Cada
latido de nuestro corazón marca el ritmo de una poesía hecha por Dios,
escuchemos con el alma las poesías presentes en las Escrituras:
Salmo
122
““Yo me
alegré con los que me decían:
«¡A la casa de mi Señor iremos!»
Nuestros pies estuvieron
dentro de tus puertas, Jerusalén.
Jerusalén, que ha sido edificada
como una ciudad que está bien unida entre sí.
Allá subieron las tribus,
las tribus de Jah,
conforme al testimonio dado a Israel,
para alabar el nombre de mi Señor,
porque allá están las sillas del juicio,
los tronos de la casa de David.
«¡A la casa de mi Señor iremos!»
Nuestros pies estuvieron
dentro de tus puertas, Jerusalén.
Jerusalén, que ha sido edificada
como una ciudad que está bien unida entre sí.
Allá subieron las tribus,
las tribus de Jah,
conforme al testimonio dado a Israel,
para alabar el nombre de mi Señor,
porque allá están las sillas del juicio,
los tronos de la casa de David.
Pidan por
la paz de Jerusalén;
¡sean prosperados los que te aman!
¡Sea la paz dentro de tus muros
y el descanso dentro de tus palacios!
Por amor de mis hermanos y mis compañeros
diré yo: «¡La paz sea contigo!»
Por amor a la casa de mi Señor, nuestro Dios,
buscaré tu bien.” Amén.
¡sean prosperados los que te aman!
¡Sea la paz dentro de tus muros
y el descanso dentro de tus palacios!
Por amor de mis hermanos y mis compañeros
diré yo: «¡La paz sea contigo!»
Por amor a la casa de mi Señor, nuestro Dios,
buscaré tu bien.” Amén.
Curiosidades
¿Qué significa la primogenitura de Jesús?
Jesús fue el primogénito de su madre, frase
que abre la posibilidad, aunque no lo exige, de que María haya tenido otros
hijos posteriormente. Como tal, Jesús fue llevado al templo por María y José
para ser presentado a Dios; como Lucas omite mencionar el precio pagado por la
redención del niño, puede haber sido su intención mencionar el incidente como
la dedicación del primogénito al servicio de Dios. Jesús es, también, el
primogénito de su Padre celestial. Es el primogénito de toda la creación, no en
el sentido de ser él mismo un ser creado, sino que, como Hijo de Dios, fue su
agente en la creación y, en consecuencia, tiene autoridad sobre todas las cosas
creadas. En forma similar, es el primogénito de la nueva creación, por haber
sido el primero en ser levantado de entre los muertos, y por lo tanto es el
Señor de toda la iglesia. De esta manera, es el primogénito de toda la familia
de los hijos de Dios destinados a ser hechos conforme a su imagen. Puede haber
un eco del Salmo 89 en Hechos 1, en el que el Hijo de Dios es objeto de la
adoración de todos los ángeles con motivo de su venida al mundo. Finalmente, el
pueblo de Dios, tanto los vivos como los muertos, pueden describirse como los
primogénitos que están inscritos en los cielos, ya que participan de los
privilegios del Hijo.
Evangelio
Desde el interior de las Escrituras se oyen
latidos de vida, ¿qué significan esos sonidos? Escuchemos atentamente el texto
bíblico de hoy:
Colosenses
1:12-20
“…y, con gozo, darán gracias al Padre que nos hizo aptos para
participar de la herencia de los santos en luz. Él nos ha librado del
poder de las tinieblas y nos ha trasladado al reino de su amado Hijo, en
quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados.
Cristo es la imagen del Dios invisible,
el primogénito de toda creación,
porque en él fueron creadas todas las cosas,
las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles;
sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades;
todo fue creado por medio de él y para él.
Y él es antes que todas las cosas,
y todas las cosas en él subsisten.
Él es también la cabeza del cuerpo que es la iglesia,
y es el principio, el primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga la preeminencia,
porque al Padre agradó que en él habitara toda la plenitud,
y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas,
así las que están en la tierra como las que están en los cielos,
haciendo la paz mediante la sangre de su cruz.” Amén.
el primogénito de toda creación,
porque en él fueron creadas todas las cosas,
las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles;
sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades;
todo fue creado por medio de él y para él.
Y él es antes que todas las cosas,
y todas las cosas en él subsisten.
Él es también la cabeza del cuerpo que es la iglesia,
y es el principio, el primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga la preeminencia,
porque al Padre agradó que en él habitara toda la plenitud,
y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas,
así las que están en la tierra como las que están en los cielos,
haciendo la paz mediante la sangre de su cruz.” Amén.
Los textos bíblicos nos dicen cosas, pero sólo si
reflexionamos sobre lo que oímos podremos escuchar los verdaderos latidos de
Dios: momento de reflexión:
¿Quién es el centro de mi vida? ¿a quién
pertenezco?
Vivimos en una sociedad en donde somos
bombardeados por frases como “sé tú mismo”, “tú puedes”, “just do it”, esto es
hacelo. Frases en donde por un lado nos dicen que si nos lo proponemos, somos
capaces de todos, cada persona tiene un potencial, si ponemos nuestro empeño
podemos lograr todo lo que queramos. Pero al mismo tiempo, estas frases tienen
un fuerte acento individualista. Yo puedo sola y hago lo que quiero, lo que me
venga en ganas, porque yo soy el centro de mi vida y si alguien se interpone,
lo hago a un lado. Lo importante es que yo disfrute, que yo gane, que yo me
realice… los demás son obstáculos o escalones.
El resultado de tanto individualismo está a la
vista: una sociedad despreocupada por lo que le pasa al otro, que no siente que
tiene que ver con la situación del otro, una sociedad que no se hace cargo de
las víctimas de un sistema claramente cruel y discriminatorio, que necesita de
marginados para existir. Una sociedad que a nivel mundial está colapsando y que
busca a través de guerras inventadas sobrevivir un poco más, pero que está en
agonía, esperando un nuevo modelo más justo e inclusivo.
Para los cristianos y cristianas el centro de
nuestras vidas debería ser Cristo, principio de todo y reconciliador del mundo
a través de la propuesta del amor, del cual se desprende la justicia, la
equidad, la misericordia y el perdón. Si tenemos a Cristo como centro de
nuestras vidas, no vivimos ya para nosotros mismos y no podemos vivir
indiferentes a la realidad de las personas que nos rodean. No podemos ser
indiferentes ante las guerras, la explotación del planeta y del ser humano por
el ser humano, ni de que diariamente millones de personas mueran de hambre y
vivan en la miseria. Como cristianos debemos ser conscientes de que si alguien
tiene de más a otro le va a faltar, y que éste es el principio del sistema
perverso en el que vivimos, y lo más importante: no es un sistema absoluto y
único, se puede cambiar, se puede pensar en un sistema político – económico
diferente, que no necesite de sacrificios, de víctimas como el capitalismo
posmoderno.
Vivamos buscando la armonía entre nosotros,
tomemos conciencia de que somos parte de un todo y que a la larga todo lo que
les pasa a las demás personas nos llega, nos rebota, porque no somos seres
aislados. Es hora de buscar los cambios. Amén.
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