viernes, 29 de septiembre de 2017

1° de Octubre

Cada latido de nuestro corazón marca el ritmo de una poesía hecha por Dios, escuchemos con el alma las poesías presentes en las Escrituras:

Salmo 25

“A ti, mi Señor, levantaré mi alma.

Dios mío, en ti confío; 
no sea yo avergonzado. 
¡No se alegren de mí mis enemigos!

Ciertamente, ninguno de cuantos esperan en ti será confundido; 
serán avergonzados los que se rebelan sin causa.

Muéstrame, mi Señor, tus caminos; 
enséñame tus sendas.

Encamíname en tu verdad y enséñame, 
porque tú eres el Dios de mi salvación; 
en ti he esperado todo el día.

Acuérdate, mi Señor, de tus piedades y de tus misericordias, 
que son perpetuas.

De los pecados de mi juventud y de mis rebeliones no te acuerdes. 
Conforme a tu misericordia acuérdate, mi Señor, de mí, 
por tu bondad.

Bueno y recto es mi Señor; 
por tanto, él enseñará a los pecadores el camino.

Encaminará a los humildes en la justicia 
y enseñará a los mansos su carrera.

Todas las sendas de mi Señor son misericordia y verdad 
para los que guardan su pacto y sus testimonios.

Por amor de tu nombre, mi Señor, 
perdonarás también mi pecado, que es grande.

¿Quién es el hombre que teme a mi Señor? 
Él le enseñará el camino que ha de escoger.

Gozará él de bienestar 
y su descendencia heredará la tierra.

La comunión íntima de mi Señor es con los que lo temen, 
y a ellos hará conocer su pacto.

Mis ojos siempre se dirigen hacia mi Señor, 
porque él saca mis pies de la red.

Mírame y ten misericordia de mí, 
porque estoy solo y afligido.

Las angustias de mi corazón se han aumentado; 
sácame de mis congojas.

Mira mi aflicción y mi trabajo 
y perdona todos mis pecados.

Mira mis enemigos, cómo se han multiplicado 
y con odio violento me aborrecen.

¡Guarda mi alma y líbrame! 
No sea yo avergonzado, porque en ti he confiado.

Integridad y rectitud me guarden, 
porque en ti he esperado.

¡Redime, Dios, a Israel 
de todas sus angustias!” Amén.

Curiosidades

¿Cómo debe ser un príncipe cristiano según el escrito "A la nobleza cristiana" de Martín Lutero?

Un príncipe cristiano debe abandonar la idea de dominar y actuar con violencia.
Un príncipe debe tener en su mano el derecho con tanta firmeza como la espada y debe estimar con su propia razón cuando y donde ha de aplicar el derecho, es decir, siempre ha de dominar el derecho y la razón. Sin embargo, no es suficiente obedecer al derecho escrito o a los juristas, es necesario algo más. La condición de príncipe es riesgosa, si el príncipe mismo no es tan inteligente que pueda gobernar ambos, a su derecho y a sus consejeros, no podría gobernar bien. Un príncipe debe actuar con temor y no ha de confiarse en libros ni cabezas vivas, ha de atenerse únicamente a Dios y pedirle un corazón sabio y entendimiento justo para gobernar a sus súbditos.

1-En primer lugar, debe estimar a sus súbditos y poner en ello todo su corazón. Hará esto si ordena todos sus sentidos a serle útil y servicial. Debe reflejar la imagen de Cristo en sus ojos. Debe hacer suyas las necesidades de sus súbditos y actuar conforme a ello.

2-En segundo lugar, el príncipe ha de prestar atención a los grandes señores y a sus consejeros, y estar con ellos en la actitud de no despreciar a nadie (escuchar a todos), pero tampoco confiarlo todo a uno solo (por más inteligente que sea). Debe confiar en sus poderosos y dejarles hacer, pero conservar las riendas y no estando confiado si no vigilando y recorriendo el país. A los verdaderos cristianos les gustará y estarán agradecidos de que el príncipe los vigile muy cuidadosamente, en cambio los que quieren tomar el control son de los que más hay que desconfiar. Sólo en Dios se puede confiar completamente.

3- En tercer lugar, que ponga cuidado en actuar rectamente con los malhechores. Debe castigar sin perjudicar a los demás. Si no puede castigar la injusticia sin cometer una injusticia mayor, que renuncia a todo su derecho, por más justo que sea. Ningún príncipe debe guerrear contra su superior. A la autoridad no se le debe resistir con fuerza sino con la verdad. Si el adversario es igual o inferior, en primer lugar de le debe ofrecer justicia y paz, si la rechaza, tiene que defenderse con la fuerza contra la fuerza, pero no debe mirar su propio interés sino que la protección de sus súbditos y ayudarlos. En este caso de peligro, los súbditos están obligados a seguirlo y arriesgar sus cuerpos y sus bienes, debe hacerlo por amor a los demás. En estos casos de guerra es cristiano aún el que mata, etc.
Si el príncipe está equivocado los súbditos no tiene la obligación de obedecerlo, nadie está autorizado a actuar en contra del derecho, deben obedecer a Dios antes que a los hombres. Mientras que no sepan si tiene razón o no pueden obedecerlo sin peligro para sus almas.

4- En cuarto lugar, el príncipe debe comportarse cristianamente también respecto a Dios, debe someterse a él con total confianza y pedirle sabiduría para gobernar bien.
EN RESUMEN: un príncipe debe atender cuatro puntos: Primero, a Dios con una confianza perfecta, segundo, a sus súbditos, con amor y servicio cristiano. Tercero, a sus consejeros y a sus mangantes con una razón libre y un entendimiento independiente. Cuarto, a los malhechores con una seriedad y severidad mesuradas.
http://www.altillo.com/examenes/uba/cbc/cspoliticas/cspoliticas_2015_fos_reslut.asp

Evangelio

Desde el interior de las Escrituras se oyen latidos de vida, ¿qué significan esos sonidos? Escuchemos atentamente el texto bíblico de hoy:

Mateo 21:28-32

“»Pero ¿qué les parece? Un hombre tenía dos hijos, y acercándose al primero le dijo: "Hijo, vete hoy a trabajar en mi viña". Respondiendo él, dijo: "¡No quiero!" Pero después, arrepentido, fue. Y acercándose al otro le dijo lo mismo; y respondiendo él, dijo: "Sí, señor, voy". Pero no fue.
¿Cuál de los dos hizo la voluntad de su padre?
Dijeron ellos:
    _ El primero.
Jesús les dijo:
    _ De cierto les digo que los publicanos y las rameras van delante de ustedes al reino de Dios, porque vino a ustedes Juan en camino de justicia y no le creyeron; en cambio, los publicanos y las rameras le creyeron. Pero ustedes, aunque vieron esto, no se arrepintieron después para creerle.” Amén.

Los textos bíblicos nos dicen cosas, pero sólo si reflexionamos sobre lo que oímos podremos escuchar los verdaderos latidos de Dios: momento de reflexión:

Quedarme en el amague… ¿cuántas veces me pasa? ¿cuántas veces te pasa a vos?
Tenemos planes, buenos deseos, sueños… pero quedan ahí, esperando.
Tiene que ver con la voluntad, la convicción, el estar dispuesto a renunciar a otras cosas que tal vez también nos llaman y nos causan placer o simplemente nos tienen apresados.
Si miramos a nuestro alrededor hay mucho por hacer. Si pensamos cómo mejorar nuestro entorno: nuestro pueblo, el barrio, la escuela, la plaza… hay mucho por hacer y tiene que ver con hacer la voluntad de Dios.
Dios nos ha creado como seres comunitarios que nos complementamos y ayudamos mutuamente. El hacer cosas en función del bienestar común es voluntad de Dios, y cuando lo hacemos nos hace bien y hacemos bien… pero requiere un esfuerzo, un compromiso.
Mucho nos quejamos de que nada funciona ¿pero hacemos algo por cambiar eso? Nadie quiere formar parte ni de las cooperadoras, ni de las comisiones, ni de la Iglesia… ¡nadie quiere comprometerse!
Cuando se hacen las asambleas no se logra renovar siquiera los miembros mínimos de las comisiones… de lo que sea: escuelas, clubes, hospitales, Iglesias…
Esto sólo tiene una explicación: que cada vez más decimos “si, si”, pero cada vez menos pensamos en el bienestar común y pensamos sólo en nosotros mismos. Y el resultado está a la vista: si hay un baldío, una plaza, una calle en malas condiciones, a lo sumo podemos llegar a hacer una queja a la municipalidad… pero arreglarlo entre todos ¡ni hablar!
Muchas veces vemos por la tele el trabajo voluntario de gente que se arremanga y sale a limpiar y pintar plazas, o hacen comida y la salen a repartir por las calles a la gente que vive allí, y nos decimos para adentro: ¡qué buena iniciativa! Tal vez vos me digas “y bueno, es porque les sobra tiempo y dinero”, y yo te digo “es porque se sienten llamados, responsables de hacer algo por el otro/a". El tema es que cuando ayudo, practico la misericordia, a quien primero le sirve es a quien la hace, pero además, en esa actitud genera un cambio en el entorno. En su acto de humanidad, humaniza a quien esta al lado, que es beneficiado directa o indirectamente.
Lo que afecta a nuestra ciudad, a la larga (o a la corta) nos afecta a nosotros. El trabajar nosotros por mejorar nuestro entorno puede ser contagioso, no sólo ayuda a los demás, sino que también nos sirve a nosotros, nos beneficia. ¿No sería hora de que nos pongamos en marcha, que dejemos de ideas y buenas intenciones y hagamos algo por mejorar nuestro entorno?
Es el momento de decir “si, ya voy” e ir. Es algo bueno para vos, para los demás y una alegría para Dios. Amén.

Querido Jesús, ayudame a salir de mí misma y a dejar de decirte “ya voy” y quedarme en la nada. Dame voluntad y creatividad para poder realizar la obra a la que me has llamado a favor de tu Reino. Te lo pido en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

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