Salmo 96
“¡Canten a mi Señor un canto nuevo,
canten a mi Señor, toda la tierra,
canten a mi Señor, su nombre bendigan!
Anuncien su salvación día tras día,
cuenten su gloria a las naciones,
a todos los pueblos sus maravillas.
Qué grande es mi Señor, y muy digno de alabanza,
más temible que todos los dioses.
Pues nada son todos los dioses de los pueblos.
Mas mi Señor los cielos hizo;
gloria y majestad están ante él,
poder y fulgor en su santuario.
Rindan a mi Señor, familias de los pueblos,
rindan a mi Señor gloria y poder,
rindan a mi Señor la gloria de su nombre.
Traigan ofrendas y en sus atrios entren,
póstrense ante mi Señor en esplendor sagrado,
¡tiemble ante su faz la tierra entera!
Decid entre las gentes: ‘¡mi Señor es rey!’
El orbe está seguro, no vacila;
él gobierna a los pueblos rectamente.
¡Alégrense los cielos, regocíjese la tierra,
retumbe el mar y cuanto encierra;
exulte el campo y cuanto en él existe,
griten de júbilo todos los árboles del bosque,
ante la faz de mi Señor,
pues viene él, viene, sí, a juzgar la tierra!
El juzgará al orbe con justicia,
a los pueblos con su lealtad.” Amén.
Curiosidades
¿Por qué había tinajas de piedra vacías en el lugar de la boda?
Era una tradición judía que antes de su boda, la novia debía de hacerse un baño ritual no sólo como purificación, sino como una preparación para un evento santo y de significado especial. Las tinajas de piedra vacías habían sido utilizadas para el ritual de purificación antes de celebrarse la boda. Ritual que tiene por nombre Mikvé. Es una preparación pero al mismo tiempo, también el espacio en donde se realizan los baños de purificación que prescribe el judaísmo. Se trata de un contenedor de agua donde una persona pueda sumergirse completamente. La Mikve no puede estar llena con agua estancada, sino que tiene que ser agua corriente. Puede ser utilizada tanto por hombres como por mujeres, aunque hoy en día solo las mujeres conservan la obligación de utilizar la Mikve en forma ritual 7 días después de la culminación de cada ciclo menstrual.
Hoy día, la Mikve es una piscina que tiene como fuente una unión de aguas naturales, recolectadas de forma natural. Es usada principalmente por mujeres casadas que se sumergen en ella cada mes, luego del período menstrual para reiniciar su relación marital.
La Mikve es una institución Comunitaria Central para el estilo de vida judío, el matrimonio judío y para la supervivencia y continuidad del Judaismo. La asistente dará su entrada a la Mikve y controlará su inmersión, cerciorándose de que su cuerpo entero, incluído el cabello, se haya sumergido. Entonces recitará la bendición requerida.
La Mikve se encuentra disponible cada atardecer (en algunos lugares es necesario fijar una cita) luego de la puesta del sol y durante la primer porción de la noche. La Mikve puede ser utilizada los viernes por la noche y festividades.
Gachi Waihgortin en una entrevista en “La Palabra Israelita”, del 2 de Septiembre de 2005, explica que: “La pureza tiene su origen en la Torá. Siempre aparece el tema de la pureza y la impureza, sobre todo relacionado con el tema de la muerte. Así, cada persona que tocaba un cadáver debía purificarse para poder a entrar en contacto con el Santuario. Para estos casos, la Torá señala que quienes entran en contacto con la muerte deben lavar sus vestidos, es decir, realizará la tevilá.
Toda mujer casada, después de su período menstrual, debe ir a la mikve para reanudar su vida marital, que se interrumpe durante el período de menstruación y días aledaños. La tradición dice que la mujer que está en su período menstrual está en estado de impureza y por esta razón no puede tener vida marital. Por eso debe purificarse a través de la mikve. El asunto es que esto para una mujer moderna suena muy fuerte, porque la menstruación es una de las cosas que nos definen como mujeres. O sea que si lo que me define como mujer a la vez me impurifica suena misógino, suena raro.
El problema está en que entendemos mal lo que es la impureza. Pureza e impureza no es lo mismo que limpio y sucio. Impureza no tiene una connotación negativa. En la Torá la muerte emana impureza y esto se explica porque hay dos formas de vivir la vida: sabiéndonos mortales o sabiéndonos inmortales. Por un lado, podemos vivir sabiendo que somos mortales, estando conscientes que podemos morir en cualquier minuto. Si vivo consciente de esto voy a aprovechar cada instante, pero también voy a tener poco compromiso con el futuro. Por otro lado, si jugamos a la inmortalidad, nos proyectamos a futuro, pero a la vez podemos perder el presente. Entonces, la pureza se define como el equilibrio entre estas dos posiciones. Debo saber que hoy puede ser el último día de mi vida, pero también el primer día del resto de mi vida. Si logro equilibrar esto, puedo tener una vida de pureza.
Esto me lo dijo alguien alguna vez: la menstruación es el llanto del útero defraudado. O sea que es un nido que se destruye porque no hubo vida, pero que genera una nueva potencialidad de vida. Por lo tanto, es un punto de contacto entre muerte y vida. Esto me genera un estado de impureza que debemos purificar. Es lo mismo que sucede al dar a luz, cuando se produce el paso de un estado a otro, cuando algo termina y algo empieza. Lo mismo pasa cuando la persona se convierte, ya que muere una parte de su espiritualidad para dar a luz otra espiritualidad. Este punto de inflexión exige un rito de purificación. Lo mismo sucede con la tahará.”
Evangelio
Desde el interior de las Escrituras se oyen latidos de vida, ¿qué significan esos sonidos? Escuchemos atentamente el texto bíblico de hoy:
Juan 2:4-11
“Jesús le responde: ‘¿Qué tengo yo contigo, mujer? Todavía no ha llegado mi hora’. Dice su madre a los sirvientes: ‘Hagan lo que él les diga’.
Había allí seis tinajas de piedra, puestas para las purificaciones de los judíos, de dos o tres medidas cada una. Les dice Jesús: ‘Llenen las tinajas de agua’. Y las llenaron hasta arriba. ‘Sáquenlo ahora, les dice, y llévenlo al maestresala’. Ellos lo llevaron. Cuando el maestresala probó el agua convertida en vino, como ignoraba de dónde era (los sirvientes, los que habían sacado el agua, sí que lo sabían), llama el maestresala al novio y le dice: ‘Todos sirven primero el vino bueno y cuando ya están bebidos, el inferior. Pero tú has guardado el vino bueno hasta ahora’. Así, en Caná de Galilea, dio Jesús comienzo a sus señales. Y manifestó su gloria, y creyeron en él sus discípulos.” Amén.
Los textos bíblicos nos dicen cosas, pero sólo si reflexionamos sobre lo que oímos podremos escuchar los verdaderos latidos de Dios: momento de reflexión:
El vino en los tiempos de Jesús sólo se bebía en eventos especiales. No había un acceso a las bebidas alcohólicas como ahora, sólo la gente rica lo tomaba diariamente.
Ahora se habla del vino como parte esencial de la mesa diaria, algo que no puede faltar. Incluso algunos consideran el pan y el vino de la Santa Cena como lo cotidiano, y no es así, al menos el vino.
El vino como sinónimo de fiesta, en este caso, la fiesta de la presencia de Dios en la persona de Jesús. Este es el significado del milagro en donde Jesús convierte al agua en vino… ¡comenzó la fiesta!
Pocas veces hablamos acerca de Jesús como la fiesta, incluso pocas veces hablamos de la Santa Cena como fiesta. Parece que al decirle “sacramento” lo sacralizamos, lo alejamos de nosotros, el ritual se pone pesado y solemne… quien nos ve no capta la fiesta… y nosotros tampoco.
Si volvemos a la fiesta de la que participa Jesús, en donde el vino se acaba, podemos pensar dos cosas, o que hicieron mal los cálculos o que la fiesta, el baile estaba tan bueno, que los invitados consumieron todo el vino… que debería haber alcanzado. No es casual que sea así la presentación de Jesús a su ministerio (aunque le dice a su madre que su hora todavía no había llegado). Jesús en una fiesta junto a sus amigos… tan parecido a la promesa que nos hace para la eternidad, en nuestra resurrección. Y es que Jesús amaba las fiestas, las mesas con comida y amigos ¿por qué somos tan temerosos a la hora de celebrar en su Mesa? ¿por qué tan solemnes?
Evidentemente no hemos entendido nada, no es el vino, es la fiesta, la alegría de compartir la comida y el encuentro. La próxima vez que te acerques a la Mesa del Señor, recordá esto que ahora estoy compartiendo con vos, pensá que Jesús vino al mundo para darnos Vida en abundancia y que está preparando para cada uno de nosotros nuestro lugar en la Mesa junto a nuestro Dios. Amén.
Querido Jesús, ¡qué lindo es pensar que te gusta disfrutar de la comida, los amigos y la música! Eso me une a vos y me permite focalizar mi vida, sacarle la tragedia y la autolástima, sacarle el cartón y el plástico para vivir simplemente, disfrutando el encuentro. Gracias por darme la alegría más allá de los problemas de la vida, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
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