Señor, y crees en tu corazón que Dios Lo resucitó de entre los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, y con la boca se confiesa para salvación.
Pues la Escritura dice: “Todo el que cree en El no será avergonzado.” Porque no hay distinción entre Judío y Griego, pues el mismo Señor es Señor de todos, abundando en riquezas para todos los que Le invocan; porque: “Todo aquel que invoque el nombre del Señor será salvo.” Amén.
Los textos bíblicos nos dicen cosas, pero sólo si reflexionamos sobre lo que oímos podremos escuchar los verdaderos latidos de Dios: momento de reflexión:

Me gusta pensar que la fe en Jesús nos iguala a todos y que rompe todas las barreras.
Hoy se habla mucho de inclusión y de aceptación del otro, pero no es tan fácil llevarlo a la práctica, porque el pensar diferente, el tener costumbres diferentes, requiere un esfuerzo de todas las partes. El aspecto físico es algo absolutamente irrelevante comparado con el intentar una comunión, una convivencia en el respeto y la aceptación.
Nuestra tendencia es querer imponer lo nuestro como lo mejor, porque es lo mejor para nosotros y eso es lógico. Muchas veces lo hacemos inconscientemente, y eso es peor aún, porque a veces hasta nos sentimos muy abiertos y receptivos y no lo somos.
Pero ahí está el mensaje de Cristo, el que nos hermana y el Espíritu que es el que nos da la capacidad de la aceptación mutua en las diferencias. La convicción de que Jesucristo murió por todas las personas de este mundo, incluso aquellas que no nos caen bien o que incluso nos hacen daño, es lo que también nos permite comprender que en la diferencia está la riqueza.
Uno de los países en donde ha sido y lo sigue siendo, muy fuerte la discriminación entre las personas es Sudáfrica. Una de las formas de comprenderse en su pluralidad de etnias y pueblos fue el arco iris. Los colores diferentes del arco iris son los que lo hacen hermoso y son su esencia. Lo mismo es la diversidad en cuanto a costumbres, creencias, color de piel, sexualidad y tantas otras cosas más.
Al mismo tiempo, los colores del arco iris componen la luz. Si para nosotros la Luz es Cristo, es obvio que estando El en cada uno de nosotros, al igual que cuando la luz pasa por el prisma aparecen los colores, diferentes pero necesarios para dar luz.
Si creemos en Cristo podemos ser luz, y aunque brillemos de diferentes colores todos podemos iluminar y eso es lo bueno. Amén.

Querido Jesús, ayudame a aceptar al otro que es diferente a mí, a ése que también me mira como a una extraña. Ayudame a buscar una vida en la unidad, de poner en práctica las palabras de Pablo que dicen: Porque no hay distinción entre Judío y Griego, pues el mismo Señor es Señor de todos, abundando en riquezas para todos los que Le invocan; porque: “Todo aquel que invoque el nombre del Señor será salvo.” Te lo pido a vos que nunca hiciste diferencias entre las personas cuando pasaste por la tierra, que junto al Padre y al Espíritu Santo vives y reinas por toda la eternidad. Amén.

No hay comentarios:

Publicar un comentario