Salmo 145
“Te exaltaré, mi Dios, mi Rey,
y bendeciré tu nombre eternamente y para siempre.
Cada día te bendeciré
y alabaré tu nombre eternamente y para siempre.
Grande es mi Señor y digno de suprema alabanza;
su grandeza es insondable.
Generación a generación celebrará tus obras
y anunciará tus poderosos hechos.
En la hermosura de la gloria de tu magnificencia
y en tus hechos maravillosos meditaré.
Del poder de tus hechos estupendos hablarán los hombres,
y yo publicaré tu grandeza.
Proclamarán la memoria de tu inmensa bondad,
y cantarán tu justicia.
Clemente y misericordioso es mi Señor,
lento para la ira y grande en misericordia.
Bueno es mi Señor para con todos,
y sus misericordias sobre todas sus obras.
¡Te alaben, mi Señor, todas tus obras,
y tus santos te bendigan!
La gloria de tu reino digan
y hablen de tu poder,
para hacer saber a los hijos de los hombres sus poderosos hechos
y la gloria de la magnificencia de su reino.
Tu reino es reino de todos los siglos
y tu señorío por todas las generaciones.
Sostiene mi Señor a todos los que caen
y levanta a todos los oprimidos.
Los ojos de todos esperan en ti
y tú les das su comida a su tiempo.
Abres tu mano
y colmas de bendición a todo ser viviente.
Justo es mi Señor en todos sus caminos
y misericordioso en todas sus obras.
Cercano está mi Señor a todos los que lo invocan,
a todos los que lo invocan de veras.
Cumplirá el deseo de los que lo temen;
oirá asimismo el clamor de ellos y los salvará.
Mi Señor guarda a todos los que lo aman,
pero destruirá a todos los impíos.
La alabanza de mi Señor proclamará mi boca.
¡Todos bendigan su santo nombre
eternamente y para siempre!” Amén.
Curiosidades
Uno de los escritos importantes de Lutero es "La cautividad babilónica de la Iglesia en 1520 ¡Qué dice este escrito?
Lutero redactó "La cautividad babilónica de la Iglesia" en latín y estaba dirigido no al pueblo llano sino a los humanistas y al clero. Su título –Un preludio sobre la cautividad babilónica de la Iglesia– enlazaba con una corriente de pensamiento que había comparado desde hacía siglos la decadencia de la iglesia católica con el destierro que había sufrido el pueblo de Israel en Babilonia. De hecho, también se había denominado cautividad babilónica al período en que el papa había abandonado Roma para residir en Aviñón. Lutero comenzaba diciendo que había tenido que escribirlo impulsado por los ataques feroces de los que había sido objeto, pero lo cierto es que también recogía las consecuencias lógicas de sus conclusiones contrarias a Roma. Anunció su publicación a Spalatino a la vez que le informaba de la llegada de Eck con la bula papal. Lutero sostiene en el texto que la Biblia debe ser la base de la vida de la iglesia: “La iglesia debe su vida a la Palabra de la promesa, y es alimentada y preservada por esta misma Palabra – son las promesas de Dios las que hacen a la iglesia y no la iglesia la que hace las promesas de Dios”. A partir de ahí, Lutero indica que, propiamente hablando, por lo tanto, sólo pueden existir dos sacramentos, el Bautismo y la Santa Cena, porque son los únicos de los que hablan las Escrituras. Lutero no niega el matrimonio, la confirmación o el orden, pero no los considera sacramentos en la medida en que Cristo no los instituyó como tales. Precisamente, ese biblicismo es el que lleva a Lutero a cuestionar buena parte de la enseñanza católica sobre la Eucaristía. En primer lugar, cuestiona el dogma de la transubstanciación. De hecho, el pasaje de Juan 6 nada tiene que ver con este dogma –una afirmación que pocos exegetas católicos cuestionarían en la actualidad– que carece de sustento bíblico. La base para llegar a esa conclusión es no sólo que los textos del Nuevo Testamento hablan de que lo que tomaban los primeros cristianos era pan y vino (I Corintios 11, 26-28), sino que además resultaba inverosímil definir un dogma sobre la base de la filosofía aristotélica. La objeción última ya había sido planteada por humanistas como Erasmo, si bien habían preferido no entrar en controversias al respecto. Igualmente, Lutero se refería a la Biblia para indicar que los cristianos participaban del pan y del vino, y no sólo del pan como era práctica en la época. La conclusión a la que acababa llegando el teólogo era que la iglesia estaba sometida a una situación de cautividad espiritual por Roma. Ésta, en lugar de sujetarse a lo que indicaban las Escrituras, había añadido sacramentos que carecían de base bíblica y había trastornado la naturaleza del bautismo y de la Cena del Señor.
protestantedigital.com/blogs/1828/Lutero_y_los_escritos_del_verano_de_1520
Quiero compartir también el prólogo del profesor Rodolfo Obermüller en el escrito traducido al castellano:Entre los años 1305 y 1377, la sede de la curia papal encontrábase en la ciudad de Aviñón, en Francia, porque el rey de Francia había apresado al Papa.
Este período fue llamado “la cautividad babilónica del Papa”, expresión ya proverbial que con el acierto digno de un periodista fue usada por Lutero para encabezar una obra suya, en la cual contesta dos publicaciones controversistas, sosteniendo que la Iglesia misma fue aprisionada por el sistema papal.
En el mes de junio de 1520 Lutero dio con un Tractatus de communione sub utraque specie, escrito por Agustín Von Alfeld, monje franciscano en Lipsia, conteniendo “bases bíblicas” para la privación del cáliz a los laicos. Poco después leyó Revocatio Martini Lutheri, Agustiniani ad sanctam sedem, compuesto por Isidro Isolani, monje dominicano, profesor de teología en Cremona (Italia). En el transcurso de cuatro semanas, Lutero escribió su réplica, un “preludio”, para su revocatio que es otro nuevo desafío. Con todo propósito, la publicación se hizo exclusivamente en latín con el fin de limitar la discusión a los círculos teológicos. Pero los conceptos presentados en el libro ya habían sido expuestos en el idioma vernáculo popular, por medio de los sermones Sobre el sacramento de la penitencia, Sobre el santo dignísimo sacramento del bautismo, y Sobre el dignísimo sacramento del santo verdadero cuerpo de Cristo y sobre las cofradías, todos del año 1519. El tratado en latín los presenta ahora en forma más sistemática y coherente.
En la primera parte se describe la liberación de los tres sacramentos que tienen base bíblica: la comunión, el bautismo y la confesión. Liberados de las cadenas dogmáticas, son demostraciones del perdón de los pecados por la fe. En la segunda parte se estudia el significado auténtico de la confirmación, de la bendición nupcial, de la ordenación sacerdotal y de la extremaunción. Lutero no niega que tales ceremonias puedan expresar verdades de la vida cristiana, pero no acepta su
carácter sacramental. Un sacramento sería una promesa dada por Cristo y corroborada por un acto en el cual se apoya la fe del creyente.
En la parte final, Lutero anuncia que ni siquiera la excomunión lo hará renunciar a su propósito.
Muy grande fue el impacto del tratado. Erasmo, el humanista reformista, quedó aterrado por su lectura ya que ahora la ruptura de los luteranos con la Iglesia romana parecía inevitable. La Universidad de París protestó pública y solemnemente
contra los conceptos de Lutero. El rey de Inglaterra, Enrique VIII, compuso un libro contra “el lobo infernal cuya boca rebosa del pus de su corazón maligno herético”.
Tales reacciones ponen de relieve la importancia de esta obra para el conocimiento y la apreciación de las posiciones teológicas y eclesiológicas del joven Lutero.
En épocas posteriores de su vida, Lutero habrá de modificar y radicalizar algunos de sus conceptos, que en 1520 llevaran aún el sello de un intento conservador y reconciliador, de modo que no se llega a conocer la doctrina de Lutero en su solución completa sin comparar estos conceptos con aquellos que se manifiestan en el Catecismo Mayor (1529) y en los Artículos de Esmalcalda (1536).
Escrito durante el mes de agosto, el tratado salió de la imprenta de Melchior Lotther el 6 de octubre de 1520.
En la edición crítica de Weimar, el tratado figura en el tomo VI, págs. 489-573, base de nuestra traducción.
Evangelio
Desde el interior de las Escrituras se oyen latidos de vida, ¿qué significan esos sonidos? Escuchemos atentamente el texto bíblico de hoy:
Mateo 20:1-16
“»El reino de los cielos es semejante a un hombre, padre de familia, que salió por la mañana a contratar obreros para su viña. Y habiendo convenido con los obreros en un denario al día, los envió a su viña.
Saliendo cerca de la hora tercera del día, vio a otros que estaban en la plaza desocupados y les dijo: "Vayan también ustedes a mi viña, y les daré lo que sea justo". Y ellos fueron.
Salió otra vez cerca de las horas sexta y novena, e hizo lo mismo. Y saliendo cerca de la hora undécima, halló a otros que estaban desocupados y les dijo: "¿Por qué están aquí todo el día desocupados?"
Le dijeron: "Porque nadie nos ha contratado". Él les dijo: "Vayan también ustedes a la viña, y recibirán lo que sea justo".
»Cuando llegó la noche, el señor de la viña dijo a su mayordomo: "Llama a los obreros y págales el jornal, comenzando desde los últimos hasta los primeros".
Llegaron los que habían ido cerca de la hora undécima y recibieron cada uno un denario. Al llegar también los primeros, pensaron que habían de recibir más, pero también ellos recibieron cada uno un denario. Y al recibirlo, murmuraban contra el padre de familia, diciendo: "Estos últimos han trabajado una sola hora y los has tratado igual que a nosotros, que hemos soportado la carga y el calor del día".
Él, respondiendo, dijo a uno de ellos: "Amigo, no te hago ninguna injusticia. ¿No conviniste conmigo en un denario? Toma lo que es tuyo y vete; pero quiero dar a este último lo mismo que a ti. ¿No me está permitido hacer lo que quiero con lo mío? ¿O tienes tú envidia, porque yo soy bueno?"
Así, los primeros serán últimos y los últimos, primeros, porque muchos son llamados, pero pocos escogidos.” Amén.
Los textos bíblicos nos dicen cosas, pero sólo si reflexionamos sobre lo que oímos podremos escuchar los verdaderos latidos de Dios: momento de reflexión:
Siempre me he preguntado por qué tenemos la mala costumbre de compararnos con las demás personas, medirnos en función del otro, si lo que tenemos o a lo que hemos llegado está bien o o tal vez no tanto.
El otro tema es el sentimiento, que muchas veces nos invade, de que para los demás todo es más fácil que para nosotros, al mismo tiempo que nuestra vida es siempre más complicada, difícil e injusta. Incluso a veces estamos contentos con una paga, una nota, el resultado de nuestro esfuerzo... pero de repente, vemos al de al lado, y sentimos que hemos sido desfavorecidos.
¿Qué es lo justo?
Si vamos a mirar la parábola de hoy: que a nadie le falte lo necesario.
¿Qué es lo justo para nosotros?... y... depende de qué lado estemos o momento estamos viviendo. Lo que hoy para mí está bien, mañana tal vez no.
Lo que es importante asumir es que somos egoístas, que está en nuestra naturaleza. Pero al mismo tiempo, que nos cuesta ver la gran bendición que Dios derrama sobre nosotros/as.
Te invito a mirar tu vida: ¿tenés trabajo? ¿cómo andás de salud? ¿tenés de algún tipo de discapacidad? ¿tenés un lugar donde vivir? ¿estás rodeado/a de personas que te quieren?
Hace algunos años conocí una persona que nació con parálisis cerebral. Pero que no se resignó porque a la hora de la "repartija" no había sido beneficiado, no se rindió. Su madre fue una buena parte de su fuerza, pero fue él quien se dijo a sí mismo que ese cuerpo, que ojos de las demás personas no valía nada, podía hacer cosas, y le iba a sacar provecho. Desde los 8 años pinta con la boca, Dios le ha dado un don increíble. Sus cuadros cuidan el menor detalle, y si bien él necesita ayuda casi en todo... cuando toma el pincel en su boca, salen obras que nosotros no logramos hacer con nuestras dos manos.
Este hombre descubrió que Dios lo había bendecido especialmente y que puede brindar no sólo la alegría de disfrutar de sus pinturas, sino que nos puede dar fuerzas a los que, teniendo todo, nos decaemos y sentimos que no podemos.
¿Y la justicia?
Dios tiene una forma muy diferente de impartir la justicia, tan diferente como el de repartir los dones. La clave es si los aprovechamos o perdemos el tiempo quejándonos. Amén.
Querido Jesús, ayudame a que deje de medirme con los demás, de ver constantemente si no he salido perjudicada en la repartija. Sé que muchas veces soy necia y que mido todo con la misma vara y así me pierdo de vivir intensa y agradecidamente. Ayudame a sacar y explotar lo mejor de mí misma para de esa manera dar a conocer al mundo tu gran obra. Te lo pido a vos que junto al Padre y al Espíritu Santo reinas por toda la eternidad. Amén.
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