viernes, 20 de noviembre de 2009

22 de Noviembre

Cada latido de nuestro corazón marca el ritmo de una poesía hecha por Dios, escuchemos con el alma las poesías presentes en las Escrituras:

Salmo 93

“Reina mi Dios, de majestad vestido,
mi Dios vestido, ceñido de poder,
y el orbe está seguro, no vacila.
Desde el principio tu trono está fijado,
desde siempre existes tú.

Levantan los ríos, mi Dios,
levantan los ríos tu voz,
los ríos levantan su bramido;

más que la voz de muchas aguas
más imponente que las ondas del mar,
es imponente mi Dios en las alturas.

Son veraces del todo tus dictámenes;
la santidad es el ornato de tu Casa,
oh mi Dios, por el curso de los días.” Amén.

Curiosidades
¿Quién era Pilato?

Poncio Pilato era romano, de la orden ecuestre, o sea la clase alta. Poco sabemos de su carrera antes del año 26 d.C., pero en ese año el emperador Tiberio lo nombró quinto prefecto de Judea. En 1961 se encontraron pruebas de esto en una inscripción en Cesarea, parece que en los primeros años utilizó este título y luego fue reemplazado por el de procurador.
Como procurador ejerció el control total de la provincia y estuvo a cargo de los ejércitos de ocupación. Tenía plenos poderes de vida y muerte, y podía dejar sin efecto sentencias capitales decretadas por el sanedrín, que tenía que pedirle la ratificación. También nombraba a los sumos sacerdotes, y controlaba el templo y sus fondos: hasta las vestiduras del sumo sacerdote se hallaban bajo su custodia, y solamente se les dejaba llevarlas durante las festividades, época en la cual el procurador residía en Jerusalén y traía tropas adicionales para patrullar la ciudad.
Hubo varios cuestionamientos por parte del pueblo de Judea con respecto a su gobierno. Uno de ellos fue que utilizó dinero del tesoro del templo para construir un acueducto para llevar agua a la ciudad de Jerusalén desde un manantial ubicado a unos 40 km. De distancia. Decenas de miles de judíos se manifestaron contra el proyecto cuando Pilato llegó a Jerusalén, presumiblemente en época de alguna festividad, y él a su vez envió sus tropas disfrazadas en contra de ellos, como resultado de lo cual murió gran número de personas.
El historiador Filón lo describe como “por naturaleza rígido y porfiadamente duro” y “de naturaleza rencorosa, y hombre excesivamente iracundo”, también habla de “los sobornos, los actos de soberbia, los actos de violencia, los ultrajes, los casos de tratamiento basado en el rencor, los constantes asesinatos son juicio, la incesante y sumamente agraviante brutalidad” de los que podían acusarlo los judíos. Mientras que en el N.T. aparece como un hombre débil, dispuesto a inclinarse hacia lo expeditivo antes que hacia los principios, cuya autorización del asesinato judicial de Jesús se debió menos a un deseo de satisfacer a las autoridades judías que al temor de incurrir en el desagrado del emperador si Tiberio se enteraba de que había producido más desasosiego en Judea. Esto se hizo más evidente en la burla de los judíos al redactar el cartel que hizo colocar sobre la cruz.

Evangelio

Desde el interior de las Escrituras se oyen latidos de vida, ¿qué significan esos sonidos? Escuchemos atentamente el texto bíblico de hoy:

Juan 18:33-37

“Entonces Pilato entró de nuevo al pretorio y llamó a Jesús y le dijo: ‘¿Eres tú el Rey de los judíos?’ Respondió Jesús: ‘¿Dices eso por tu cuenta, o es que otros te lo han dicho de mí?’ Pilato respondió: ‘¿Es que yo soy judío? Tu pueblo y los sumos sacerdotes te han entregado a mí. ¿Qué has hecho?’ Respondió Jesús:
‘Mi Reino no es de este mundo.
Si mi Reino fuese de este mundo,
mi gente habría combatido
para que no fuese entregado a los judíos;
pero mi Reino no es de aquí’.
Entonces Pilato le dijo: ‘¿Luego tú eres Rey?’ Respondió Jesús:
‘Sí, como dices, soy Rey.
Yo para esto he nacido
y para esto he venido al mundo:
para dar testimonio de la verdad.
Todo el que es de la verdad, escucha mi voz’.” Amén.

Los textos bíblicos nos dicen cosas, pero sólo si reflexionamos sobre lo que oímos podremos escuchar los verdaderos latidos de Dios: momento de reflexión:

Vos, ¿escuchaste alguna vez la voz de Jesús?
Hace algunos días, una persona, en un estudio bíblico, expresó su deseo de vivir la experiencia de los profetas, de hablar con Dios de igual a igual, dialogar con Él, escuchar su voz y responderle.
Resulta difícil imaginarlo, pero tal vez el problema es que, cuando pensamos en esto de dialogar con Dios, siempre nos imaginamos que lo deberíamos hacer como cuando charlamos con cualquier persona.
Tal vez el problema está en que es difícil imaginarse lo que no se conoce, es difícil comprender que existen otras formas de comunicarse que las que utilizamos cotidianamente.
Es lo mismo que le pasa a Pilato cuando habla acerca del Reino. A Pilato no le cabe otro Reino que el que él vive, ansía y disfruta. Un Reino en donde sólo unos pocos tienen el poder y las riquezas, mientras muchos obedecen y mantienen el sistema.
El Reino de Jesús es todo lo contrario, el poder está en el amor, en buscar hacer el bien y ayudar a los demás. El Reino de Jesús no es un reino en donde unos pocos disfrutan mientras que muchos se sacrifican para sostener un sistema injusto. El Reino de Jesús, es un reino en donde hay un solo sacrificio para el bien de muchos. Y Jesús habla de este Reino. Lo podés encontrar en los evangelios, en las propias palabras de Jesús. Ahí te habla, y ahí lo podés escuchar.
Seguramente no vas a tener una aparición luminosa con trompetas y personas vestidas de blanco. Seguro que no. Jesús te habla a vos, como me habla a mí, pero a través del mundo que nos rodea. Utiliza a las personas y a las situaciones que vivimos para comunicarse con nosotros.
A veces aparece como una vocecita en nuestra cabeza que nos insiste con alguna cosa, que a veces nos incomoda, a veces nos ilumina, pero que siempre nos moviliza. Y así formamos parte de su reino, y como soldados suyos llevamos su mensaje a la gente, un mensaje que nos hace mejores, que transforma nuestro corazón, y nos hace luchar por cambiar este mundo, para que se achiquen las diferencias, para que se abra el diálogo, para que vayamos al encuentro.
Sí, Jesús te habla. Y te habla muchas veces al día. Está en vos tener tus oídos abiertos para recibir sus palabras. Amén.

Querido Jesús, ¿por qué necesito tantos requisitos para darme cuenta de tu presencia? ¿por qué no quiero darme cuenta de que a toda hora me estás hablando, me estás buscando? Abrime mis oídos a tus palabras. Ayudame a comprender de qué se trata tu Reino, haceme soldado tuyo, para trabajar para tu Reino. Sé que tenés las respuestas para mis preguntas, sé que tenés las palabras que necesito a cada momento, sólo me falta prestar la atención que vos necesitás y que a mí me hace bien. Te lo pido a vos reinás por toda la eternidad junto al Padre y al Espíritu Santo. Amén.

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