Cada latido de nuestro corazón marca el ritmo de
una poesía hecha por Dios, escuchemos con el alma las poesías presentes en las
Escrituras:
Salmo 27
“Mi Señor es mi luz y mi salvación,
¿de quién temeré?
Mi Señor es la fortaleza de mi vida,
¿de quién he de atemorizarme?
¿de quién temeré?
Mi Señor es la fortaleza de mi vida,
¿de quién he de atemorizarme?
Cuando se juntaron contra mí los malignos,
mis angustiadores y mis enemigos,
para comer mis carnes,
ellos tropezaron y cayeron.
mis angustiadores y mis enemigos,
para comer mis carnes,
ellos tropezaron y cayeron.
Aunque un ejército acampe contra mí,
no temerá mi corazón;
aunque contra mí se levante guerra,
yo estaré confiado.
no temerá mi corazón;
aunque contra mí se levante guerra,
yo estaré confiado.
Una cosa he demandado a mi Señor,
ésta buscaré:
que esté yo en la casa de mi Señor
todos los días de mi vida,
para contemplar la hermosura de mi Señor
y para buscarlo en su Templo.
ésta buscaré:
que esté yo en la casa de mi Señor
todos los días de mi vida,
para contemplar la hermosura de mi Señor
y para buscarlo en su Templo.
Él me esconderá en su Tabernáculo en el día del mal;
me ocultará en lo reservado de su morada;
sobre una roca me pondrá en alto.
me ocultará en lo reservado de su morada;
sobre una roca me pondrá en alto.
Luego levantará mi cabeza
sobre mis enemigos que me rodean,
y yo sacrificaré en su Tabernáculo sacrificios de júbilo;
cantaré y entonaré alabanzas a mi Señor.
sobre mis enemigos que me rodean,
y yo sacrificaré en su Tabernáculo sacrificios de júbilo;
cantaré y entonaré alabanzas a mi Señor.
¡Oye, mi Señor, mi voz con que a ti clamo!
¡Ten misericordia de mí y respóndeme!
Mi corazón ha dicho de ti:
«Busquen mi rostro.»
Tu rostro buscaré, mi Señor;
¡no escondas tu rostro de mí!
¡Ten misericordia de mí y respóndeme!
Mi corazón ha dicho de ti:
«Busquen mi rostro.»
Tu rostro buscaré, mi Señor;
¡no escondas tu rostro de mí!
¡No apartes con ira a tu siervo!
¡Mi ayuda has sido!
No me dejes ni me desampares,
Dios de mi salvación.
Aunque mi padre y mi madre me dejen,
con todo, mi Señor me recogerá.
Enséñame, mi Señor, tu camino
y guíame por senda de rectitud
a causa de mis enemigos.
No me entregues a la voluntad de mis enemigos,
porque se han levantado contra mí testigos falsos
y los que respiran crueldad.
¡Mi ayuda has sido!
No me dejes ni me desampares,
Dios de mi salvación.
Aunque mi padre y mi madre me dejen,
con todo, mi Señor me recogerá.
Enséñame, mi Señor, tu camino
y guíame por senda de rectitud
a causa de mis enemigos.
No me entregues a la voluntad de mis enemigos,
porque se han levantado contra mí testigos falsos
y los que respiran crueldad.
Hubiera yo desmayado,
si no creyera que he de ver la bondad de mi Señor
en la tierra de los vivientes.
¡Espera en mi Señor!
¡Esfuérzate y aliéntese tu corazón!
¡Sí, espera en mi Señor!” Amén.
si no creyera que he de ver la bondad de mi Señor
en la tierra de los vivientes.
¡Espera en mi Señor!
¡Esfuérzate y aliéntese tu corazón!
¡Sí, espera en mi Señor!” Amén.
Curiosidades
¿Quién era Jacobo?
Jacobo, que significa “el que toma del talón” o “suplantador”, era hijo
de Zebedeo, pescador de Galilea, que junto a su hermano Juan fue llamado para
ser uno de los doce apóstoles. Con Pedro, los dos hermanos formaron el círculo
interno de tres entre los doce, y estuvieron presente cuando el Señor resucitó
a la hija de Jairo, en la transfiguración, y durante el sufrimiento del Señor
en el Getsemaní, ocasiones en las que los otros fueron excluidos. Jacobo y
Juan, a quienes Jesús apodó “Boanerges, esto es, hijos del trueno”, fueron
reprendidos por Jesús cuando sugirieron que podían pedir “fuego del cielo” para
destruir una aldea samaritana que se había rehusado a recibir a Cristo cuando
iba a Jerusalén. También causaron envidia entre los discípulos cuando
solicitaron un lugar de honor en el reino de Cristo; aunque no les prometió tal
ventaja, se les dijo que compartirían la copa que el Maestro tenía que beber,
profecía que se cumplió cuando Jacobo fue muerto “a espada” por Herodes Agripa,
alrededor del 44 d.C., Hechos 12.
(Nuevo
Diccionario Bíblico, 1º Edición – Ediciones Certeza - pág.673)
Evangelio
Desde el interior de las Escrituras se oyen
latidos de vida, ¿qué significan esos sonidos? Escuchemos atentamente el texto
bíblico de hoy:
Marcos
1:14-20
“Después que
Juan fue encarcelado, Jesús fue a Galilea predicando el evangelio del reino de
Dios. Decía: «El tiempo se ha cumplido y el reino de Dios se ha acercado.
¡Arrepiéntanse y crean en el evangelio!»
Andando junto al Mar de Galilea, vio a Simón y a su
hermano Andrés que echaban la red en el mar, porque eran pescadores. Jesús
les dijo:
—Vengan en pos de mí, y haré que sean pescadores de
hombres.
Y dejando al instante sus redes, lo siguieron.
Pasando de allí un poco más adelante, vio a Jacobo,
hijo de Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban en la barca remendando las
redes; y en seguida los llamó. Entonces, dejando a su padre, Zebedeo, en
la barca con los jornaleros, lo siguieron.” Amén.
¿Qué es lo que tengo que dejar de lado en mi vida
para seguir realmente a Jesús?
Cuando leo los relatos del seguimiento de los
apóstoles a Jesús, que dejan trabajo, familia, toda su vida para ir tras él a
algo desconocido, siempre me hago esta pregunta.
Porque es obvio que no es que Jesús espere que
dejemos todo: familia, trabajo, casa, para ser cristianos y cristianas. El
seguimiento y las renuncias pasan por otro lado, para por cuál es el centro de
nuestras vidas, nuestras prioridades.
Creo que ahí está el gran dilema al que nos
enfrentamos hoy día los cristianos y cristianas.
Una de las cosas que más me molestan cuando
estamos organizando alguna actividad es cuando me dice “si no tengo otra cosa,
vengo”. Me pone muy mal, porque veo claramente el lugar que ocupa la Iglesia,
esto es, el lugar en donde la persona nutre su fe, en la vida de nuestros
miembros. Ante estas palabras siempre pienso cómo nos sentiríamos si Dios
tuviera ese criterio “si no tengo otra cosa, escucho tus ruegos, escucho tus
oraciones”.
En un tiempo en donde todo tiene que ser útil,
provechoso o divertido es muy difícil el lugar de la Iglesia, el lugar de Dios.
Es como que como sociedad hemos expulsado a Dios porque nos interpela en muchas
de las cosas que hago. En el derroche que hago en todos los sentidos, comprando
cosas que no necesito, tirando cantidad de comidas cuando otras personas están
muriendo de hambre, corriendo todo el día tras el reloj, trabajando hasta lo
inhumano por una familia que ya casi no conozco, porque nuestra comunicación es
por mensajito o wasap y no por los ojos, el abrazo. Nos llenamos de cosas que se
supone que nos tienen que hacer felices (al menos eso lo dicen las
propagandas)… y nos vamos alejando de Dios… no dejamos nuestras redes y lo
seguimos…
Dios nos invita a abrir nuestras manos, nuestras
palmas, soltar lo que aferramos para que estas manos con las que nos ha creado
las utilicemos para encontrarnos entre nosotros con un saludo, un abrazo, una
caricia. Que soltemos a lo que nos aferramos y vivamos siendo nosotros mismos y
amemos, simplemente. Todo lo demás, es polvo, es la nada, el burbuja. Amén.
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