Salmo 138
“Te doy gracias, mi Señor, de todo corazón,
por haber escuchado las palabras de mi boca.
En presencia de los ángeles salmodio para ti,
Me postraré en dirección a tu santo Templo.
Te doy gracias por tu amor y tu verdad,
pues tu promesa supera tu renombre.
El día en que grité, me escuchaste,
aumentaste la fuerza en mi alma.
Te dan gracias, mi Señor, todos los reyes de la tierra,
porque oyen las promesas de tu boca;
y cantan los caminos de mi Señor:
‘¡Qué grande la gloria de mi Señor!
¡Excelso es mi Señor, y ve al humilde,
al soberbio le conoce desde lejos!’
Si camino entre angustias, me das la vida,
frente a la cólera de mis enemigos, extiendes tu mano
y tu diestra me salva:
mi Señor lo hará todo por mí.
¡Oh mi Señor, es eterno tu amor,
no abandones la obra de tus manos!” Amén.
Curiosidades
¿Cómo era la vida diaria en la Edad Media?
En la Edad Media europea la gran mayoría de la gente vivía en lo que actualmente entendemos como pobreza extrema: apenas con los mínimos recursos para sobrevivir y con la muerte como una realidad cotidiana. En el siglo X un cuarto de los niños moría antes de los cinco años y otro cuarto antes de la pubertad.
La vida de los campesinos, es decir de la mayoría de la población europea, era sumamente austera. Los hombres vestían un faldón, una especie de chaleco forrado de conejo (que para los más ricos era de gato), y un sombrero de tela. Las mujeres vestían dos túnicas superpuestas y un manto. Para trabajar usaban muy pocas herramientas de hierro, pues la gran mayoría de sus utensilios eran de madera. Los campesinos escarbaban la tierra con arados provistos de una reja de madera endurecida al fuego. El rendimiento de la tierra era muy bajo.
La comida era escasa: algunas hierbas, granos y caza pequeña, y una hogaza de pan que se atesoraba.
Los trabajadores estaban aplastados por el peso enorme de un pequeño sector de explotadores —guerreros y eclesiásticos— que se quedaban con casi toda la producción agrícola. El pueblo vivía temiendo el mañana. La posibilidad de sufrir hambrunas era común, debido a una mala cosecha, que a veces se acumulaban e implicaban dos o tres años de mal comer. Los pobres de la Edad Media temían sobre todo al hambre. Este miedo permanente está en la raíz de la sacralización del pan, de ahí que la súplica al Dios cristiano rece: “Danos el pan de cada día.”
Sin embargo, a pesar de la escasez de bienes y comida, en el duro mundo medieval no existía el desamparo total. Las relaciones de solidaridad y de fraternidad hacían posible que se redistribuyera la exigua riqueza, y con ello se aseguraban la supervivencia de los más pobres La sociedad medieval era una sociedad de solidaridad porque la pobreza era la suerte común. Prevalecía el sentimiento de estar eternamente acompañado, porque los seres humanos vivían de forma gregaria. Más de una familia habitaba una misma casa, varios dormían en un mismo lecho. En el interior de las casas no había paredes verdaderas, sólo colgaduras.
Los hombres y mujeres del medievo nunca salían solos y desconfiaban de quien lo hacía: eran locos o criminales. Cualquier individuo que buscara el aislamiento se convertía inmediatamente en objeto de sospecha o de admiración (como los "ermitas"), y era tenido por “extraño”. Andar errante en la soledad era, según la opinión común, uno de los síntomas de la locura. Incluso se consideraba una obra piadosa que se intentara reintegrar a los solitarios a alguna comunidad.
https://www.taringa.net/posts/info/10113342/Campesinos-de-la-Edad-Media.html
Evangelio
Desde el interior de las Escrituras se oyen latidos de vida, ¿qué significan esos sonidos? Escuchemos atentamente el texto bíblico de hoy:
Mateo 16:13-20
“Al llegar Jesús a la región de Cesarea de Filipo, preguntó a sus discípulos, diciendo:
_ ¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre?
Ellos dijeron:
_ Unos, Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, Jeremías o alguno de los profetas.
Él les preguntó:
_ Y ustedes, ¿quién decís que soy yo?
Respondiendo Simón Pedro, dijo:
_ Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente.
Entonces le respondió Jesús:
_ Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Y yo también te digo que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia, y las puertas del Hades no la dominarán. Y a ti te daré las llaves del reino de los cielos: todo lo que ates en la tierra será atado en los cielos, y todo lo que desates en la tierra será desatado en los cielos.
Entonces mandó a sus discípulos que a nadie dijeran que él era Jesús, el Cristo.” Amén.
Los textos bíblicos nos dicen cosas, pero sólo si reflexionamos sobre lo que oímos podremos escuchar los verdaderos latidos de Dios: momento de reflexión:
¿Quién es Jesús para vos?
Pedro le responde “el Cristo, el Hijo del Dios viviente”.
Pedro reconoce en Jesús a Dios, que nos visita, que se hace carne.
Esto es una cuestión de fe, y ésa es la llave del reino de los cielos.
La fe como llave para vivir la vida desde una perspectiva diferente a las demás personas. La fe como una fortaleza, como una liberación de las ataduras de las banalidades de la tierra.
¿Quién es Jesús para mí?
Mi guía, mi fuerza, mi sostén, Dios mismo que me entiende porque ha vivido la experiencia de ser una persona como yo.
A través de Jesús, Dios se hizo uno de nosotros, y nos mostró que es posible hacer la voluntad de Dios. Jesús nos transmitió el amor de Dios en lo concreto, a través de su vida, nos enseñó que si todas decisiones las tomamos en el amor, el mundo puede cambiar. Y que a través del amor, toda persona baja las barreras y se anima a ser tal como es.
Para mí Jesús es la oportunidad aquí y ahora, por lo que no hay tiempo que perder, ni nada que esperar. Eso me produce mucha alegría porque esta propuesta no es sólo para mí, sino para quien quiera reconocerlo como Hijo de Dios y se anime a vivir una vida en la fe.
¿Y para vos?
¿Has pensado alguna vez quien es para vos, Jesús?
Si creés en él, seguramente estás de acuerdo en las ideas que compartí.
Si no creés en él, te invito a que prestes atención a su mensaje a través de los evangelios. Te vas a sorprender de la ayuda que es, la fuerza que te da y lo mucho que te comprende. Hace ya 2000 años que las personas seguimos a Jesús, con la certeza de que Dios lo ha enviado para nuestra salvación, claramente no es ni un invento ni una fantasía. Dios está ahí, en la fe cristiana. Si te cuesta creer en Jesús por sus seguidores, esto es, por nosotros los cristianos y cristianas. Tené en cuenta que nosotros estamos caminando, no somos perfectos, confiamos en Jesús y queremos caminar sobre sus huellas, nos esforzamos por ello, pero no es tan fácil, porque al mismo tiempo somos imperfectos, somos humanos: contradictorios y fluctuantes. Pero Dios nos ayuda en este camino y nos va renovando. No vas a encontrar la perfección en las iglesias, así como en el hospital no vas a encontrar más que enfermos internados. Perfecto es Dios, es Cristo, que nos da de su Espíritu para que podamos mejorarnos cada día. Amén.
Querido Jesús, gracias por haber venido al mundo y darme la posibilidad de vivir en la fe, gracias por entregarte por cada uno de nosotros para que podamos vivir en el tiempo de la gracia, de la oportunidad, y por darnos la fuerza y la creatividad para caminar sobre tus pisadas. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
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