Salmo 80
“Pastor de Israel, escucha;
tú que pastoreas como a ovejas a José,
tú que estás entre querubines, resplandece.
¡Despierta tu poder
delante de Efraín, de Benjamín y de Manasés,
y ven a salvarnos!
¡Dios, restáuranos!
¡Haz resplandecer tu rostro y seremos salvos!
Mi Señor, Dios de los ejércitos,
¿hasta cuándo mostrarás tu indignación contra la oración de tu pueblo?
Les diste a comer pan de lágrimas
y a beber lágrimas en abundancia.
Nos pusiste por escarnio de nuestros vecinos
y nuestros enemigos se burlan de nosotros.
¡Dios de los ejércitos, restáuranos!
¡Haz resplandecer tu rostro y seremos salvos!
Hiciste venir una vid de Egipto;
echaste las naciones y la plantaste.
Limpiaste el terreno para ella,
hiciste arraigar sus raíces y llenó la tierra.
Los montes fueron cubiertos con su sombra
y con sus sarmientos los cedros de Dios.
Extendió sus vástagos hasta el mar
y hasta el río sus renuevos.
¿Por qué rompiste sus cercas
y la vendimian todos los que pasan por el camino?
La destroza el puerco montés
y la bestia del campo la devora.
Dios de los ejércitos, vuelve ahora;
mira desde el cielo, considera y visita esta viña,
la planta que plantó tu diestra
y el renuevo que para ti afirmaste.
¡Quemada a fuego está, asolada!
¡Perezcan por la reprensión de tu rostro!
Sea tu mano sobre el varón de tu diestra,
sobre el hijo de hombre que para ti afirmaste.
Así no nos apartaremos de ti;
vida nos darás e invocaremos tu nombre.
¡Mi Señor, Dios de los ejércitos, restáuranos!
¡Haz resplandecer tu rostro y seremos salvos!” Amén.
Curiosidades
¿A qué se le decía "Canto del gallo" en los tiempos de Jesús?
Este era el nombre que se daba al tercer período de vigilia de la noche, según la división griega y romana del día (Mr 13:35); abarcaba desde cerca de la medianoche hasta cerca de las tres de la madrugada.
Ha habido diversas opiniones sobre el significado del canto del gallo (gr. a·le·kto·ro·fō·ní·a) debido a que Jesús lo mencionó cuando predijo que Pedro lo negaría tres veces. (Mt 26:34, 74, 75; Mr 14:30, 72; Lu 22:34; Jn 13:38.) Ciertas declaraciones de la Misná judía (Baba qamma 7:7) han llevado a algunos a pensar que no se criaban gallos en Jerusalén, ya que su costumbre de escarbar la tierra ocasionaba inmundicia ceremonial. Dicen que el canto del gallo al que se refirió Jesús era en realidad el gallicinium romano, una señal horaria que emitían con una especie de clarines al final de la tercera vigilia de la noche los guardas romanos estacionados en las escalinatas de la Fortaleza Antonia de Jerusalén.
Sin embargo, las referencias del Talmud judío indican que sí se criaban gallos en Jerusalén en aquellos tiempos. (Como ejemplo, véase la Misná, Eduyot 6:1.) Otra prueba es que Jesús escogió el símil de una ‘gallina que reúne a sus pollitos debajo de sus alas’ cuando se lamentó por la ciudad de Jerusalén (Mt 23:37), y sabido es que el Gran Maestro escogía las ilustraciones que sus oyentes podían entender con facilidad. Por lo tanto, parece ser que no hay buena razón para creer que las palabras que Jesús dirigió a Pedro se referían a algo distinto del canto del gallo literal.
Otros señalan una aparente contradicción en los cuatro relatos, pues Mateo, Lucas y Juan solo mencionan un canto del gallo, mientras que Marcos pone en boca de Jesús las palabras: “En verdad te digo: Hoy tú, sí, esta noche, antes que un gallo cante dos veces, hasta tú me repudiarás tres veces”, y luego las repite al relatar lo que sucedió. (Mr 14:30, 72.)
Es obvio que más bien que una contradicción, se trata de un caso en el que un escritor ofrece un relato más detallado que los demás. El incidente tiene que ver con Pedro, y como Marcos pasó mucho tiempo con él y también escribió su evangelio con su ayuda o basándose en su testimonio, es razonable que su relato sea el más detallado. (En otras ocasiones Mateo ofrece más detalles, como se puede ver cuando se compara Mt 8:28 con Mr 5:2 y Lu 8:27, y Mt 20:30 con Mr 10:46 y Lu 18:35.) De modo que Marcos especifica que Jesús habló de dos cantos del gallo, mientras que los otros tres escritores solo mencionan el segundo y último, el que hizo que Pedro cediera a las lágrimas, lo que no significa que no hubiera habido otro antes.
https://wol.jw.org/es/wol/d/r4/lp-s/1200001003
Evangelio
Marcos 13:33-37
“Miren, velen y oren, porque no saben cuándo será el tiempo. Es como el hombre que, yéndose lejos, dejó su casa, dio autoridad a sus siervos, a cada uno le dio un trabajo y al mayordomo mandó que velara. Velen, pues, porque no saben cuándo vendrá el señor de la casa; si al anochecer, a la medianoche, al canto del gallo o a la mañana; para que cuando venga de repente, no los encuentre durmiendo. Y lo que a ustedes digo, a todos lo digo: ¡Velen!” Amén.
Los textos bíblicos nos dicen cosas, pero sólo si reflexionamos sobre lo que oímos podremos escuchar los verdaderos latidos de Dios: momento de reflexión:
Velar, estar atentos… y un mundo que duerme…
Duerme porque todos nos hemos acostumbrado a la violencia, la mediocridad y el oportunismo. Usamos palabrotas para referirnos a nuestros amigos, a nuestros novios o esposos e incluso a nuestros propios hijos.
Transitamos por la ciudad insultándonos, sea a pie o en auto. Maltratamos a la gente cuando trabajamos con ella, como cajeros, secretarias o cualquier otro gremio. Disfrutamos de los programas que se ríen de las personas con los famosos bluppers o con chismes de todo tipo, en donde la verdad no tiene ninguna importancia. Hablamos de nuestro país como si fuera de otro diciendo “este país de…”
A todo esto le llamo dormir. Porque para Dios estamos dormidos, no sólo dejamos que las cosas sucedan, nos dejamos llevar por la inercia de un mundo que se autodestruye a diario. Estamos dormidos porque permitimos que las cosas sigan su rumbo sin luchar porque el Reino de Dios se imponga, que el amor, el buen trato y el respeto a los demás se impongan.
La palabra velar casi no se usa ni se entiende lo que quiere decir. Tal vez hablemos de vigilia en la Semana Santa, tomando con esto la idea de pasar una noche despiertos en compañía de otros cristianos. Tal vez pensemos en un velorio, que también exige el estar despiertos acompañando a los deudos durante la noche antes del sepelio… pero esto se usa cada vez menos…
Pero la realidad es que muchos de nosotros conocemos esto de velar: cuando nuestro hijo está muy enfermo y no logramos bajarle la fiebre o los dolores, cuando nos toca quedarnos cuidando a alguna persona que se acaba de operar. El dormir, pero con un ojo abierto, atentos a cualquier señal que nos indique que debemos buscar ayuda…
¿Quién no ha vivido esto?
Jesús nos está pidiendo que estemos así pero en relación a nuestra vida de fe. Que estemos atentos como cristianos a lo que sucede a nuestro alrededor y a actuar conforme las enseñanzas de Jesús. Pero también a prepararnos para nuestra muerte. Tener todas nuestras cosas ordenadas, y no estoy hablando de lo material, sino de nuestras relaciones. Que no hayamos dejado ni charlas, ni arrepentimientos, ni perdones, ni pedidos de perdón. Estar en paz con nuestras conciencias, esto es estar listos, y por eso nos dice que estemos atentos, que velemos, no vaya a ser que se nos escape algún detalle importante y perder esa paz a la que hemos sido llamados a través de Jesucristo.
Vos sos parte de este mundo que duerme y que Dios quiere que despertemos. Salí de tu letargo y animate, Jesús te está llamando. Amén.
Querido Jesús, vos me estás llamando la atención, me estás diciendo que este rumbo que lleva el mundo no es lo que vos querés y no es bueno para nosotros. Ayudame a despertarme de mi letargo, ayudame a salir de mí misma y tomar conciencia de que el tiempo es ahora. Te lo pido a vos que junto con el Padre y el Espíritu Santo reinas por toda la eternidad. Amén.
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