viernes, 13 de noviembre de 2009

Domingo 15 de Noviembre

Cada latido de nuestro corazón marca el ritmo de una poesía hecha por Dios, escuchemos con el alma las poesías presentes en las Escrituras:

Salmo 16

“Guárdame, oh Dios, en ti está mi refugio.

Yo digo a mi Señor: ‘Tú eres mi Señor,
mi bien, nada hay fuera de ti’;
ellos, en cambio, a los santos que hay en la tierra:
‘¡Magníficos, todo mi gozo en ellos!’

Sus ídolos abundan, tras ellos van corriendo.
Mas yo jamás derramaré sus libámenes de sangre,
jamás tomaré sus nombres en mis labios.

Mi Señor, la parte de la herencia y de mi copa,
tú mi suerte aseguras;
la cuerda me asigna un recinto de delicias,
mi heredad es preciosa para mí.

Bendigo a mi Señor que me aconseja;
aun de noche mi conciencia me instruye;
pongo a mi Señor ante mí sin cesar;
porque él está a mi diestra, no vacilo.

Por eso se me alegra el corazón, mis entrañas retozan,
y hasta mi carne en seguro descansa;
pues no has de abandonar mi alma al seol,
ni dejarás a tu amigo ver la fosa.
Me enseñarás el camino de la vida,
hartura de goces, delante de tu rostro,
a tu derecha, delicias para siempre.” Amén.

Curiosidades

¿Por qué se nombra la higuera como ejemplo?

La higuera es originaria de Asia menor y la región oriental del Mediterráneo. Es un árbol de hasta 11 m. de altura, aunque a menudo crece en forma de arbusto de varios tallos en lugares rocosos. En épocas primitivas se empezó a cultivar en Palestina, como la vid y el olivo; los tres se asocian a las promesas de prosperidad como también en advertencias proféticas. A menudo se planta la higuera junto a la vid, de modo que sus ramas y el follaje de la vid hicieron surgir la conocida expresión “cada uno debajo de su parra y debajo de su higuera”, como símbolo de bienestar y prosperidad continuada.
La improductividad o la destrucción de estos árboles de crecimiento lento, que requieren años de paciente labor, se considera una calamidad nacional, mientras que la productividad era símbolo de paz y favor divino. Frecuentemente se mencionan los higos junto con la vid, la palmera, y la granada.
Se dice que Adán y Eva se vistieron con delantales hechos de las anchas hojas de la higuera, y en oriente todavía se cosen las hojas de parra para envolver la fruta fresca que se envía al mercado, donde constituyen un valioso producto comercial. Se preparaba un excelente alimento con masa y tortas de higos secos, que era fácil de llevar y constituía un regalo aceptable. Isaías recetó “masa de higos” para curar la llaga de Ezequías.
La higuera ha inspirado numerosos símiles, metáforas, y proverbios. En épocas helenísticas los higos adquirieron tal importancia en la economía nacional que los griegos promulgaron leyes especiales para regular su exportación.

Evangelio

Desde el interior de las Escrituras se oyen latidos de vida, ¿qué significan esos sonidos? Escuchemos atentamente el texto bíblico de hoy:

Marcos 13:21-33

“Entonces, si alguno les dice: Miren, el Cristo aquí’ ‘Mírenlo allí’, no le crean. Pues surgirán falsos cristos y falsos profetas y realizarán señales y prodigios con el propósito de engañar, si fuera posible, a los elegidos. Ustedes, pues, estén sobre aviso; miren que les he predicho todo.
‘Mas por esos días, después de aquella tribulación, el sol se oscurecerá, la luna no dará su resplandor, las estrellas irán cayendo del cielo, y las fuerzas que están en los cielos serán sacudidas. Y entonces verán al Hijo del hombre que viene entre nubes con gran poder y gloria; entonces enviará a los ángeles y reunirá de los cuatro vientos a sus elegidos, desde el extremo de la tierra hasta el extremo del cielo’.
‘De la higuera aprendan esta parábola; cuando ya sus ramas están tiernas y brotan las hojas, saben que el verano está cerca. Así también ustedes, cuando vean que sucede esto, sepan que Él está cerca, a las puertas. Yo les aseguro que no pasará de esta generación hasta que todo esto suceda. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán. Mas de aquel día y hora, nadie sabe nada, ni los ángeles en el cielo, ni el Hijo, sino sólo el Padre’.” Amén.

Los textos bíblicos nos dicen cosas, pero sólo si reflexionamos sobre lo que oímos podremos escuchar los verdaderos latidos de Dios: momento de reflexión:

Mucho se habla del fin del mundo. Ya en varias ocasiones hubo hasta suicidios en masa a causa del temor de un fin violento, en donde todo acabe en una gran llamarada. Los terremotos, los eclipses, las pestes, los cambios de milenio… de todas estas cosas se han hecho profecías que se fundamentan en textos como el que acabamos de oír.
¿Quién no escuchó hablar alguna vez de las profecías de Nostradamus? ¿Quién no ha escuchado alguna vez sobre algún visionario que anunciaba día y hora de la catástrofe que por fin acabaría con el mundo y todo lo que hay en él?
Lo curioso es que pesar de haberse fundamentado en textos como el de hoy, en palabras del mismo Jesús, pareciera que no han seguido leyendo un poco más, cuando habla acerca de la higuera. Y ahí está la clave.
Jesús nunca dice que el mundo va a terminar en una gran explosión, sino que, al vivir todo tipo de calamidades, sepamos que éstas son señales para que nos preparemos. ¿Y cómo lo hacemos? Llevando a la práctica las palabras de Jesús, amando al prójimo, siendo misericordiosos, buscando la reconciliación… en fin dando testimonio de Jesús a través de nuestras vidas.
No tengas miedo al fin del mundo. No va a ser una gran explosión. ¿Qué sentido tendría un final así para una creación de la cual Dios estaba absolutamente conforme, aprobándola al decir “y vio Dios que era bueno”?
La próxima vez que alguien toque a tu puerta anunciando el fin del mundo, preguntale: ¿Cómo lo sabés, si el mismo Jesús dijo en Mateo 13:33, que sólo Dios sabe el día y la hora?
No te angusties ni te aflijas, no te dejes asustar por aquellos que pretenden saber más que Dios. No creas en los visionarios que aparecen hablando acerca de cosas que no saben.
Ocupá tu tiempo y tu esfuerzo para mejorar tu lugar, para transformar este mundo a través del amor, dando testimonio de Jesús, que entregó su vida por vos, por mí y por todos aquellos que confían en su Palabra. Amén.

Querido Señor, querido Jesús, a veces me quedo confundida. Son tantas las voces que hablan y que en tu nombre vaticinan acontecimientos terribles que me llenan de miedo. A veces estoy tranquilamente en casa, toca el timbre y una persona en la puerta me empieza a hablar de destrucción y muerte. No dejes que me confunda, no permitas que dude, ayudame a confiar en tu promesa de vida. Dame tu Espíritu para que me guíe y me acompañe, que me dé claridad y palabras de sabiduría para que también ayude a que otros no caigan en las redes de esos mentirosos. Te lo pido a vos, que junto al Padre y al Espíritu viven y reinan por toda la eternidad. Amén.

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