Cada
latido de nuestro corazón marca el ritmo de una poesía hecha por Dios,
escuchemos con el alma las poesías presentes en las Escrituras:
Salmo 15
“Señor, ¿quién habitará en Tu altar?
¿Quién morará en Tu santo monte?
¿Quién morará en Tu santo monte?
El
que anda en integridad y obra justicia,
Y habla verdad en su corazón.
El que no calumnia con su lengua,
No hace mal a su prójimo,
Y habla verdad en su corazón.
El que no calumnia con su lengua,
No hace mal a su prójimo,
Ni
toma reproche contra su amigo;
En cuyos ojos el perverso es despreciado, pero honra a los que temen al Señor;
El que aun jurando en perjuicio propio, no cambia;
El que su dinero no da a interés,
Ni acepta soborno contra el inocente.
El que hace estas cosas permanecerá firme.” Amén.
En cuyos ojos el perverso es despreciado, pero honra a los que temen al Señor;
El que aun jurando en perjuicio propio, no cambia;
El que su dinero no da a interés,
Ni acepta soborno contra el inocente.
El que hace estas cosas permanecerá firme.” Amén.
Curiosidades
¿Qué es la
esperanza para la fe cristiana?
Parecería que la
esperanza es una necesidad psicológica si el ser humano ha de tener alguna idea
en cuanto al futuro. Aún cuando no haya ninguna base racional para ella, el ser
humano sigue teniendo esperanza. Es muy natural que esta esperanza, aun cuando
aparentemente esté justificada, sea transitoria e ilusoria; y es notable la
frecuencia con que los poetas y otros escritores la califican con epítetos como
“leve”, “temblorosa”, “débil”, “desesperada”, “fantasmal”. A veces la Biblia
utiliza la esperanza en el sentido convencional. El que ara, por ejemplo, debe
hacerlo con esperanza, porque la esperanza de la recompensa es lo que endulza
las labores. Pero en la mayor parte de los casos la esperanza de que se ocupa
la Biblia es algo muy diferente, y en comparación con ella apenas podemos
reconocer a la primera como esperanza.
La esperanza en el sentido bíblico específico
es posible cuando se cree en el Dios viviente, que actúa e interviene en la
vida humana, y en quien podemos confiar en que llevará a cabo lo que ha
prometido. Esta esperanza no es producto del temperamento, ni está condicionada
por las circunstancias u otras posibilidades humanas. No depende de lo que
posee el ser humano, ni de lo que sea capaz de hacer por sí mismo, o de lo que
otro pueda hacer por él. Por ejemplo, nada había en la situación en que se
encontraba Abraham que justificara su esperanza de que Sara daría a luz un
hijo, pero porque creyó a Dios, pudo creer “en esperanza contra esperanza”. En
consecuencia, la esperanza bíblica es inseparable de la fe en Dios. A causa de
lo que ha hecho Dios en el pasado, y particularmente como preparación para la
venida de Cristo, y debido a lo que ha hecho y está haciendo a través de Cristo,
el cristiano se atreve a esperar bendiciones futuras que por el momento
permanecen invisibles. Nunca se agota para él la bondad de Dios. Lo mejor es lo
que todavía está por venir. Su esperanza aumenta cuando reflexiona sobre las
actividades de Dios en las Escrituras. Cristo es la esperanza de gloria futura.
Su salvación final descansa sobre esa esperanza; y esa esperanza de salvación
es un “yelmo”, parte esencial de su armadura defensiva en la lucha contra el
mal. Por cierto que la esperanza no es un barrilete a merced de los vientos
cambiantes, sino “una segura y firme ancla del alma”, que penetra profundamente
dentro del mundo eterno e invisible. Debido a esta fe el cristiano tiene la
seguridad de que las cosas que espera son reales; y su fe nunca lo decepciona.
Evangelio
Desde
el interior de las Escrituras se oyen latidos de vida, ¿qué significan esos
sonidos? Escuchemos atentamente el texto bíblico de hoy:
Colosenses 1:24-28
“Ahora me alegro de mis sufrimientos por ustedes, y en mi carne,
completando lo que falta de las aflicciones de Cristo, hago mi parte por Su
cuerpo, que es la iglesia. De esta
iglesia fui hecho ministro conforme a la administración de Dios que me fue dada para beneficio de ustedes, a fin de llevar
a cabo la
predicación de la palabra de Dios, es
decir, el misterio que
ha estado oculto desde los siglos y generaciones, pero que ahora ha sido
manifestado a sus santos. A
éstos, Dios quiso dar a conocer cuáles son las riquezas de la gloria de este misterio entre los Gentiles, que es Cristo en ustedes, la esperanza de la gloria.
A El nosotros proclamamos (anunciamos), amonestando a todos los
hombres, y enseñando a todos los hombres con toda
sabiduría, a fin de poder presentar a todo hombre perfecto en Cristo.” Amén.
Los
textos bíblicos nos dicen cosas, pero sólo si reflexionamos sobre lo que oímos
podremos escuchar los verdaderos latidos de Dios: momento de reflexión:
Dios
nos ha creado a cada uno de nosotros con dones y con una misión. A veces no lo
descubrimos por mucho tiempo, es como que también hay un momento en donde todo
se da para que lo descubramos.
Este
verano, hablando con mi hermana, ella me dijo que sentía que tenía una misión
que Dios esperaba que ella llevase a cabo, pero que todavía estaba en la
búsqueda. No me podía definir todavía qué podía ser, pero sabía que esto le iba
a dar sentido a su vida. Ya que después de muchos años, había llegado a la
conclusión que el formar una familia, que había sido su sueño desde pequeña, no
era lo que le podía dar el sentido profundo a su vida.
Y
es que la familia es un espacio de contención, pero no nos podemos aferrar ni a
nuestra pareja ni a nuestros hijos, porque cada uno de ellos tiene sus
proyectos, sus sueños… Cuando nos aferramos a nuestros hijos, sentimos un gran
vacío cuando crecen y se van, y en vez de que nos extrañen salen huyendo de
nosotros. Si nos aferramos a nuestra pareja y no tenemos nuestros propios
programas y espacios, terminamos ahogando la relación, y eso tampoco es bueno.
La
familia es algo hermoso pero el sentido de nuestra vida pasa por nuestros
sueños, nuestras realizaciones, nuestra trascendencia. No es lo mismo cuando
creamos que cuando todo lo recibimos de afuera. La vida necesita pasión,
convicciones, luchas, desafíos, logros…
¿Has
pesado estas cosas alguna vez?
¿Cómo
está tu vida? ¿tiene sentido o estás en la búsqueda?
El
sentido de mi vida es Cristo, yo también soy ministra en el Señor, al igual que
Pablo, y siento que Dios me ha dado la misión de que a través de mi
creatividad, las personas puedan encontrar la paz y la alegría en Cristo en
medio de un mundo que ofrece multiplicidad de ofertas pero mucho vacío
interior.
Y
eso no significa que no valore mi familia, que me sienta feliz cuando estamos
todos reunidos. Pero no me aferro a ellos, los dejo libres esperando que
también encuentren el camino que Dios ha trazado para ellos, para que
encuentren la paz y la felicidad.
Dios
quiera que vos también, que estás escuchando ahora estés en este proceso de
encontrarle sentido a tu vida, que puedas crecer y encontrar la paz y la
alegría, y si esto es en Cristo ¡mejor! Amén.
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