Cada
latido de nuestro corazón marca el ritmo de una poesía hecha por Dios,
escuchemos con el alma las poesías presentes en las Escrituras:
Salmo 18:
1-6.43-50
“Mi Señor, mi
fortaleza,
¡yo te amo!
Mi Señor y Dios,
tú eres mi roca, mi defensor, ¡mi libertador!
Tú eres mi fuerza y mi escudo,
mi poderosa salvación, mi alto refugio.
¡En ti confío!
Yo te invoco, Señor,
porque sólo tú eres digno de alabanza;
¡tú me salvas de mis adversarios!
¡yo te amo!
Mi Señor y Dios,
tú eres mi roca, mi defensor, ¡mi libertador!
Tú eres mi fuerza y mi escudo,
mi poderosa salvación, mi alto refugio.
¡En ti confío!
Yo te invoco, Señor,
porque sólo tú eres digno de alabanza;
¡tú me salvas de mis adversarios!
Los lazos de la
muerte me rodearon;
¡me arrolló un torrente de perversidad!
Los lazos del sepulcro me rodearon;
¡me vi ante las trampas de la muerte!
¡me arrolló un torrente de perversidad!
Los lazos del sepulcro me rodearon;
¡me vi ante las trampas de la muerte!
Pero en mi
angustia, Señor, a ti clamé;
a ti, mi Dios, pedí ayuda,
y desde tu templo me escuchaste;
¡mis gemidos llegaron a tus oídos!...
a ti, mi Dios, pedí ayuda,
y desde tu templo me escuchaste;
¡mis gemidos llegaron a tus oídos!...
…Tú me libraste de
un pueblo rebelde,
Y me pusiste al frente de las naciones.
Gente que yo no conocía, viene a servirme;
Y me pusiste al frente de las naciones.
Gente que yo no conocía, viene a servirme;
gente extraña me
rinde homenaje;
¡apenas me escuchan, me obedecen!
¡Gente de otros pueblos se llena de miedo,
y sale temblando de sus escondites!
¡apenas me escuchan, me obedecen!
¡Gente de otros pueblos se llena de miedo,
y sale temblando de sus escondites!
¡Viva el Señor!
¡Bendita sea mi roca!
¡Exaltado sea el Dios de mi salvación!
Es el Dios que vindica mis agravios
y somete a las naciones bajo mis pies.
¡Exaltado sea el Dios de mi salvación!
Es el Dios que vindica mis agravios
y somete a las naciones bajo mis pies.
Es el Dios que me
libra de mis adversarios,
que me eleva por encima de mis oponentes,
¡que me pone a salvo de los violentos!
que me eleva por encima de mis oponentes,
¡que me pone a salvo de los violentos!
Por eso alabo al
Señor entre los pueblos,
y canto salmos a su nombre.
y canto salmos a su nombre.
El Señor da la
victoria al rey;
siempre es misericordioso con su ungido,
con David y con sus descendientes.” Amén.
siempre es misericordioso con su ungido,
con David y con sus descendientes.” Amén.
Curiosidades
¿Quiénes eran los escribas y qué hacían?
Los escribas fueron los que iniciaron el servicio
de la sinagoga. Algunos fueron miembros del Sanedrín. Después del año 70 d.C.
la importancia de los escribas aumentó. Preservaron en forma escrita la ley
oral, y transmitieron fielmente las Escrituras hebreas.
La función de los escribas era triple:
- Preservaban la ley. Fueron estudiosos profesionales de la ley, como
también sus defensores, especialmente en el período helenístico, cuando el
sacerdocio se había corrupto. Transmitían decisiones legales no escritas
que habían aparecido como resultado de sus esfuerzos por aplicar la ley
mosaica a la vida diaria. Insistían en que esta ley oral era más
importante que la escrita. Merced a sus esfuerzos la religión corría el
riesgo de transformarse en formalismo frío y duro.
- Reunían alrededor de sí muchos alumnos y los instruían en la ley. Se
esperaba que los alumnos retuviesen lo que se les había enseñado, y que lo
transmitirían sin variaciones. Exponían en el templo. Su enseñanza debía
ser gratuita, pero probablemente recibían paga, e incluso, se aprovechaban
de su honorable posición.
- Se los mencionaba como “abogados” y “maestros
(intérpretes) de la ley”, debido a que tenían a su cargo la administración
de la ley como jueces del Sanedrín. “Abogado” y “escriba” son sinónimos,
por lo cual nunca se une ambos términos en el N.T.. por sus servicios en
el sanedrín no percibían paga. Por lo tanto, estaban obligados de ganarse
la vida por otros medios si no poseían riquezas.
Evangelio
Desde el
interior de las Escrituras se oyen latidos de vida, ¿qué significan esos
sonidos? Escuchemos atentamente el texto bíblico de hoy:
Marcos 12:28-34
“Uno de
los escribas, que había estado presente en la discusión y que vio lo bien que
Jesús les había respondido, le preguntó: «De todos los mandamientos, ¿cuál es
el más importante?» Jesús le
respondió: «El más importante es: “Oye, Israel: el Señor, nuestro Dios, el
Señor es uno.” Y “amarás
al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y
con todas tus fuerzas.” El
segundo en importancia es: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo.” No hay otro mandamiento más importante que
éstos.» El escriba le dijo:
«Bien, Maestro; hablas con la verdad cuando dices que Dios es uno, y que no hay
otro Dios fuera de él, y que
amarlo con todo el corazón, con todo el entendimiento y con todas las fuerzas,
y amar al prójimo como a uno mismo, es más importante que todos los holocaustos
y sacrificios.» Al verlo
Jesús responder de manera tan sabia, le dijo: «No estás lejos del reino de
Dios.» Y nadie se atrevía ya a preguntarle nada.” Amén.
Los
textos bíblicos nos dicen cosas, pero sólo si reflexionamos sobre lo que oímos
podremos escuchar los verdaderos latidos de Dios: momento de reflexión:
Mucho
se habla acerca del amor al prójimo y curiosamente cuando decimos prójimo
generalmente hablamos de personas lejanas a veces de otros países. Y es verdad,
también son nuestro prójimo…
Pero
el tema es que es más fácil de hablar de algo alejado de nuestra realidad, de
nuestra vida. Pero decir que mi prójimo es mi vecino, ese que molesta hasta no
sé qué hora de la madrugada con su chinguiki ching, es diferente.
Decir
que nuestro prójimo es el que me dice palabrotas cuando manejo o que me rompe
las plantas que tengo delante de mi casa o que su perro no deja de defecar en
mi vereda, es algo más complicado.
Porque
decir prójimo no le da a la persona un certificado de santo ni de frágil, decir
prójimo simplemente es el que está próximo a mí, con quien me cruzo a diario,
con quien trabajo o estudio.
Jesús
me ha mandado a amar a ese prójimo que a veces no me cae tan bien, que me
irrita, que me lastima, pero que a la vez es una persona que sufre, que ama,
que espera también que alguien le dé la posibilidad de vivir un cambio en
Cristo.
Cuando
el samaritano se encontró con la persona que yacía herida en el camino sólo vio
su necesidad, no se fijó si lo conocía, si le agradaba, si podía devolverle el
favor. Simplemente lo ayudó porque su corazón se lo dictó, y eso es amor al
prójimo. Amar al otro por ser un ser humano, creado por Dios, que necesita de
mí, o de vos…
Este
mandamiento de Jesús no es tan fácil, porque hay que salir de uno mismo para ir
al encuentro con el otro. Es dejar de lado los preconceptos y prejuicios para
mirar en los ojos del otro y descubrir la persona que está ahí.
Vivimos
en una sociedad en donde tenemos miedo los unos de los otros, en donde la
violencia ha ocupado el lugar de la confianza y en donde, por las dudas,
desconfiamos, no sea que nos quieran hacer daño.
No
estoy diciendo que no haya razones para temer, pero al mismo tiempo Jesús nos
está llamando a ser más humanos, a pensar en el otro como un ser igual a mí,
con sueños, proyectos, ilusiones, que desea ser amado y valorado.
Te
invito a que hagas este ejercicio diario, de devolver con un buen trato el
maltrato, a responder siempre bien y sonreir, porque esto contagia y rompe
barreras. Mi cambio produce el cambio en el otro. Mi actitud positiva llama a
responder positivamente. Intentalo. Amén.
Querido
Jesús, vos me enseñaste a amar a través de tu amor hacia cada uno de nosotros.
Tu amor llegó hasta la cruz y por eso floreció en resurrección. El amor el
mágico, transforma las vidas de las personas. Dios es amor y quien vive en el
amor vive en Dios. Vos sos amor y entrega, ayudame a vivir de la misma manera.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
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