Cada
latido de nuestro corazón marca el ritmo de una poesía hecha por Dios,
escuchemos con el alma las poesías presentes en las Escrituras:
Salmo 69:13-36
“…Pero yo elevo a Ti mi oración, oh Señor, en tiempo propicio;
Oh Dios, en la grandeza de Tu misericordia,
Respóndeme con Tu verdad salvadora.
Oh Dios, en la grandeza de Tu misericordia,
Respóndeme con Tu verdad salvadora.
Sácame del barro y no dejes que me hunda;
Sea yo librado de los que me odian, y de lo profundo de las aguas.
No me cubra la corriente de las aguas,
Ni me trague el abismo,
Ni el pozo cierre sobre mí su boca.
Sea yo librado de los que me odian, y de lo profundo de las aguas.
No me cubra la corriente de las aguas,
Ni me trague el abismo,
Ni el pozo cierre sobre mí su boca.
Respóndeme, oh Señor, pues buena es Tu misericordia;
Vuélvete a mí, conforme a Tu inmensa compasión,
Y no escondas Tu rostro de Tu siervo,
Porque estoy en angustia; respóndeme pronto.
Acércate a mi alma y redímela;
Por causa de mis enemigos rescátame.
Vuélvete a mí, conforme a Tu inmensa compasión,
Y no escondas Tu rostro de Tu siervo,
Porque estoy en angustia; respóndeme pronto.
Acércate a mi alma y redímela;
Por causa de mis enemigos rescátame.
Tú conoces mi insolencia,
mi vergüenza y mi ignominia;
Todos mis adversarios están delante de Ti.
Todos mis adversarios están delante de Ti.
La insolencia ha
quebrantado mi corazón, y estoy enfermo;
Esperé compasión, pero no la hubo;
Busqué consoladores, pero no los hallé.
Esperé compasión, pero no la hubo;
Busqué consoladores, pero no los hallé.
Y por comida me
dieron hiel,
Y para mi sed me dieron a beber vinagre.
Y para mi sed me dieron a beber vinagre.
Que la mesa delante
de ellos se convierta en lazo,
Y cuando estén en paz, se vuelva una trampa.
Núblense sus ojos para que no puedan ver,
Y haz que sus lomos tiemblen continuamente.
Y cuando estén en paz, se vuelva una trampa.
Núblense sus ojos para que no puedan ver,
Y haz que sus lomos tiemblen continuamente.
Derrama sobre ellos
Tu indignación,
Y que el ardor de Tu ira los alcance.
Sea desolado su campamento,
Y nadie habite en sus tiendas.
Porque han perseguido al que ya Tú has herido,
Y cuentan del dolor de aquéllos que Tú has traspasado.
Y que el ardor de Tu ira los alcance.
Sea desolado su campamento,
Y nadie habite en sus tiendas.
Porque han perseguido al que ya Tú has herido,
Y cuentan del dolor de aquéllos que Tú has traspasado.
Añade perversidad a
su perversidad,
Y que no entren en Tu justicia.
Sean borrados del Libro de la Vida,
Y no sean inscritos con los justos.
Y que no entren en Tu justicia.
Sean borrados del Libro de la Vida,
Y no sean inscritos con los justos.
Pero yo estoy
afligido y adolorido;
Tu salvación, oh Dios, me ponga en alto.
Con cántico alabaré el nombre de Dios,
Y con acción de gracias Lo exaltaré.
Y esto agradará al Señor más que el sacrificio de un buey
O de un novillo con cuernos y pezuñas.
Tu salvación, oh Dios, me ponga en alto.
Con cántico alabaré el nombre de Dios,
Y con acción de gracias Lo exaltaré.
Y esto agradará al Señor más que el sacrificio de un buey
O de un novillo con cuernos y pezuñas.
Esto han
visto los humildes y se alegran.
Viva su corazón, ustedes los que buscan a Dios.
Porque el Señor oye a los necesitados
Y no desprecia a los suyos que están presos.
Viva su corazón, ustedes los que buscan a Dios.
Porque el Señor oye a los necesitados
Y no desprecia a los suyos que están presos.
Alábenle los cielos
y la tierra,
Los mares y todo lo que en ellos se mueve.
Los mares y todo lo que en ellos se mueve.
Porque Dios salvará
a Sion y edificará las ciudades de Judá,
Para que ellos moren allí y la posean.
Y la descendencia de Sus siervos la heredará,
Y los que aman Su nombre morarán en ella.” Amén.
Para que ellos moren allí y la posean.
Y la descendencia de Sus siervos la heredará,
Y los que aman Su nombre morarán en ella.” Amén.
Curiosidades
La reconciliación se aplica propiamente, no a las
buenas relaciones en general, sino a la anulación de una enemistad, la solución
de una disputa. Denota que las partes reconciliadas anteriormente fueron
hostiles entre sí. La Biblia nos dice claramente que los pecadores son
“enemigos” de Dios. Nunca debemos minimizar la seriedad de estos pasajes y
otros similares. El enemigo no es alguien que por poco es nuestro amigo, sino
alguien ubicado en el campo enteramente opuesto. El NT nos muestra a Dios en
vigorosa oposición a todo lo que sea malo.
La forma de terminar con a enemistad es quitar
aquello que la causó. Podemos pedir disculpas por la palabra dicha sin
reflexión, podemos pagar el dinero que debemos, podemos llevar a cabo la
reparación o restitución que corresponde. Pero en todos los casos, en el camino
a la reconciliación se encuentra una efectiva eliminación de la causa de la
enemistad. Cristo murió para anular nuestros pecados. De esta manera se ocupó
él de la enemistad entre el ser humano y Dios. La quitó del camino. Abrió
ampliamente el camino para que los seres humanos pudieran volver a Dios. Esto
es lo que se describe por medio del término “reconciliación”.
Es interesante notar que ningún pasaje
neotestamentario habla de que Cristo haya reconciliado a Dios con el ser
humano. Invariablemente se pone el acento en que es el ser humano el que
reconcilia. Esto es muy importante para entender la naturaleza de lo que nos
ocupa. Es el pecado del ser humano lo que ha venido a solucionar. Es al ser
humano al que se llama, en las palabras de 2 Cor.5:20, a que se “reconcilie con
Dios”. Algunos estudiosos parten de esto para sugerir que las actividades de
reconciliación de Cristo se relacionan solamente con el ser humano. Pero es
difícil armonizar esto con la posición general del NT. Lo que creó la barrera
fue la demanda de rectitud en el ser humano por parte de la santidad de Dios.
El ser humano, cuando está en libertad de elegir, se conforma con olvidar lo
pasado, y no se preocupa mayormente por su pecado. Por cierto, que no se siente
hostilidad hacia Dios por culpa de su pecado. En consecuencia, cuando se ha
efectuado la reconciliación, es imposible decir que está completamente dirigido
hacia el ser humano y no hacia Dios también, en algún sentido. Tiene que haber
un cambio por parte de Dios, si todo lo que envuelven expresiones como “la ira
de Dios” ya no se dirige más al ser humano.
Esto no significa que haya habido cambio alguno
en el amor de Dios. La Biblia nos dice muy claramente que el amor que Dios
siente hacia el ser humano nunca varía, a pesar de lo que el ser humano pueda
hacer. Por cierto que toda la obra expiatoria de Cristo surge del gran amor de
Dios. Fue “siendo aún pecadores” que “Cristo murió por nosotros”. Se trata de
una verdad que debemos guardar celosamente. Pero, al mismo tiempo, no debemos
llegar al punto de sostener que la reconciliación es un proceso puramente
subjetivo. En cierto sentido la reconciliación se realiza fuera del ser humano,
antes de que haya ocurrido nada dentro de él. Pablo puede hablar de Cristo,
“por quien hemos recibido ahora la reconciliación”. Una reconciliación que
puede ser “recibida” debe ser ofrecida antes que pueda recibirla el ser humano.
En otras palabras, debemos pensar que la reconciliación tiene efectos que se
manifiestan hacia el ser humano como hacia Dios.
Evangelio
Desde el
interior de las Escrituras se oyen latidos de vida, ¿qué significan esos
sonidos? Escuchemos atentamente el texto bíblico de hoy:
Colosenses 1:15-20
“El es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación.
Porque en El fueron creadas todas las cosas, tanto en los cielos como en la tierra, visibles e invisibles; ya sean tronos o dominios o
poderes o autoridades; todo ha sido creado por medio de El y para El. Y El es (ha existido) antes de todas las cosas, y en El todas las
cosas permanecen.
El es también la cabeza
del cuerpo que es la iglesia. El es el
principio, el primogénito de entre los muertos, a
fin de que El tenga en todo la primacía. Porque agradó al Padre que en El habitara toda
la plenitud (de la Deidad), y por medio de El
reconciliar todas las cosas consigo, habiendo hecho la paz por medio de la
sangre de Su cruz, por medio de El, repito, ya sean las que están en
la tierra o las que están en los cielos.” Amén.
Los
textos bíblicos nos dicen cosas, pero sólo si reflexionamos sobre lo que oímos
podremos escuchar los verdaderos latidos de Dios: momento de reflexión:
¿En
qué creés?
En
general no acostumbramos hablar de nuestra fe. Es como que reservamos esto para
nosotros mismos o para nuestro círculo más cercano.
Los
que pertenecemos a las Iglesias evangélicas históricas, las llamadas
“protestantes”, nos hemos acostumbrado desde nuestros antepasados a no hablar
demasiado de nuestra fe, de nuestra Iglesia, ya que en sus orígenes en nuestro
país, se les permitió que profesaran una fe diferente a la religión oficial,
pero con la salvedad de que no hicieran proselitismo. Ahí una de las razones
también que siguieran durante tantos años celebrando cultos en alemán, inglés,
danés, o el idioma del pueblo de origen.
Por
generaciones vivimos una fe para adentro, incluso en otro idioma, y eso hizo
que fuéramos una iglesia cerrada. Y esto fue cómodo para nosotros.
Pero
no fue ése el mandato de Jesús, él nos llamó a proclamar el evangelio hasta los
confines de la tierra, a que hiciéramos discípulos y discípulas, y en nuestra
reflexión de “ser iglesia”, somos conscientes de las dificultades que tenemos
para compartir nuestra fe con otras personas.
En
cada culto recitamos juntos el Credo Apostólico, que es una declaración de fe,
al igual que estas palabras de Pablo que compartimos hoy.
Jesús
es nuestro Salvador, que murió y resucitó por nosotros, y es Dios también, el
mismo que creó el mundo y todo lo que hay en él. Esta es una confesión de fe,
que no se acepta por comprensión, sino por fe. No podemos explicar cómo es o
por qué creemos. Podemos explicar lo que significa en nuestras vidas.
¿Por
qué es importante compartir esta experiencia personal y comunitaria?
Porque
es algo que nos hace bien, que nos edifica, que nos sostiene y nos desafía a
trabajar para mejorar nuestro entorno, y eso puede ser bueno para otra persona,
que por ahí está buscando un sentido a su vida y no lo encuentra.
La
próxima vez que se presente la oportunidad, animate a hablar de tu fe, no
sientas que estás invadiendo el espacio del otro, pensá que tal vez esa persona
con la que estás hablando pueda encontrar como vos, un lugar en los brazos de
Jesús. Amén.
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