viernes, 23 de noviembre de 2012

25 de Noviembre

Cada latido de nuestro corazón marca el ritmo de una poesía hecha por Dios, escuchemos con el alma las poesías presentes en las Escrituras:

Salmo 93

“¡El Señor reina!
¡El Señor se ha vestido de magnificencia!
¡El Señor se ha revestido de gran poder!
¡El Señor afirmó el mundo, y éste no se moverá!
Su trono es firme desde el principio.
¡El Señor es el Rey eterno!

Los ríos levantaron, Señor;
los ríos levantaron su voz;
los ríos levantaron sus olas.
Tú, Señor, en las alturas,

eres más poderoso que el estruendo de los mares;
¡más poderoso que las fieras olas del mar!

Tus testimonios, Señor, permanecen firmes;
la santidad es el adorno de tu templo,
por siempre y para siempre.Amén.

Curiosidades

¿Qué era el pretorio?

La palabra originalmente señalaba la sede del pretor o del general en el campamento, pero más tarde se aplicó a la residencia oficial del gobernador provincial. El término se usa en los Evangelios para referirse a la residencia temporaria del procurador en Jerusalén durante su estadía en esa ciudad. En este edificio se realizó el juicio de Jesús ante Pilato (Mt. 27:27; Mr. 15:16; Jn. 18:28, 33; 19:9). No hay certeza si este lugar fue el palacio de Herodes, ubicado donde ahora está la ciudadela, en la parte oeste de Jerusalén; o si fue en la Torre Antonia, o fortaleza construida también por él, al norte del templo.
El Pretorio de Hch. 23:35 se refiere al magnífico palacio de Herodes, en Cesarea, que era la residencia oficial de los procuradores de Palestina (6-41 d.C. y 44-66 d.C.). En Filipenses 1:13 se usa también la misma palabra griega, pero su significado es discutido. Si la epístola a los Filipenses fue escrita desde Roma, como es lo más probable, no se puede referir a un palacio, que en Roma no se llamaba "pretorio", sino a la "guardia pretoriana" o al tribunal de justicia, que en ambos casos se designaban con el término praitorion. Esta guardia estaba formada por un grupo de soldados que asistía al emperador y a los miembros de su familia en Roma y fuera de ella. En tiempos de Pablo constaba de 10 compañías de 500 soldados cada una, y estaba a las órdenes de un tribuno. Estos guardias servían durante 16 años y recibían el triple del pago que se daba a los legionarios; su campamento estaba en las afueras de la ciudad.

Evangelio

Desde el interior de las Escrituras se oyen latidos de vida, ¿qué significan esos sonidos? Escuchemos atentamente el texto bíblico de hoy:

Juan 18:33-37

“Pilato volvió a entrar en el pretorio; llamó entonces a Jesús, y le preguntó: «¿Eres tú el Rey de los judíos?» Jesús le respondió: «¿Dices tú esto por ti mismo, o te lo han dicho otros de mí?» Pilato le respondió: «¿Soy yo acaso judío? Tu nación, y los principales sacerdotes, te han puesto en mis manos. ¿Qué has hecho?» Respondió Jesús: «Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mis servidores lucharían para que yo no fuera entregado a los judíos. Pero mi reino no es de aquí.» Le dijo entonces Pilato: «¿Así que tú eres rey?» Respondió Jesús: «Tú dices que yo soy rey. Yo para esto he nacido, y para esto he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. Todo aquel que es de la verdad, oye mi voz.»” Amén.

Los textos bíblicos nos dicen cosas, pero sólo si reflexionamos sobre lo que oímos podremos escuchar los verdaderos latidos de Dios: momento de reflexión:

Una de las cosas más difíciles desde los primeros tiempos fue la de entender a qué Reino pertenecemos como cristianos y qué implicancia política tiene esto. Incluso para los mismos cristianos.
Cuando los seguidores de Jesús eran perseguidos y minoría absoluta, el pertenecer a este Reino y obedecer al Señor de los Cielos, significaba también estar en contra del imperio, ya que el César exigía sumisión y adoración como hijo de Dios. Los cristianos estaban en contra del sistema imperial.
Una vez que el emperador Constantino se convierte a la fe cristiana, la religión pasa a estar del lado del poder y esto, de alguna manera complicó las cosas, y de alguna manera, la perjudicó también.
Así es que comienza una larga historia en donde el cristianismo vive un constante vaivén entre el poder y la denuncia profética, como un movimiento pendular en el aún hoy se encuentra.
Si tengo que dar mi opinión personal acerca de este tema, yo estoy convencida de que de ninguna manera la Iglesia y el poder pueden ir juntos. Porque la Iglesia pierde su voz profética y justifica y apaña en el nombre se Cristo sus “movidas” y “trenzas”, y eso no tiene nada que ver con el Evangelio.
Si pensamos en Jesús y lo que lo llevó a la cruz, no hay dudas de que su constante denuncia hacia las estructuras de poder fueron las razones, pero encubiertas bajo el argumento que Jesús era un atrevido que se adjudicaba ser Hijo de Dios.
¿A qué Reino pertenecemos los cristianos? A ese reino sin fronteras en donde todos somos hijos e hijas de Dios que nos debemos aceptar y amar por encima de nuestras diferencias, en donde no podemos permitir que haya personas que sufran hambre, violencia e injusticia. Como cristianos somos llamados a levantar nuestra voz en defensa de los derechos humanos, de la ecología, de la libertad incluso de credos.
Los cristianos formamos parte de un Reino que abarca todos los países del mundo, en donde respetamos a las autoridades y sus decisiones en la medida que sean justos y honestos, pero que denunciamos y le ponemos palos en la rueda, si son corruptos y absolutistas. Somos de este mundo, pero obedecemos a un Soberano que gobierna el universo con su amor y su justicia, y esa obediencia está por encima de cualquier ley humana.
Por eso es que los cristianos somos los mejores ciudadanos, si seguimos el camino de Jesús, pero también los opositores más firmes a cualquier sistema de muerte. Amén.

Querido Jesús, quiero ser fuerte como vos, que frente a Pilato no temblaste y le hablaste con toda la tranquilidad de conciencia, diciendo la verdad, sólo la verdad. Sé que tu camino no es fácil y que tengo que ser valiente, no temerle ni al poder de turno ni a las burlas de aquellos que creen que soy una tonta cuando digo que creo en Cristo y el modelo de amor que nos dejaste. Te lo pido en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

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