sábado, 27 de octubre de 2012

28 de Octubre

Cada latido de nuestro corazón marca el ritmo de una poesía hecha por Dios, escuchemos con el alma las poesías presentes en las Escrituras:

Salmo 126

“Cuando el Señor nos haga volver a Sión,
nos parecerá estar soñando.
Nuestra boca se llenará de risa;
nuestra lengua rebosará de alabanzas.
Entonces las naciones dirán:
«¡El Señor ha hecho grandes cosas por éstos!»
Sí, el Señor hará grandes cosas por nosotros,
y eso nos llenará de alegría.

Señor, ¡haz que volvamos de nuestra cautividad,
y que corramos libres como los arroyos del desierto!
¡Haz que los que siembran con lágrimas
cosechen entre gritos de alegría!
¡Que los que entre sollozos esparzan la semilla,
vuelvan alegres trayendo sus gavillas!”
Amén.

Curiosidades

¿Cómo eran los mantos o capas de los que habla La Biblia?

La túnica era una camisa que se usaba junto al cuerpo. Se hacía de piel, tela de pelo, lana, lino, y en tiempos modernos usualmente de algodón. La forma más sencilla era sin mangas, y llegaba hasta la rodilla y algunas veces al tobillo. La gente "bien" la usaba con mangas y hasta el tobillo, tanto las mujeres como los hombres las usaban, aun cuando sin duda había una diferencia de estilo y modelo en lo que ambos usaban. Entre las clases pobres, la túnica era la única prenda de vestir usada en verano. Las personas de más alta clase usan solamente la túnica en el interior de su casa, pero no la usaban sin llevar una vestidura encima cuando estaban fuera de casa, o cuando recibían alguna persona.
En los tiempos bíblicos había una túnica más suelta y más larga, que algunas veces se usaba, pero no por la gente común. En la Biblia aparece como utilizado por los reyes, por los profetas, por los nobles, y algunas veces por los jóvenes. Algunos eruditos bíblicos piensan que era un tercer vestido, es decir, aparte de la túnica acostumbrada y la capa exterior. Pero otros han pensado de esto como de un manto especial que se usaba sobre la túnica, y ésta puede haber tomado el lugar de la capa.
Si la túnica no se sujetaba con un cinto, podía estorbar, no permitiendo andar libremente, así es que siempre se usa un cinto cuando se sale del hogar para hacer cualquier. Hubo antes y hay actualmente dos clases de cintos. Uno era la variedad común, hecho de cuero, por lo regular de quince centímetros de ancho y equipado con broches. Esta era la clase de cinto usada por Elías, y por Juan el Bautista. El otro es de una clase más costosa. Es de lino, aunque algunas veces era de seda o de material bordado. Es generalmente de ancho, como de una mano. El cinto sirve como un bolsillo donde se guarda dinero y otras cosas que se necesitan. El cinto también se usaba para afianzar la espada de la persona a su cuerpo.
El vestido exterior que los aldeanos palestinos usan, es una larga que serviría a los occidentales de abrigo. Se fabrica de o pelo de cabra y algunas veces de algodón. Es de color café oscuro de diferentes tonos y con tiras blancuzcas perpendiculares, como abrigo contra el viento y la lluvia, y como cobertor por las noches. Es un cuadro más o menos común el ver a un hombre andando en un día caluroso, llevando su pesada capa. Y si se le pregunta por qué la lleva, su contestación será, "Lo que resguarda del frío, resguarda también del calor".
Fue este vestido o capa exterior la que usó Elías para abrir aguas del río Jordán cruzándolo en seco con Eliseo. Luego, al transportado al cielo, su capa vino a ser propiedad de Eliseo. Los tres jóvenes hebreos que fueron arrojados al horno ardiendo, estaban ataviados con sus mantos, así como de sus capas y otro vestido.
La ley de Moisés contenía un mandamiento explícito acerca de este vestido exterior. Dice la Ley:
"Si tomares una prenda de vestido de tu prójimo, a la puesta del sol se la volverás: porque sólo aquello es su cubierta, es aquel el vestido para cubrir sus carnes, en el que ha de dormir: y que cuando él a mí clamare, yo entonces le oiré, porque soy misericordioso" (Ex. 22:26, 27).
La necesidad de este mandamiento se entiende fácilmente si se sabe cómo el manto se usaba por la noche. El acostarse por la noche es un asunto muy sencillo para los beduinos y labriegos. Esteras, alfombras o colchones se usan para acostarse, pero el huésped no provee nada. Cada persona provee lo propio que consiste en su manto. Estando su tejido muy apretado, es caliente, y si la persona duerme fuera en el campo, su abrigo lo resguarda aun de la lluvia
Los judíos siempre usaban un turbante en público, porque en ciertas estaciones del año es peligroso en Palestina exponer la cabeza a los ardientes rayos del sol. Este turbante era hecho de material grueso y se pasaba varias veces en derredor de la cabeza. Eran algo parecidos a nuestros pañuelos y eran hechos de lino. Recientemente se fabrican de algodón. El patriarca Job y el profeta Isaías mencionan el uso de turbantes como tocado.




Evangelio

Desde el interior de las Escrituras se oyen latidos de vida, ¿qué significan esos sonidos? Escuchemos atentamente el texto bíblico de hoy:

Marcos 10:46-52

“Llegaron a Jericó, y al salir de la ciudad Jesús iba seguido de sus discípulos y de una gran multitud. Junto al camino estaba sentado un mendigo llamado Bartimeo hijo de Timeo, que era ciego. Cuando éste supo que quien venía era Jesús de Nazaret, comenzó a gritar y a decir: «Jesús, Hijo de David, ¡ten misericordia de mí!» Muchos lo reprendían para que callara, pero él gritaba con más fuerza: «Hijo de David, ¡ten misericordia de mí!» Jesús se detuvo y mandó que lo llamaran. Los que llamaron al ciego le dijeron: «¡Mucho ánimo! ¡Levántate, que Jesús te llama!» Arrojando su capa, el ciego dio un salto y se acercó a Jesús, y Jesús le preguntó: «¿Qué quieres que haga por ti?» El ciego le respondió: «Maestro, quiero recobrar la vista.» Jesús le dijo: «Vete, tu fe te ha salvado.» Y enseguida el ciego recobró la vista, y siguió a Jesús en el camino.” Amén.

Los textos bíblicos nos dicen cosas, pero sólo si reflexionamos sobre lo que oímos podremos escuchar los verdaderos latidos de Dios: momento de reflexión:

¿Cuántas veces los cristianos mismos somos la barrera que no permite el acceso de los necesitados a Jesús?
Claman y claman, pero nosotros sentimos en ellos un estorbo, algo estéticamente feo, que nuestro Señor no merece y que hay cosas más importantes y bonitas que queremos acercarle.
Una de las cosas que nos gustan mucho son las celebraciones, los encuentros, esos momentos en donde la belleza y la armonía son el centro y nos dejan a todos los que estamos ahí, reconfortados y agradecidos.
Si bien son buenos esos espacios para nuestro crecimiento, es solo una parte de la vida de fe. Hay otra, algo más oscura y menos estética, pero que tiene que ver con el compromiso concreto con el que sufre, y que no puede sernos ajeno si sostenemos que somos cristianos.
Jesús, mientras caminaba aquí en la tierra se relacionó con todo tipo de personas y se sentó en muchas mesas, algunas abundantes, otras con lo necesario, pero todas las veces, los anfitriones lo buscaban a él. Y esto era y es lo que Jesús espera, que toda persona que lo busque tenga acceso y que no sea discriminada porque no encaja con el “ambiente”.
Cada vez que celebramos la Santa Cena en nuestra comunidad repetimos las palabras de Jesús: “Vengan a mí todos ustedes que están cansados de sus trabajos y de sus cargas y yo les daré descanso”, y con ellas expresamos justamente que no se necesita otra cosa que querer estar con Jesús, no hay que pasar por un derecho de admisión, ni un examen previo, ni nada.
No seamos nosotros los que impidamos que las personas busquen en Jesús un descanso, que encuentren junto a él el alivio en sus vidas. Recibamos a todas las personas que acerquen a nuestra comunidad o a nosotros, simplemente, así como Jesús mismo lo hizo, preguntando ¿qué están buscando?
La vida, la fe, el mensaje de Jesús, si se comparte, se multiplica y crece. Esa es la misión que Cristo nos ha dejado. Amén.

Querido Jesús, a veces elijo a las personas, no escucho a las que te buscan en mí. Ayudame a ser generosa en la proclamación del evangelio, a comprender que incluso aquellas personas que me causan impresión o me repelen tienen derecho a acceder a tu mensaje. Ayudame a comprender que vos has derramado dones en todas las personas, incluso aquellas que todavía no lo han descubierto porque han perdido su autoestima. Te lo pido a vos que no despreciaste al ciego que clamaba por tu ayuda, y que vives y reinas junto al Padre y al Espíritu Santo. Amén.

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