Cada latido de nuestro corazón marca el ritmo de
una poesía hecha por Dios, escuchemos con el alma las poesías presentes en las
Escrituras:
Salmo 128
“Bienaventurado todo aquel que teme a mi Señor,
que anda en sus caminos.
Cuando comas el trabajo de tus manos,
bienaventurado serás y te irá bien.
Tu mujer será como vid que lleva fruto
a los lados de tu casa;
tus hijos, como plantas de olivo
alrededor de tu mesa.
Así será bendecido el hombre
que teme a mi Señor.
que anda en sus caminos.
Cuando comas el trabajo de tus manos,
bienaventurado serás y te irá bien.
Tu mujer será como vid que lleva fruto
a los lados de tu casa;
tus hijos, como plantas de olivo
alrededor de tu mesa.
Así será bendecido el hombre
que teme a mi Señor.
¡Bendígate mi Señor desde Sión,
y que veas el bien de Jerusalén todos los días de tu vida,
y que veas a los hijos de tus hijos!
y que veas el bien de Jerusalén todos los días de tu vida,
y que veas a los hijos de tus hijos!
¡La paz sea sobre Israel!” Amén.
Curiosidades
¿Quiénes eran Simeón y Ana?
Ana era una viuda anciana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Como
Simeón, que también pertenecía al remanente que “esperaba la consolación de
Israel”, tenía visión profética, y concurría regularmente a los servicios
matutinos y vespertinos del templo. Al oír las palabras de Simeón cuando fue
presentado Jesús, elogió al niño como el Mesías largamente esperado, y alabó a
Dios por el cumplimiento de sus promesas.
(Nuevo
Diccionario Bíblico, 1º Edición – Ediciones Certeza - pág.1300 y 55
respectivamente)
Evangelio
Desde el interior de las Escrituras se oyen
latidos de vida, ¿qué significan esos sonidos? Escuchemos atentamente el texto
bíblico de hoy:
Lucas 2:22-40
“Cuando se
cumplieron los días de la purificación de ellos conforme a la Ley de Moisés, lo
trajeron a Jerusalén para presentarlo al Señor (como está escrito en la
Ley del Señor: «Todo varón que abra la matriz será llamado santo al
Señor»), y para ofrecer conforme a lo que se dice en la Ley del Señor: «Un
par de tórtolas o dos palominos».
Había en Jerusalén un hombre llamado Simeón. Este
hombre, justo y piadoso, esperaba la consolación de Israel; y el Espíritu Santo
estaba sobre él. Y le había sido revelado por el Espíritu Santo que no
vería la muerte antes que viera al Ungido del Señor. Movido por el
Espíritu, vino al Templo. Cuando los padres del niño Jesús lo trajeron al
Templo para hacer por él conforme al rito de la Ley, él lo tomó en sus
brazos y bendijo a Dios, diciendo:
«Ahora, Señor,
despides a tu siervo en paz,
conforme a tu
palabra,
porque han
visto mis ojos tu salvación,
la cual has
preparado en presencia de todos los pueblos;
luz para
revelación a los gentiles
y gloria de tu
pueblo Israel».
José y su madre estaban maravillados de todo lo que
se decía de él. Los bendijo Simeón, y dijo a su madre María:
—Éste está puesto para caída y para levantamiento
de muchos en Israel, y para señal que será contradicha (y una espada
traspasará tu misma alma), para que sean revelados los pensamientos de muchos
corazones.
Estaba también allí Ana, profetisa, hija de Fanuel,
de la tribu de Aser, de edad muy avanzada. Había vivido con su marido siete
años desde su virginidad, y era viuda hacía ochenta y cuatro años; y no se
apartaba del Templo, sirviendo de noche y de día con ayunos y
oraciones. Ésta, presentándose en la misma hora, daba gracias a Dios y
hablaba del niño a todos los que esperaban la redención en Jerusalén.
Después de haber cumplido con todo lo prescrito en
la Ley del Señor, volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño
crecía y se fortalecía, se llenaba de sabiduría y la gracia de Dios era sobre
él.” Amén.
Los textos bíblicos nos dicen cosas, pero sólo si
reflexionamos sobre lo que oímos podremos escuchar los verdaderos latidos de
Dios: momento de reflexión:
El siglo XX fue un giro diametral con respecto a
la fe, entre otras cosas. En otros tiempos cada grupo humano seguía sus
tradiciones y rituales de generación en generación, sin demasiado
cuestionamiento. Pero ya nada es así. Los hijos e hijas del siglo XX somos
cuestionadores y buscamos romper las estructuras, a veces simplemente porque
sí, sin medir las consecuencias.
Ahora vivimos otro tiempo. Un tiempo en donde
todas las estructuras están en crisis, lo mismo que las autoridades. Las nuevas
generaciones han mamado de esa rebeldía, hemos querido ser amigos de nuestros
hijos e hijas, hemos pretendido ser “piolas”, hemos desautorizado a las
maestras, los sacerdotes y pastores, los gobernantes, y el resultado está a la
vista: nos hemos quedado sin tradiciones, muchísima gente buscando su propia
espiritualidad, y montón de oportunistas que ven en esto una fuente de recursos.
Las tradiciones y los rituales por mucho tiempo
han servido de marco, de contención, y el ser humano, ya desde pequeño necesita
un marco de contención, algo sólido, permanente, para oponerse o cuestionarlo
si quiere, pero que exista.
Muchas parejas han decidido no bautizar a sus
hijos e hijas con la idea de que son ellos los que deben elegir su vida de fe,
ya casi no hay ceremonias nupciales en nuestras iglesias, todo fruto de esa
oposición a las estructuras por considerarlas opresoras o impositivas.
Creo que es bueno cuestionar las cosas, porque me
hace pensar si realmente es valioso para mí, si tiene sentido y no seguir como
autómata algo porque sí. Pero al mismo tiempo, el tener una tradición,
enmarcarse dentro de una usanza o costumbre me hace ser parte de un grupo.
Tal vez en un momento está bueno tener una
reacción opositora, pero después es bueno reflexionar y resignificar el ritual,
la costumbre, para pertenecer al grupo y no exponer a nuestros hijos e hijas
por ser diferentes.
Los padres de Jesús lo llevaron al templo como era
la costumbre, aunque por ser Hijo de Dios, nada de eso le hacía falta. Era
bueno para sus padres, era bueno para su entorno y para la comunidad a la que
pertenecí: cumplir con los receptos de su fe. Eso no lo inhibió a cuestionar
las estructuras, enfrentar aquello que significaba abuso de poder y
discriminación hacia los sectores más necesitados.
Cambiar las cosas de adentro, darle el valor que
corresponde y descubrir la importancia de los rituales y las costumbres. Esa es
mi propuesta. Amén.
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