miércoles, 13 de diciembre de 2017

10 de Diciembre

Cada latido de nuestro corazón marca el ritmo de una poesía hecha por Dios, escuchemos con el alma las poesías presentes en las Escrituras:

Salmo 85

“Fuiste propicio a tu tierra, mi Señor;
volviste la cautividad de Jacob.

Perdonaste la maldad de tu pueblo;
todos los pecados de ellos cubriste.

Reprimiste todo tu enojo;
te apartaste del ardor de tu ira.

Restáuranos, Dios de nuestra salvación,
y haz caer tu ira contra nosotros.

¿Estarás enojado contra nosotros para siempre?
¿Extenderás tu ira de generación en generación?

¿No volverás a darnos vida,
para que tu pueblo se regocije en ti?

¡Muéstranos, mi Señor, tu misericordia
y danos tu salvación!

Escucharé lo que hablará mi Señor Dios,
porque hablará paz a su pueblo y a sus santos,
para que no se vuelvan a la locura.

Ciertamente cercana está su salvación a los que lo temen,
para que habite la gloria en nuestra tierra.

La misericordia y la verdad se encontraron;
la justicia y la paz se besaron.

La verdad brotará de la tierra
y la justicia mirará desde los cielos.

Mi Señor dará también el bien
y nuestra tierra dará su fruto.

La justicia irá delante de él
y sus pasos nos pondrá por camino.” Amén.

Curiosidades

¿Cómo surgió la idea de la penitencia y el ayuno?
La primitiva celebración de la Pascua del Señor conoció la praxis de un ayuno preparatorio el viernes y sábado previos a dicha conmemoración.
A esta práctica podría aludir la Traditio Apostolica, documento de comienzos del siglo III, cuando exige que los candidatos al bautismo ayunen el viernes y transcurran la noche del sábado en vela. Por otra parte, en el siglo III, la Iglesia de Alejandría, de hondas y mutuas relaciones con la sede romana, vivía una semana de ayuno previo a las fiestas pascuales.
En el siglo IV se consolida la estructura cuaresmal de cuarenta días
De todos modos, como en otros ámbitos de la vida de la Iglesia, habrá que esperar hasta el siglo IV para encontrar los primeros atisbos de una estructura orgánica de este tiempo litúrgico. Sin embargo, mientras en esta época aparece ya consolidada en casi todas las Iglesias la institución de la cuaresma de cuarenta días, el período de preparación pascual se circunscribía en  Roma a tres semanas de ayuno diario, excepto sábados y domingos. Este ayuno prepascual de tres semanas se mantuvo poco tiempo en vigor, pues a finales del siglo IV, la Urbe conocía ya la estructura cuaresmal de cuarenta días.
El período cuaresmal de seis semanas de duración nació probablemente vinculado a la práctica penitencial: los penitentes comenzaban su preparación más intensa el sexto domingo antes de Pascua y vivían un ayuno prolongado hasta el día de la reconciliación, que acaecía durante la asamblea eucarística del Jueves Santo. Como este período de penitencia duraba cuarenta días, recibió el nombre de Quadragesima o cuaresma.
Durante el primer estadio de organización cuaresmal se celebraban tan sólo las reuniones eucarísticas dominicales, si bien entre semana existían asambleas no eucarísticas: los miércoles y viernes.
Pero a finales del siglo VI las reuniones del lunes, miércoles y viernes celebraban ya la eucaristía. Más tarde, se añadieron nuevas asambleas eucarísticas los martes y sábados. Por último, el proceso se cerró bajo el pontificado de Gregorio II (715-731), con la asignación de un formulario eucarístico para los jueves de cuaresma.
http://www.primeroscristianos.com/index.php/origenes/item/644-los-origenes-de-la-cuaresma/644-los-origenes-de-la-cuaresma

Evangelio

Desde el interior de las Escrituras se oyen latidos de vida, ¿qué significan esos sonidos? Escuchemos atentamente el texto bíblico de hoy:

Marcos 1:1-8

“Principio del evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios. Como está escrito en el profeta Isaías:
«Yo envío mi mensajero delante de tu faz,
el cual preparará tu camino delante de ti.
Voz del que clama en el desierto:
"Preparen el camino del Señor.
¡Enderecen sus sendas!"
Bautizaba Juan en el desierto y predicaba el bautismo de arrepentimiento para perdón de pecados. Acudía a él toda la provincia de Judea y todos los de Jerusalén, y eran bautizados por él en el río Jordán, confesando sus pecados.
Juan estaba vestido de pelo de camello, tenía un cinto de cuero alrededor de su cintura, y comía langostas y miel silvestre. Y predicaba, diciendo: «Viene tras mí el que es más poderoso que yo, a quien no soy digno de desatar, agachado, la correa de su calzado. Yo a la verdad los he bautizado con agua, pero él los bautizará con Espíritu Santo». Amén.

Los textos bíblicos nos dicen cosas, pero sólo si reflexionamos sobre lo que oímos podremos escuchar los verdaderos latidos de Dios: momento de reflexión:

Cuando estamos por emprender un cambio importante en nuestras vidas, es necesaria una preparación previa. ¿Y por qué digo esto?
Para comenzar una nueva etapa en la vida: vivir solos, vivir en pareja, comenzar una carrera u otras cosas, es importante haber reflexionado bien acerca de este cambio en la vida, estar espiritualmente bien, en paz, para que lo que hagamos no sea un escape de la realidad que estamos viviendo.
Conozco historias de chicas que se han casado por querer salir de la casa y no por amor a la persona con la que se casan… a la larga resulta en fracaso… o al menos en un esfuerzo muy grande por construir esa pareja.
Cuando no estamos preparados para aquello que vamos a emprender, cuando no hemos buscado mentalizarnos, analizado los pro y los contras, cuando no estamos convencidos seguramente vamos a entrar en esa nueva etapa trastabillando.
De la misma manera nos pasa cuando buscamos el encuentro con Dios ¿de qué manera podemos prepararnos para ese encuentro?
El relato de hoy habla acerca de cómo Juan bautizaba a la gente que venía deseosa de reconciliarse con Dios. Hoy no hacemos esto, porque el bautismo es uno sólo. Pero el buscar un espacio de meditación, de introspección, de poner las cartas sobre la mesa, sincerándonos, es fundamental. Para poder entrar en contacto con Dios es necesario buscar una intimidad, igual que lo hacemos con un amigo. Por eso el pensar en un desierto, es decir un espacio en donde nada nos distraiga ni nos interrumpa es imprescindible.
En ese silencio, en esa soledad hablamos con Dios, nos reconciliamos con él y nuestra vida cambia. Esto mismo lo podemos hacer para conectarnos con nosotros mismos, cuando estamos por iniciar una nueva etapa en nuestras vidas. Empezar limpios, sin cargas, temores ni escapándonos de nada.
Sólo así los cambios son buenos, sólo así, en un diálogo profundo en nuestro interior, lo que emprendamos será positivo y dará frutos. Pensalo, no es tan difícil. Amén.

Querido Jesús, vos mismo te preparaste para comenzar tu ministerio, le pediste a Juan que te bautizara a vos también. Esa fue parte de tu preparación, sabías que el cambio en tu vida iba a ser grande y difícil. Ayudame a actuar de la misma manera, a tomarme mi tiempo para meditar cuando estoy tomando decisiones que signifiquen un cambio en mi vida. Ayudame a no escapar ni refugiarme en situaciones de las que después me voy a arrepentir. Te lo pido a vos que junto al Padre y al Espíritu Santo reinas por toda la eternidad. Amén.

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