viernes, 12 de marzo de 2010

14 de Marzo

Cada latido de nuestro corazón marca el ritmo de una poesía hecha por Dios, escuchemos con el alma las poesías presentes en las Escrituras:

Salmo 34

“Bendeciré a mi Señor en todo tiempo,
sin cesar en mi boca su alabanza;
en mi Señor mi alma se gloría,
¡óiganlo los humildes y se alegren!
Engrandezcan conmigo a mi Señor,
ensalcemos su nombre todos juntos.
He buscado a mi Señor, y me ha respondido:
me ha librado de todos mis temores.

Los que miran hacia él, refulgirán:
no habrá sonrojo en su semblante.
Cuando el pobre grita, mi Señor oye,
y lo salva de todas sus angustias.
Acampa el ángel de mi Señor
en torno a los que le temen y los libra.
Gusten y vean qué bueno es mi Señor,
dichoso el hombre que se cobija en él.

Teman a mi Señor ustedes, santos suyos,
que a quienes le temen no les falta nada.
Los ricos quedan pobres y hambrientos,
mas los que buscan a mi Señor de ningún bien carecen.
Vengan, hijos, óiganme,
el temor de mi Señor voy a enseñarles.
¿Quién es el hombre que apetece la vida,
deseoso de días para gozar de bienes?
Guarda del mal tu lengua,
tus labios de decir mentira;
apártate del mal y obra el bien,
busca la paz y anda tras ella.

Los ojos de mi Señor sobre los justos,
y sus oídos hacia su clamor,
el rostro de mi Señor contra los malhechores,
para raer de la tierra su memoria.
Cuando gritan aquellos, mi Señor oye,
y los libra de todas sus angustias;
mi Señor está cerca de los que tienen roto el corazón,
él salva a los espíritus hundidos.
Muchas son las desgracias del justo,
pero de todas lo libera mi Señor;
todos sus huesos guarda,
no será quebrantado ni uno solo.
La malicia matará al impío,
los que odian al justo lo tendrán que pagar.
Mi Señor rescata el alma de sus siervos,
nada habrán de pagar los que en él se cobijan.” Amén.

Curiosidades

¿Qué significaba, en el contexto de la parábola, vivir como un libertino?

Siempre que se ha leído lo que generalmente conocemos como “la parábola del hijo pródigo”, cuando se describe la vida que el hijo menor vive lejos de la casa de su padre, erróneamente se ha tomado la palabra “libertino” como alguien que no tiene escrúpulos y que vive una vida entregada a los placeres.
Lo curioso que esta palabra no fue utilizada, en principio, con esa intención. Una persona vivía como libertina significaba que llevaba una vida fuera de los preceptos judíos, esto es, vivía como cualquier publicano, cualquier persona que no profesaba la religión judía. El hermano menor vivió, entonces, como un pagano, lejos de la ley de Dios y de Moisés.
Ahora, ¿por qué siempre entendemos que el hermano menor gastó todo su dinero en prostitutas?
Porque hemos sido influenciados por las palabras del hermano mayor, que acusa a su hermano de haber malgastado toda su herencia en prostitutas. Hemos sido condicionados por las palabras del hermano mayor y de sus malos pensamientos, pero en el relato de ninguna manera aparece que así hubiera sido: simplemente, el tiempo que estuvo en tierra extraña, alejado de su hogar, vivió como las demás personas que lo rodeaban.

Evangelio

Desde el interior de las Escrituras se oyen latidos de vida, ¿qué significan esos sonidos? Escuchemos atentamente el texto bíblico de hoy:

Lucas 15:1-3.11-32

Todos los publicanos y los pecadores se acercaban a él para oírlo, y los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: ‘Este acoge a los pecadores y come con ellos. Entonces les dijo esta parábola.
Dijo: ‘Un hombre tenía dos hijos; y el menor de ellos dijo al padre: ‘Padre, dame la parte de la hacienda que me corresponde.’ Y él les repartió la hacienda.Pocos días después el hijo menor lo reunió todo y se marchó a un país lejano donde malgastó su hacienda viviendo como un libertino.
‘Cuando hubo gastado todo, sobrevino un hambre extrema en aquel país, y comenzó a pasar necesidad. Entonces, fue y se ajustó con uno de los ciudadanos de aquel país, que le envió a sus fincas a apacentar puercos. Y deseaba llenar su vientre con las algarrobas que comían los puercos, pero nadie se las daba. Y entrando en sí mismo, dijo: ‘¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan en abundancia, mientras que yo aquí me muero de hambre! Me levantaré, iré a mi padre y le diré: Padre, pequé contra el cielo y ante ti. Ya no merezco ser llamado hijo tuyo, trátame como a uno de tus jornaleros.’ Y, levantándose, partió hacia su padre. "Estando él todavía lejos, le vio su padre y, conmovido, corrió, se echó a su cuello y le besó efusivamente. El hijo le dijo: ‘Padre, pequé contra el cielo y ante ti; ya no merezco ser llamado hijo tuyo.’ Pero el padre dijo a sus siervos: ‘Traigan aprisa el mejor vestido y vístanlo, pónganle un anillo en su mano y unas sandalias en los pies. Traigan el novillo cebado, mátenlo, y comamos y celebremos una fiesta, porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida; estaba perdido y ha sido hallado.’ Y comenzaron la fiesta.
‘Su hijo mayor estaba en el campo y, al volver, cuando se acercó a la casa, oyó la música y las danzas; y llamando a uno de los criados, le preguntó qué era aquello. Él le dijo: ‘Ha vuelto tu hermano y tu padre ha matado el novillo cebado, porque lo ha recobrado sano.’ El se irritó y no quería entrar. Salió su padre, y le suplicaba. Pero él replicó a su padre: ‘Hace tantos años que te sirvo, y jamás dejé de cumplir una orden tuya, pero nunca me has dado un cabrito para tener una fiesta con mis amigos; y ¡ahora que ha venido ese hijo tuyo, que ha devorado tu hacienda con prostitutas, has matado para él el novillo cebado!’
‘Pero él le dijo: "Hijo, tú siempre estás conmigo, y todo lo mío es tuyo;pero convenía celebrar una fiesta y alegrarse, porque este hermano tuyo estaba muerto, y ha vuelto a la vida; estaba perdido, y ha sido hallado." Amén.


Los textos bíblicos nos dicen cosas, pero sólo si reflexionamos sobre lo que oímos podremos escuchar los verdaderos latidos de Dios: momento de reflexión:

No hay nada más destructivo que la envidia. Te destruye a vos, que la sentís, y destruye a la persona que se ve afectada por las consecuencias de tu envidia.
Algunos hablan de envidia sana. Pero ¿es posible la envidia sana?
Te invito a que reflexionemos qué es la envidia, primero mirando el relato bíblico. El hermano mayor siente envidia de su hermano porque siente que la alegría del padre por su regreso. Siente que esa alegría le saca algo a él. Pero ¿qué es lo que le molesta? ¿no lo extrañó? ¿no tuvo miedo de no verlo nunca más?
La envidia y los celos están muy relacionados. El hermano mayor se sintió profundamente celoso y sintió que la alegría del padre con recobrar a su hijo menor le quitaba su amor y su dedicación. Seguramente su padre nunca había demostrado tal alegría al verlo a él, y esto es lógico, ¡si se veían todos los días, vivían juntos!
Ahora, ¿alguna vez te pasó esto? ¿alguna vez sentiste que alguien te estaba sacando el amor? ¿sentiste que preferían a otro?
Eso es celos, eso es envidia. El problema es que no se puede controlar, es algo que nace del corazón, cuando te diste cuenta, ya lo sentiste. La envidia es un sentimiento muy humano, que se manifiesta desde muy pequeños, y está directamente relacionado con la necesidad de ser amado, de ser aceptado.
Pero cuando la envidia no te permite pensar y pasás a hacer daño, a buscar de perjudicar al otro, ya estamos hablando de otra cosa. Lo que tenemos que tener claro vos, yo, todos, es que si bien no lo podemos dominar, sí lo podemos apaciguar.
En el momento preciso que percibimos dentro nuestro ese sentimiento: ¡frenarlo! ¡no dejarnos llevar! Porque los pasos siguientes sólo nos afectará a nosotros mismos, te afectará a vos, o a mí. Cuando la envidia toma el dominio de la persona: surge el mal, el daño, y esto lleva al dolor, a la injusticia.
Aprender a alegrarnos con los logros ajenos, a no ser el centro siempre de todo acto o relación, disfrutar aunque no seamos los protagonistas, es la invitación que Jesús te hace a vos, a mí y a todo quien desee escucharlo y aceptarlo en su corazón. Y cuando te nazca ese sentimiento, respirá profundo y decite a vos mismo: ¡no me voy a dejar atrapar por vos, envidia! Pensá que sos una persona valiosa y que muchos te aprecian, y entre ellos, Dios, que quiere lo mejor para vos. Amén.

Querido Jesús, a veces no me logro controlar, a veces la envidia me atrapa y me domina, entonces vienen los comentarios agresivos, mal intencionados, me descubro planeando de qué manera hacerle daño a esa persona que me provoca ese sentimiento. Sé que no es la persona, que soy yo, que no me valoro y que me siento en inferioridad de condiciones. Veo a los demás como tan perfectos o con tanta suerte, y yo, que me la paso luchando y esforzándome: ¡siempre me va mal! Ayudame, Jesús, a darme cuenta de las bendiciones que derramás sobre mí, ayudame a no estar siempre comparándome que los demás, te lo pido a vos, que vivís y reinás por toda la eternidad junto al Padre y al Espíritu Santo. Amén.

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