sábado, 15 de abril de 2017

16 de Abril – Pascua

Cada latido de nuestro corazón marca el ritmo de una poesía hecha por Dios, escuchemos con el alma las poesías presentes en las Escrituras:

Salmo 118

“Alaben a mi Señor, porque él es bueno, 
       porque para siempre es su misericordia.

Diga ahora Israel 
       que para siempre es su misericordia.
Diga ahora la casa de Aarón
       que para siempre es su misericordia.
Digan ahora los que temen a mi Señor 
       que para siempre es su misericordia.

Desde la angustia invoqué a mi Señor, 
    y me respondió mi Señor, poniéndome en lugar espacioso.
Mi Señor está conmigo; no temeré 
    lo que me pueda hacer el hombre.
Mi Señor está conmigo entre los que me ayudan; 
    por tanto, yo veré mi deseo en los que me aborrecen.
Mejor es confiar en mi Señor 
    que confiar en el hombre.
Mejor es confiar en mi Señor 
    que confiar en príncipes.

Todas las naciones me rodean; 
    mas en el nombre de mi Señor yo las destruiré.
Me rodean y me asedian; 
    mas en el nombre de mi Señor yo las destruiré.
Me rodean como abejas; 
    se enardecen contra mí como fuego entre espinos; 
    mas en el nombre de mi Señor yo las destruiré.
 Me empujaste con violencia para que cayera, 
    pero me ayudó mi Señor.
Mi fortaleza y mi cántico es mi Señor, 
    y él me ha sido por salvación.

 Voz de júbilo y de salvación 
    hay en las tiendas de los justos;
    la diestra de mi Señor hace proezas.
La diestra de mi Señor es sublime; 
    la diestra de mi Señor hace valentías.
¡No moriré, sino que viviré 
    y contaré las obras de mi Señor!
Me castigó gravemente mi Señor, 
    pero no me entregó a la muerte.

¡Ábranme las puertas de la justicia; 
    entraré por ellas, alabaré a mi Señor;
ésta es la puerta de mi Señor; 
    por ella entrarán los justos!
Te alabaré porque me has oído 
    y me fuiste por salvación.
La piedra que desecharon los edificadores 
    ha venido a ser la cabeza del ángulo.
De parte de mi Señor es esto 
    y es cosa maravillosa a nuestros ojos.
Este es el día que hizo mi Señor; 
    ¡nos gozaremos y alegraremos en él!
Mi Señor, sálvanos ahora, te ruego; 
    te ruego, mi Señor, que nos hagas prosperar ahora.
¡Bendito el que viene en el nombre de mi Señor! 
    Desde la casa de mi Señor los bendecimos.
Mi Señor es Dios y nos ha dado luz; 
    aten víctimas con cuerdas 
    a los cuernos del altar.

Mi Dios eres tú y te alabaré; 
    Dios mío, te exaltaré.

Alaben a mi Señor, porque él es bueno, 
       porque para siempre es su misericordia.” Amén.

Curiosidades

¿Qué características tenían los actores principales de la Guerra de los Campesinos de 1525?

Gran parte de los pequeños campesinos y siervos, oprimidos por múltiples y fuertes dependencias respecto de sus Señores, no estaban para nada movidos por el ardor guerrero. En su gran mayoría, analfabetos, ignorantes y habituados de tiempo atrás a su condición servil, lo que más les interesaba era recuperar antiguos beneficios perdidos y poder vivir modesta y pacíficamente en el respeto y en el temor de Dios. Sus anhelos se reducían a limitar las cargas y moderar las servidumbres que pesaban sobre ellos. Pero aun esto chocaba contra las piedras angulares del orden existente, lo que acrecentaba su sentimiento de inmerecida injusticia.
Las clases superiores de las poblaciones rurales eran, sobre todo, las que anhelaban cambios más profundos. Entre estos grupos se encontraban funcionarios de las comunidades, jueces rurales, artesanos, trabajadores manuales, así como burgueses que explotaban predios en las campañas, los así llamados "Ackerbürger". Estos grupos sostenían el levantamiento y presionaron en muchos casos a los más pobres y a los indigentes a enrolarse en las bandas campesinas. En realidad, numerosos sectores de las burguesías ciudadanas se hallaban en una situación paradójica: por una parte, su prosperidad económica dependía de los favores del clero y de la nobleza, y de los hábitos de consumo de éstos; por otra, se veían limitados en sus ambiciones de expansión por la rigidez y las cargas de las estructuras feudales.
Tales factores explican que también se haya referido al levantamiento del año 1525 como "la revolución del hombre común" y, más recientemente, como "la temprana revolución burguesa".
Finalmente, un cierto número de nobles, algunos tránsfugas, otros mercenarios, otros movidos por diversas razones y expectativas, se enrolaron del lado de los campesinos y les brindaron apoyo, no necesariamente desinteresado, para las acciones militares (o saqueos). Dos de los más célebres fueron Florian Geyer y Götz von Berlichingen, este último apodado “el caballero de la mano de hierro”.
https://es.wikipedia.org/wiki/Guerra_de_los_campesinos_alemanes

Evangelio

Desde el interior de las Escrituras se oyen latidos de vida, ¿qué significan esos sonidos? Escuchemos atentamente el texto bíblico de hoy:

Mateo 28:1-10

“Después del sábado, al amanecer del primer día de la semana, vinieron María Magdalena y la otra María para ver el sepulcro. Y he aquí, hubo un gran terremoto; porque el ángel del Señor descendió del cielo, y al llegar removió la piedra y se sentó sobre ella. Su aspecto era como un relámpago, y su vestidura era blanca como la nieve. Los guardias temblaron por miedo de él y quedaron como muertos. Y respondiendo el ángel dijo a las mujeres:
—No teman, porque sé que buscan a Jesús, quien fue crucificado. No está aquí, porque ha resucitado, así como dijo. Vengan, vean el lugar donde estaba puesto. Vayan de prisa y digan a sus discípulos que ha resucitado de entre los muertos. He aquí va delante de ustedes a Galilea. Allí lo verán. He aquí se los he dicho.
Entonces ellas salieron a toda prisa del sepulcro con temor y gran gozo, y corrieron a dar las nuevas a sus discípulos. Y he aquí, Jesús les salió al encuentro, diciendo:
—¡Les saludo!
Y acercándose ellas, abrazaron sus pies y lo adoraron. Entonces Jesús les dijo:
—No teman. Vayan, den las noticias a mis hermanos, para que vayan a Galilea. Allí me verán.” Amén.

Los textos bíblicos nos dicen cosas, pero sólo si reflexionamos sobre lo que oímos podremos escuchar los verdaderos latidos de Dios: momento de reflexión:

Me gusta imaginarme la mañana en que las mujeres, con sus brazos llenos de perfumes y vendas fueron al sepulcro y se encontraron con la tumba vacía, y la gran noticia que su Señor había cumplido con su promesa de resurrección.
Me gusta pensar en la caminata en una mañana de primavera, con una brisa entre cálida y fresca, los aromas de flores y pasto tierno.
Me gusta pensar en el impacto de sentir el temblor de tierra y la piedra del sepulcro corrida con un ángel sentado sobre ella. ¡Qué impresión! ¿qué habrá pasado en las cabezas de esas mujeres?
Y finalmente, me gusta pensar en sus corazones latiendo de alegría por la noticia de la resurrección, aunque no supieran a ciencia cierta lo que eso implicaba o significaba.
Las puedo imaginar corriendo a contar la noticia a quienes ni quisieron acompañarlas para hacerle los últimos homenajes a su amigo y maestro muerto.
Siempre que llega la Pascua, el domingo de Resurrección, me gusta pensar que lo estamos viviendo ahora, que estamos disfrutando de la gran noticia y la estamos compartiendo con la alegría de ese momento.
En este tiempo, disfruto de regalar huevos de chocolate diciendo ¡feliz resurrección de Cristo! Porque ése es el símbolo de los huevos: la esperanza de la vida, una vida que late, que transforma, que sorprende.
Hoy nuevamente estamos celebrando la Pascua, celebrando que Jesús venció a la muerte, de una vez y para siempre, y que nos propone animarnos a vivir esta vida sin ataduras, sin sometimiento a nadie.
La Pascua es sinónimo de libertad, de dignidad y autenticidad. Jesús resucitó para que cada persona pueda vivir la vida en la tranquilidad que Dios es quien tiene el control del universo, y que como un padre, como una madre, quiere que cada uno de nosotros seamos felices y plenos. ¡Felices Pascuas para todos/as! Amén.

Querido Jesús ¡Gracias por el gran regalo que nos das hoy! Por vencer a la muerte y toda su destrucción, y por darnos la vida en abundancia. Ayúdame a aprovechar esta oportunidad única que me das para anunciar esta gran noticia no sólo en palabras, sino, sobre todo en mi forma de vivir y brindarme a los demás. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

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