Salmo 126
“Cuando mi Señor hizo volver de la cautividad a Sión,
fuimos como los que sueñan.
Entonces nuestra boca se llenó de risa
y nuestra lengua de alabanza.
Entonces decían entre las naciones:
«¡Grandes cosas ha hecho mi Señor con estos!»
¡Grandes cosas ha hecho mi Señor con nosotros!
¡Estamos alegres!
¡Haz volver nuestra cautividad, mi Señor,
como los arroyos del Neguev!
Los que sembraron con lágrimas,
con regocijo segarán.
Irá andando y llorando el que lleva la preciosa semilla,
pero al volver vendrá con regocijo trayendo sus gavillas.” Amén.
Curiosidades
¿Quién era Bartimeo y qué fue lo que sucedió con él?
Bartimeo era el mendigo ciego que fue curado por Jesús en Mc.10:46-52. Este nombre significa “hijo de Timeo” y puede haber sido registrado por Marcos porque se trataba de una persona muy conocida en la iglesia primitiva. El incidente tuvo lugar en el último viaje de Jesús a Jerusalén cuando salía de Jericó, y se encuentra en los otros evangelios sinópticos, aunque con varias diferencias. La historia ha sido reconstruida de diversas formas, y podría ser que Mateo y Marcos se refirieran a la Jericó antigua mientras que Lucas a la Jericó nueva, que se encontraba al sur de aquella. El incidente resulta notable por la persistencia de la fe de Bartimeo en Jesús como Mesías.
(Nuevo Diccionario Bíblico, 1º Edición – Ediciones Certeza - pág.165)
Evangelio
Desde el interior de las Escrituras se oyen latidos de vida, ¿qué significan esos sonidos? Escuchemos atentamente el texto bíblico de hoy:
Marcos 10:46-52
“Entonces vinieron a Jericó; y al salir de Jericó él, sus discípulos y una gran multitud, Bartimeo, el ciego, hijo de Timeo, estaba sentado junto al camino, mendigando. Al oír que era Jesús nazareno, comenzó a gritar:
—¡Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí!
Y muchos lo reprendían para que callara, pero él clamaba mucho más:
—¡Hijo de David, ten misericordia de mí!
Entonces Jesús, deteniéndose, mandó llamarlo; y llamaron al ciego, diciéndole:
—Ten confianza; levántate, te llama.
Él entonces, arrojando su capa, se levantó y vino a Jesús. Jesús le preguntó:
—¿Qué quieres que te haga?
El ciego le dijo:
—Maestro, que recobre la vista.
Jesús le dijo:
—Vete, tu fe te ha salvado.
Al instante recobró la vista, y seguía a Jesús por el camino.” Amén.
Los textos bíblicos nos dicen cosas, pero sólo si reflexionamos sobre lo que oímos podremos escuchar los verdaderos latidos de Dios: momento de reflexión:
¿Hay algo que deseás con todas tus fuerzas?
Y lo que deseás ¿es sólo par vos o puede ser bueno para otras personas?
¿Para qué usarías lo que tanto deseás?
Bartimeo había quedado ciego y por esa razón ya no podía ganarse el pan, no le quedaba otra que mendigar… su mayor deseo era recobrar la vista, estaba resignado hasta que Jesús pasó delante de él… ahí no tuvo dudas. Insistió, insistió, gritó y gritó. Trataron de callarlo, que deje de molestar, ¡pero no hubo caso! Jesús lo escucho y lo fueron a buscar, medio irritados… Entonces Jesús le pregunta ¿qué querés que te haga? A lo que responde: quiero volver a ver ¡sabía que sólo Jesús podía lograr eso! Y así fue. Bartimeo volvió a ver, porque creyó en Jesús.
¿Cómo anda tu fe?
¿Qué ayuda buscás normalmente?
¿Creés que los imposibles pueden hacerse realidad?
¿Qué hacés para que eso ocurra?
Muchas veces queremos que nos pasen cosas, que ocurran los milagros en nuestras vidas, pero no nos movemos, no hacemos nada para que se concreten. Creemos que los milagros caen del cielo, pero no es así. Siempre hay que poner de nuestra parte, nuestro esfuerzo, por más obstáculos que se nos presenten. No hay que perder la fe.
Muchas veces desistimos antes de comenzar, vemos que lo que deseamos es demasiado complicado, que es algo tan grande que pensamos que va a ser imposible concretarlo. A veces los suelos demoran en concretarse, pero si ponemos nuestro empeño, nuestras fuerzas, sumadas a las súplicas y oraciones a Jesús, nada es imposible.
Lo importante es definir para qué queremos lo pedimos, si es simplemente un deseo egoísta o si al cambiar nuestra vida también cambia la de otras personas.
Todo lo que Jesús concede tiene un plus, tenemos que utilizarlo para dar a conocer su Reino de Amor… como Bartimeo, que no dudó en seguir sus pasos, una vida en agradecimiento.
Nada es imposible para Dios, sólo hay que esperar el momento justo y no quitar los ojos de la meta, poniendo todo de nosotros, nuestro esfuerzo, nuestro amor… y nuestras oraciones. Amén.
Querido Jesús, hoy te pido como Bartimeo, que me escuches, que veas mi empeño en buscarte. Quiero seguir tus pasos, pero a veces me cuesta verte. Dame la vista para percibirte en mi vida. Te lo pido en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
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