Cada
latido de nuestro corazón marca el ritmo de una poesía hecha por Dios,
escuchemos con el alma las poesías presentes en las Escrituras:
Salmo
112
“Bienaventurado el hombre que teme a mi Señor
y en sus mandamientos se deleita en gran manera.
Su descendencia será poderosa en la tierra;
la generación de los rectos será bendita.
Bienes y riquezas hay en su casa,
y su justicia permanece para siempre.
Resplandeció en las tinieblas luz para los rectos;
es clemente, misericordioso y justo.
El hombre de bien tiene misericordia y presta;
gobierna sus asuntos con justicia.
Por lo cual no resbalará jamás;
en memoria eterna será el justo.
No tendrá temor de malas noticias;
su corazón está firme, confiado en mi Señor.
Asegurado está su corazón; no temerá,
hasta que vea en sus enemigos su deseo.
Reparte, da a los pobres;
su justicia permanece para siempre;
su poder será exaltado con gloria.
Lo verá el impío y se irritará;
crujirá los dientes y se consumirá.
El deseo de los impíos perecerá.”
y en sus mandamientos se deleita en gran manera.
Su descendencia será poderosa en la tierra;
la generación de los rectos será bendita.
Bienes y riquezas hay en su casa,
y su justicia permanece para siempre.
Resplandeció en las tinieblas luz para los rectos;
es clemente, misericordioso y justo.
El hombre de bien tiene misericordia y presta;
gobierna sus asuntos con justicia.
Por lo cual no resbalará jamás;
en memoria eterna será el justo.
No tendrá temor de malas noticias;
su corazón está firme, confiado en mi Señor.
Asegurado está su corazón; no temerá,
hasta que vea en sus enemigos su deseo.
Reparte, da a los pobres;
su justicia permanece para siempre;
su poder será exaltado con gloria.
Lo verá el impío y se irritará;
crujirá los dientes y se consumirá.
El deseo de los impíos perecerá.”
Amén.
Curiosidades
¿Cuáles eran los problemas de la comunidad de Corinto?
A fin de explicar la aparición sorprendentemente rápida de tantos errores
tan pronto, en una iglesia donde Pablo había enseñado durante tanto tiempo,
muchos entendidos han sugerido que se debía buscar una única causa subyacente,
y se han propuesto una gran cantidad de posibles influencias, desde una
situación predominantemente judaica hasta el ingreso de un gnosticismo poco
menos pleno. Antes de considerar este asunto, resulta pertinente hacer algunos comentarios acerca del mundo
del pensamiento de esa época.
Por cierto había un grupo judío significativo en la iglesia. El judaísmo
de la dispersión estaba fuertemente influido por otras corrientes de
pensamiento, incluyendo las de las escuelas filosóficas griegas, y las ideas
esotéricas “protognósticas”; pero seguía, por supuesto, basándose en la Torá,
por lo menos en lo que esto resultaba posible. Si bien los sacrificios sólo
podían ofrecerse en Jerusalén (lo cual requería un peregrinaje muy superior a
las posibilidades de la mayoría), los judíos de la diáspora eran renombrados en
el mundo griego por su cumplimiento riguroso de la circuncisión y el día de
reposo, y por negarse a comer carne porcina. En muchos círculos, empero, la
Torá se interpretaba alegóricamente antes de literalmente. Los judíos, con
frecuencia, si bien esto no era una regla fija, vivían juntos en “barrios
judíos”, y disfrutaban de ciertos derechos civiles, tales como sus propios
tribunales.
Puede haber habido convertidos gentiles que ya fueran prosélitos o
“temerosos de Dios”; otros pueden haber salido directamente del paganismo.
Estos últimos indudablemente estarían familiarizados con el panteón y las
formas de culto helenísticas usuales, posiblemente incluida la prostitución
cúltica. El éxtasis, incluso el hablar en lenguas, era un fenómeno común en las
regiones grecoorientales, y esto podría servir para explicar el mal uso que los
corintios hacían de los dones espirituales cristianos, y posiblemente también
la blasfemia pronunciada bajo éxtasis en 1 Co. 12:2ss.
Los templos paganos representaban un papel significativo en la vida
religiosa, y por ende en la vida diaria: funcionaban como restaurantes y
centros comerciales, además de ser centros importantes (si bien no únicos) de
aprovisionamiento para carniceros.
Además de los elementos emocionales y cúlticos, las religiones
helenísticas apelaban también al intelecto, y el gnosticismo encontró un
semillero fértil. Muchas de estas religiones adquirieron una perspectiva
fuertemente dualista, para la que la materia era algo ilusorio y malo, mientras
que sólo los objetos del pensamiento, en el reino del alma, eran concretos y
buenos. Esto conducía fácilmente a un fomento del conocimiento; a la creencia
(que también aparece en el judaísmo helenístico) en la inmortalidad del alma
más bien que en la resurrección del cuerpo; y, quizá algo extrañamente, tanto
al ascetismo (en el que sencillamente se rechaza el mundo “malo”) como al
libertinaje (en el que el alma “buena” se considera sin mancha, haga lo que
hiciere el cuerpo ilusorio).
Todos estos factores sin duda contribuyeron a la creación de problemas
particulares que surgieron en la iglesia.
Evangelio
Desde el interior de las Escrituras se oyen
latidos de vida, ¿qué significan esos sonidos? Escuchemos atentamente el texto
bíblico de hoy:
1
Corintios 2:1-6
“Así que, hermanos, cuando fui a ustedes
para anunciarles el testimonio de Dios, no fui con excelencia de palabras o de
sabiduría, pues me propuse no saber entre ustedes cosa alguna sino a
Jesucristo, y a éste crucificado. Y estuve entre ustedes con debilidad, y
mucho temor y temblor; y ni mi palabra ni mi predicación fueron con
palabras persuasivas de humana sabiduría, sino con demostración del Espíritu y
de poder, para que su fe no esté fundada en la sabiduría de los hombres,
sino en el poder de Dios.
Sin embargo, hablamos sabiduría entre
los que han alcanzado madurez en la fe; no la sabiduría de este mundo ni de los
poderosos de este mundo, que perecen.” Amén.
Los textos bíblicos nos dicen cosas, pero sólo si
reflexionamos sobre lo que oímos podremos escuchar los verdaderos latidos de
Dios: momento de reflexión:
En mi vida me he encontrado con personas muy
sabias. Lo curioso es que esa sabiduría generalmente ha venido desde personas
sin mucha escolaridad, a veces personas que apenas sabían leer y escribir.
Sabiduría en la fe, de eso se trata.
Por mis estudios he tenido que leer mucha
filosofía, a veces teorías muy complicadas, cuestiones del ser que en estas
personas sabias son palabras simples, concretas pero mucho más profundas.
En especial una señora muy mayor, que sufrió
muchas cosas en su vida, además que quedar viuda con varios hijos para criar,
con hijos fallecidos, incluso uno en la cárcel. Sin embargo siempre agradecida
por la vida que Dios le había dado, aunque vivía en un ranchito.
Una mujer de una gran generosidad, recuerdo una
vez que pedíamos una ofrenda especial para los paquetes de Navidad para los
chicos, ella me dio un billete que yo creí que se había equivocado ¡fue la
mayor ofrenda que recibimos en esa oportunidad y de la persona menos esperada!
Es que para ella el dinero era un medio, que
muchas veces había escaseado, pero su creatividad y su alegría por la vida,
nunca permitió que bajara los brazos.
En su pequeño terreno tenía huerta y jardín,
cuidaba a un hijo con una discapacidad mental leve, él era su compañía. Dios le
había dado salud y en su vejez nos enseñaba a todos los de la comunidad a
encontrar el sentido de la vida y a aceptar las cosas aunque no fueran tan
favorables. Ella sabía que hay tiempos buenos y malos, y que todo pasa. Que
tenemos que aprovechar los tiempos con viento a favor para fortalecernos para
cuando el viento se va en contra.
Eso es sabiduría. Algo que no se encuentra en los
libros, y no digo que no es bueno leer ¡todo lo contrario! Pero los libros nos
dan conocimiento, pero la vida y cómo la vivimos es la que nos da la sabiduría,
que sólo puede venir de Dios. Amén.
Querido Jesús, ayudame a descansar en vos,
enseñame a no pelearme con la vida, sino a aceptarla con sus idas y venidas. No
permitas que el dolor y las desilusiones me vayan amargando, llename de alegría
en la esperanza de que todo pasa y que incluso en las dificultades puedo ser
feliz y vivir plenamente. Te lo pido en el nombre del Padre y del Hijo y del
Espíritu Santo. Amén.
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