Cada
latido de nuestro corazón marca el ritmo de una poesía hecha por Dios,
escuchemos con el alma las poesías presentes en las Escrituras:
Salmo 118:1-23
“Den gracias al Señor, porque El es bueno;
Porque para siempre es Su misericordia.
Porque para siempre es Su misericordia.
Diga ahora Israel:
“Para siempre es Su misericordia.”
Diga ahora la casa de Aarón:
“Para siempre es Su misericordia.”
Digan ahora los que temen (reverencian) al Señor:
“Para siempre es Su misericordia.”
“Para siempre es Su misericordia.”
Diga ahora la casa de Aarón:
“Para siempre es Su misericordia.”
Digan ahora los que temen (reverencian) al Señor:
“Para siempre es Su misericordia.”
En medio de mi angustia invoqué al Señor;
El Señor me respondió y me puso en un lugar espacioso.
El Señor está a mi favor; no temeré.
¿Qué puede hacerme el hombre?
El Señor está por mí entre los que me ayudan;
Por tanto, miraré triunfante sobre los que me aborrecen.
Es mejor refugiarse en el Señor
Que confiar en el hombre.
Es mejor refugiarse en el Señor
Que confiar en príncipes.
El Señor me respondió y me puso en un lugar espacioso.
El Señor está a mi favor; no temeré.
¿Qué puede hacerme el hombre?
El Señor está por mí entre los que me ayudan;
Por tanto, miraré triunfante sobre los que me aborrecen.
Es mejor refugiarse en el Señor
Que confiar en el hombre.
Es mejor refugiarse en el Señor
Que confiar en príncipes.
Todas las naciones
me rodearon;
En el nombre del Señor ciertamente las destruí.
Me rodearon, sí, me rodearon;
En el nombre del Señor ciertamente las destruí.
Me rodearon como abejas;
Fueron extinguidas como fuego de espinos;
En el nombre del Señor ciertamente las destruí.
En el nombre del Señor ciertamente las destruí.
Me rodearon, sí, me rodearon;
En el nombre del Señor ciertamente las destruí.
Me rodearon como abejas;
Fueron extinguidas como fuego de espinos;
En el nombre del Señor ciertamente las destruí.
Me empujaste con
violencia para
que cayera,
Pero el Señor me ayudó.
El Señor es mi fortaleza y mi canción,
Y ha sido salvación para mí.
Pero el Señor me ayudó.
El Señor es mi fortaleza y mi canción,
Y ha sido salvación para mí.
Voz de júbilo y de
salvación hay en las tiendas de los justos;
La diestra del Señor hace proezas.
La diestra del Señor es exaltada;
La diestra del Señor hace proezas.
La diestra del Señor hace proezas.
La diestra del Señor es exaltada;
La diestra del Señor hace proezas.
No moriré, sino que
viviré,
Y contaré las obras del Señor.
El Señor me ha reprendido severamente,
Pero no me ha entregado a la muerte.
Y contaré las obras del Señor.
El Señor me ha reprendido severamente,
Pero no me ha entregado a la muerte.
Ábranme las puertas
de la justicia;
Entraré por ellas y daré gracias al Señor.
Esta es la puerta del Señor;
Los justos entrarán por ella.
Te daré gracias porque me has respondido,
Y has sido mi salvación.
Entraré por ellas y daré gracias al Señor.
Esta es la puerta del Señor;
Los justos entrarán por ella.
Te daré gracias porque me has respondido,
Y has sido mi salvación.
La piedra que
desecharon los edificadores
Ha venido a ser la piedra principal del ángulo.
Obra del Señor es esto;
Admirable a nuestros ojos.
Este es el día que el Señor ha hecho;
Regocijémonos y alegrémonos en él.
Ha venido a ser la piedra principal del ángulo.
Obra del Señor es esto;
Admirable a nuestros ojos.
Este es el día que el Señor ha hecho;
Regocijémonos y alegrémonos en él.
Te rogamos, oh Señor, sálvanos ahora;
Te rogamos, oh Señor, prospéranos ahora.
Bendito el que viene en el nombre del Señor;
Desde la casa del Señor los bendecimos.
El Señor es Dios y nos ilumina;
Aten el sacrificio de la fiesta con cuerdas a los cuernos del altar.
Tú eres mi Dios, y Te doy gracias;
Tú eres mi Dios, y yo Te exalto.
Den gracias al Señor, porque El es bueno;
Porque para siempre es Su misericordia.” Amén.
Te rogamos, oh Señor, prospéranos ahora.
Bendito el que viene en el nombre del Señor;
Desde la casa del Señor los bendecimos.
El Señor es Dios y nos ilumina;
Aten el sacrificio de la fiesta con cuerdas a los cuernos del altar.
Tú eres mi Dios, y Te doy gracias;
Tú eres mi Dios, y yo Te exalto.
Den gracias al Señor, porque El es bueno;
Porque para siempre es Su misericordia.” Amén.
Curiosidades
La actitud permanente del Dios santo y justo
cuando enfrenta al pecado y al mal se denomina su “ira”. Resulta inadecuado
considerar a este término simplemente como una descripción del “inevitable
proceso de causa y efecto en un universo moral”, o como otro modo de hablar de
los resultados del pecado. Es más bien una cualidad personal, sin la cual Dios
dejaría de ser plenamente justo, y su amor degeneraría en sentimentalismo. Sin
embargo, aun cuando su ira, igual que su amor, tiene que ser descrita en
lenguaje humano, no es caprichosa, antojadiza, o espasmódica, como lo es
siempre el enojo humano. Es un elemento tan permanente y tan consecuente de su
naturaleza como lo es su amor.
La injusticia y la impiedad de los seres humanos,
por las que no tienen ninguna excusa, tiene que producir manifestaciones de la
ira divina tanto en la vida de los individuos como en la de las naciones; y el
A.T. contiene numerosas ilustraciones de esto, tales como la destrucción de
Sodoma y Gomorra y la caída de Nínive. Pero hasta el “día de la ira” final, que
se anticipa en toda la Biblia y se pinta muy gráficamente en Apocalipsis, la
ira de Dios está siempre atemperada por la misericordia, particularmente en lo
que hace a su trato con el pueblo elegido. Sin embargo, si el pecador se aprovecha
de esta misericordia, amontona ira sobre sí mismo “para el día de la ira”,
cuando se revelará el justo juicio de Dios. Pablo estaba convencido de que una
de las razones principales que explican por qué Israel no pudo detener el
proceso de deterioro moral radicaba en la reacción equivocada que adoptaron
ante la paciencia de Dios, que tantas veces se abstuvo de castigarlos en la
medida en que lo merecían. Se estaban abusando de las “riquezas de benignidad,
paciencia y longanimidad”, sin darse cuenta de que esta actitud divina tenía
como fin llevarlos al arrepentimiento.
En su estado irredento, la rebelión de los seres
humanos contra Dios es , de hecho, tan persistente que se constituyen
inevitablemente en objeto de su ira, y en “vasos de ira preparados para
destrucción”. La Ley mosaica tampoco los libera de esta situación, porque, como
lo indica el apóstol Pablo, “la ley produce ira”. Dado que ella exige la
obediencia perfecta a los mandamientos, las penas que se imponen por la
desobediencia hacen al que ofende más vulnerable a la ira divina. Se debe
únicamente a la misericordiosa provisión hecha para los pecadores en el evangelio
que pueden dejar de ser objeto de dicha ira y hacerse receptores de la gracia.
El amor de Dios para con los pecadores, expresado en la vida y la muerte de
Jesús, constituye el tema dominante en el N.T., y este amor se manifiesta en
que Jesús experimentó por cuenta del ser humano y en su lugar la miseria, las
aflicciones, el castigo y la muerte que corresponden a los pecadores sometidos
a la ira de Dios.
En consecuencia, se puede describir a Jesús como
el que “nos libra de la ira venidera”; y Pablo puede escribir diciendo, “pues
mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la
ira”. Por esta parte, la ira de Dios pende sobre todos los que, procurando
frustrar el propósito redentor de Dios son desobedientes al Hijo de Dios, por
medio del cual únicamente se hace posible la justificación.
Evangelio
Desde el
interior de las Escrituras se oyen latidos de vida, ¿qué significan esos
sonidos? Escuchemos atentamente el texto bíblico de hoy:
Colosenses 3:1-11
“Si ustedes, pues,
han resucitado con Cristo, busquen las cosas de arriba, donde está Cristo
sentado a la diestra de Dios. Pongan la mira (la mente) en las cosas de
arriba, no en las de la tierra. Porque ustedes han muerto, y su vida está
escondida con Cristo en Dios. Cuando Cristo, nuestra vida, sea
manifestado, entonces ustedes también serán manifestados con El en gloria.
Por tanto, consideren los miembros de su cuerpo terrenal como
muertos a la fornicación, la impureza, las pasiones, los malos deseos y la
avaricia, que es idolatría. Pues la ira de Dios vendrá sobre los hijos de
desobediencia por causa de estas cosas, en las cuales ustedes también
anduvieron en otro tiempo cuando vivían en ellas. Pero ahora desechen
también todo esto: ira, enojo, malicia, insultos, lenguaje ofensivo de su boca.
Dejen de mentirse los
unos a los otros, puesto que han desechado al viejo hombre con sus malos hábitos, y se han vestido
del nuevo hombre, el cual
se va renovando hacia un verdadero conocimiento, conforme a la
imagen de Aquél que lo creó. En
esta renovación no hay distinción
entre Griego y Judío, circunciso e incircunciso, bárbaro (uno que
no era Griego, ni por nacimiento ni por cultura), Escita, esclavo o libre, sino que Cristo (el
Mesías) es todo, y en todos.” Amén.
Los
textos bíblicos nos dicen cosas, pero sólo si reflexionamos sobre lo que oímos
podremos escuchar los verdaderos latidos de Dios: momento de reflexión:
Es
notable como desde hace algunos años nuestro vocabulario se ha tornado cada vez
más grosero. Ya hace algunos años que los chicos a sus amigos del dicen bol… y
a la persona que tiene suerte le dicen hijo de p…
Recuerdo
que esas palabras eran insultos…
Entre
novios o parejas se dicen palabras horribles como si nada, lo mismo los padres
o las madres ofenden a sus hijos con palabras que aparentemente son como
cariñosas. Nuestro vocabulario ha adquirido un nivel de violencia a través de
insultos que se han naturalizado a tal punto que si ahora queremos insultar, ya
no existen palabras, ya las usamos en lo cotidiano…
El
maltrato forma parte de la vida cotidiana no hemos perdido ya la dimensión y el
sentido de nuestras palabras. Nuestro idioma se ha simplificado y eso afecta
también nuestra capacidad de pensar, de reflexionar, y eso es preocupante y
peligroso.
No
es casual que Pablo en su carta agregue a una lista de actitudes o formas de
vida que no condicen con la fe cristiana, con la pertenencia al movimiento de
Jesús, una lista de emociones violentas
y palabras o formas de expresarnos que son violentas. Porque muchas veces sin
darnos cuenta lastimamos con nuestras palabras, que son como lanzas, cuchillos,
elementos de tortura…
¿Cuántas
veces te has puesto mal por algo que te dijeron, a veces sólo una frase o una
palabra? A veces esa palabra nos martilla en la cabeza durante días, y a veces
nos deja traumas para toda la vida.
En
un curso sobre “Violencia familiar y Abuso” que hice hace varios años atrás, la
psicóloga que nos daba buena parte del curso, nos mostró una tomografía de un
cerebro de un niño que había sufrido violencia física y otro de uno que había
sufrido violencia verbal: ¡y los dos cerebros se veían igual de marchitos!
Tengamos
cuidado con nuestras palabras, con la violencia con la que hablamos, con las
palabras que seleccionamos para expresarnos. Pensemos antes de hablar, y que
nuestra boca salga lo que realmente sentimos pero de la mejor forma posible.
Tratémonos amablemente, que no cuesta nada. Pero animémonos también a frenar al
que habla con violencia, que tiene la boca como una cloaca. A veces las
personas se han acostumbrado a hablar así y no se dan cuenta. Ayudemos a
mejorar nuestros modos y formas de hablar para que todos mejoremos así parte de
nuestra calidad de vida. Amén.
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