viernes, 4 de agosto de 2017

6 de Agosto

Cada latido de nuestro corazón marca el ritmo de una poesía hecha por Dios, escuchemos con el alma las poesías presentes en las Escrituras:

Salmo 145

“Te exaltaré mi Dios, oh Rey, 
y bendeciré Tu nombre eternamente y para siempre. 
Todos los días te bendeciré, 
y alabaré Tu nombre eternamente y para siempre. 
Grande es el mi Señor, y digno de ser alabado en gran manera, 
y Su grandeza es inescrutable.

Una generación alabará Tus obras a otra generación, 
y anunciará Tus hechos poderosos. 
En el glorioso esplendor de Tu majestad, 
y en Tus obras maravillosas meditaré.

Los hombres hablarán del poder de Tus hechos portentosos, 
y yo contaré Tu grandeza. 
Ellos proclamarán con entusiasmo la memoria de Tu mucha bondad, 
y cantarán con gozo de Tu justicia.

Clemente y compasivo es el mi Señor, 
lento para la ira y grande en misericordia. 
Mi Señor es bueno para con todos, 
y su compasión, sobre todas Sus obras. 

Mi Señor, Tus obras todas Te darán gracias, 
y Tus santos Te bendecirán. 
La gloria de Tu reino dirán, 
y hablarán de Tu poder, 

Para dar a conocer a los hijos de los hombres
Tus hechos poderosos 
y la gloria de la majestad de Tu reino. 
Tu reino es reino por todos los siglos, 

y Tu dominio permanece por todas las generaciones.
Mi Señor sostiene a todos los que caen, 
y levanta a todos los oprimidos. 

A Ti miran los ojos de todos, 
y a su tiempo Tú les das su alimento. 
Abres Tu mano, 
y sacias el deseo de todo ser viviente.

Justo es el mi Señor en todos Sus caminos, 
y bondadoso en todos Sus hechos. 
Mi Señor está cerca de todos los que Lo invocan, 
De todos los que Lo invocan en verdad.

Cumplirá el deseo de los que Le temen, 
también escuchará su clamor y los salvará. 
Mi Señor guarda a todos los que Lo aman, 
pero a todos los impíos destruirá. 

Mi boca proclamará la alabanza de mi Señor; 
y toda la humanidad bendecirá Su santo nombre
eternamente y para siempre.” Amén.

Curiosidades

¿Cómo se vestían las mujeres en la Edad Media?

Al comienzo de la Edad Media, las mujeres vestían ropas largas sin forma, llamadas "sayas", con amplias mangas largas. Bajo estas, vestían un corpiño que tenía mangas más ajustadas. El cabello era cubierto con un velo.
La tela era algodón o lana, que podía estar teñida de marrón, amarillo, rojo y naranja -colores terrosos- usando tinturas vegetales.
Las mujeres ricas vestían grandes cinturones de oro y decoraban su vestimenta con perlas y gemas. Sus zapatos eran largos y terminados en punta.
En el siglo XV, las sayas se volvieron más ajustadas y también comenzaron a mostrar el escote. Las mangas fueron diseñadas para ajustarse más sobre los brazos utilizando botones.
Las mujeres vestían un vestido exterior, COTA O SAYA con mangas amplias y largas. Algunas mangas eran tan largas que tocaban el suelo.
También vestían una SOBREVESTE, que era parecido a un poncho que se extendía desde los hombros hasta justo por debajo de la cintura. Se fijaba con un sujetador de acero. En invierno, la sobreveste podía estar confeccionada con piel, pero en verano, las mujeres ricas vestían unas diseñadas con seda.
Generalmente reservada para la aristocracia y para ceremonias, este sobre-vestido no posee mangas y está muy abierto en los laterales, dejando ver (y resaltando) la cintura ajustada y la cadera destacada por un cinto suelto. Los surcotes de mayor nivel están ribeteados en piel.
Una curiosidad medieval es el traje partido representando a cada familia noble.
http://clasedemartasj.blogspot.com.ar/2014/03/vestimenta-medieval-y-vestimenta-de-los.html

Evangelio

Desde el interior de las Escrituras se oyen latidos de vida, ¿qué significan esos sonidos? Escuchemos atentamente el texto bíblico de hoy:

Mateo 14:13-21

“Al oír esto, Jesús se fue de allí en una barca, solo, a un lugar desierto; y cuando las multitudes lo supieron, lo siguieron a pie desde las ciudades. Cuando Jesús desembarcó, vio una gran multitud, y tuvo compasión de ellos y sanó a sus enfermos.
Al atardecer se acercaron los discípulos, diciendo: “El lugar está desierto y la hora ya es avanzada; despide, pues, a las multitudes para que vayan a las aldeas y se compren alimentos.” Pero Jesús les dijo: “No hay necesidad de que se vayan; denles ustedes de comer.” Entonces ellos dijeron: “No tenemos aquí más que cinco panes y dos peces.” “Traigan acá los panes y los peces,” les dijo.
Y ordenando a la muchedumbre que se sentara sobre la hierba, Jesús tomó los cinco panes y los dos peces, y levantando los ojos al cielo, bendijo los alimentos. Después partió los panes y se los dio a los discípulos y los discípulos a la multitud. Todos comieron y se saciaron; y recogieron lo que sobró de los pedazos: doce cestas llenas. Y los que comieron fueron unos 5.000 hombres, sin contar las mujeres y los niños.” Amén.

Los textos bíblicos nos dicen cosas, pero sólo si reflexionamos sobre lo que oímos podremos escuchar los verdaderos latidos de Dios: momento de reflexión:

Cuando se comparte, sobra. No es un cálculo matemático, sino una experiencia de vida.
En un tiempo de individualismo y de búsqueda de acumular para que no nos falte, este concepto es incomprensible. No se puede explicar, porque como teoría falla, solo se hace evidente cuando se experimenta.
Vivimos en una sociedad en donde diariamente tiramos cantidades enormes de comida, por este miedo a que nos falte. No sólo cuando organizamos una fiesta o en los restaurantes y casas de eventos, sino en nuestras casas.
¿Cuántas veces tenés que limpiar tu heladera porque está llena de comida que se te echó a perder, no alcanzaste a consumirla?
También podemos pensar en las veces que organizamos algo con comida a la canasta: cada persona que participa, trae comida para ella y para al menos tres personas más… acto seguido, sobra un montón de comida, y más tarde, en unos días más, se tira.
Sin embargo, cuando apenas tenemos un par de cosas en la heladera y cae visita, logramos hacer una comida abundante ¡y hasta sobra! Siempre sorprende esto, pero la razón es justamente esa regla con la que comencé la reflexión: cuando se comparte, sobra.
Y es que, así como Jesús bendijo los panes y los peces en el medio del campo, Dios bendice la comida cuando la compartimos y hace que podamos saciarnos aunque sea poca.
Tenemos tanto miedo que nos falte y nos aferramos a lo que tenemos, sin darnos cuenta que al compartir, se multiplica. No nos damos cuenta que eso es lo que Dios espera de nosotros: que seamos generosos como lo es Él, que nos da siempre mucho más de lo que necesitamos para vivir.
No nos damos cuenta que cuando acumulamos nadie la aprovecha, ni otras personas (que lo están necesitando), ni nosotros mismos, que terminamos tirando lo que no usamos o consumimos.
Les invito a que aprovechen casa oportunidad que Dios nos brinda para compartir, de esa manera podemos vivir la maravillosa experiencia de compartir. Amén.

Querido Jesús, gracias por enseñarme lo importante que es compartir entre las personas, tanto cuando yo tengo algo, como cuando otra persona comparte conmigo. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

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