Cada
latido de nuestro corazón marca el ritmo de una poesía hecha por Dios,
escuchemos con el alma las poesías presentes en las Escrituras:
Salmo
98
“Canten a mi
Señor cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas;
su diestra lo ha salvado
y su santo brazo.
Mi Señor ha hecho notoria su salvación;
a vista de las naciones ha descubierto su justicia.
Se ha acordado de su misericordia y de su verdad
para con la casa de Israel;
todos los términos de la tierra han visto
la salvación de nuestro Dios.
porque ha hecho maravillas;
su diestra lo ha salvado
y su santo brazo.
Mi Señor ha hecho notoria su salvación;
a vista de las naciones ha descubierto su justicia.
Se ha acordado de su misericordia y de su verdad
para con la casa de Israel;
todos los términos de la tierra han visto
la salvación de nuestro Dios.
Canten
alegres a mi Señor, toda la tierra.
Levanten la voz, aplaudid y cantad salmos.
Canten salmos a mi Señor con arpa;
con arpa y voz de cántico.
Aclamen con trompetas y sonidos de bocina,
delante del Rey, mi Señor.
Levanten la voz, aplaudid y cantad salmos.
Canten salmos a mi Señor con arpa;
con arpa y voz de cántico.
Aclamen con trompetas y sonidos de bocina,
delante del Rey, mi Señor.
Brame el
mar y su plenitud,
el mundo y los que en él habitan;
los ríos batan las manos,
regocíjense todos los montes
delante de mi Señor,
porque vino a juzgar la tierra.
Juzgará al mundo con justicia
y a los pueblos con rectitud.” Amén.
el mundo y los que en él habitan;
los ríos batan las manos,
regocíjense todos los montes
delante de mi Señor,
porque vino a juzgar la tierra.
Juzgará al mundo con justicia
y a los pueblos con rectitud.” Amén.
Curiosidades
¿Qué dice la Biblia acerca del trabajo?
Resulta claro, debido al uso intercambiable de ciertas palabras para
indicar la actividad de Dios y del ser humano, que el trabajo es en sí mismo
algo ordenado por Dios. El trabajo es algo que Dios concibió para el ser humano
desde el principio, y se menciona en varios textos como provisión de la
sabiduría divina. La creación misma “trabaja”. La realidad del trabajo como
parte integral del esquema del plan divino para el ser humano está
implícitamente en el cuarto mandamiento. Pero la entrada al pecado hizo que el
trabajo se convirtiese en carga en lugar de bendición y, cuando no es algo malo
en sí mismo, ha perdido su verdadero valor. Se ha convertido en ocasión para
pecar; se convierte en idolatría cuando se transforma en un fin en sí mismo.
Para algunos se ha convertido en medio de explotación y opresión. Pero en la
redención el trabajo vuelve a transformarse en medio de bendición. Desde el
comienzo del cristianismo ha condenado la holgazanería, aun cuando para
justificarla se haya invocado a veces a la religión. Nuestro Señor, al trabajar
de carpintero, ha santificado el trabajo común, y Pablo ofreció un ejemplo de
trabajo honesto. Virtualmente estableció una ley de la economía social en su
anuncio de 2 Tes.3:10: “Les ordenábamos
esto: si alguno no quiere trabajar, tampoco coma”. Por otra parte, el
principio proclamado por nuestro Señor sigue siendo la base de la sociedad: “El obrero es digno de su salario”.
En la experiencia de la gracia las tareas humanas reciben nueva
valoración y se vuelven más dignas. Se llevan a cabo por amor al nombre del
Señor. Y en su cumplimiento en este contexto son triplemente benditas. El que
trabaja recibe bendición él mismo al recibir la gracia divina para llevar a
cabo sus labores para la gloria de Dios; los receptores de los resultados de
tales tareas, realizadas con un nuevo valor, también benefician; y en todo Dios
mismo es glorificado. Tales trabajos se realizan “en” y “para” el Señor. De
este modo el ser humano se convierte en mayordomo de las riquezas de Dios y en
servidor de su prójimo. La genuinidad de la fe del ser humano se demuestra al
final por la calidad de sus obras. Mas al final la aceptación del que trabaja
será un acto de la gracia divina.
Evangelio
Desde el interior de las Escrituras se oyen
latidos de vida, ¿qué significan esos sonidos? Escuchemos atentamente el texto
bíblico de hoy:
2 Tesalonisenses
3:6-12
“Pero les ordenamos, hermanos, en el nombre de
nuestro Señor Jesucristo, que se aparten de todo hermano que ande
desordenadamente y no según la enseñanza que recibieron de nosotros. Ustedes
mismos saben de qué manera deben imitarnos, pues nosotros no anduvimos
desordenadamente entre ustedes ni comimos de balde el
pan de nadie. Al contrario, trabajamos con afán y fatiga día y noche, para no
ser pesados a ninguno de ustedes; no porque
no tuviéramos derecho, sino por darles nosotros mismos un ejemplo que pueden
imitar. Y cuando estábamos con ustedes les ordenábamos esto: que si
alguno no quiere trabajar, tampoco coma. Ahora
oímos que algunos de entre ustedes andan desordenadamente, no trabajando en
nada, sino entrometiéndose en lo ajeno. A los
tales mandamos y exhortamos por nuestro Señor Jesucristo que, trabajando
pacíficamente, coman su propio pan.” Amén.
Los textos bíblicos nos dicen cosas, pero sólo si
reflexionamos sobre lo que oímos podremos escuchar los verdaderos latidos de
Dios: momento de reflexión:
Este invierno con el Movimiento Ecuménico por los
Derechos Humanos, hablamos acerca de los Jóvenes y el Trabajo. En esa ocasión
dos cosas sonaron muy fuerte: el derecho a un trabajo digno y la cultura del
trabajo. Dos conceptos que a veces se unen y otras se contraponen.
Una de las cosas que tuvimos que asumir es que en
nuestra sociedad se ha perdido el gusto por el esfuerzo, el “ganarse el pan con
el sudor de la frente”. ¡Todos desean un trabajo que no implique un esfuerzo!
Cuando se habla de trabajo digno se confunde con
trabajo categorizado y no se asume que todo trabajo, por más “sucio” o “bruto”
que sea, es necesario y merece sí una paga que es lo que dignifica a la
persona: el recibir lo que se merece por la tarea o trabajo realizado.
En
estos tiempos hay muchas personas que creen que es una obligación que se les dé
y muchas veces sin haber hecho nada más que presentarse a una ventanilla de
alguna oficina gubernamental o estatal. Personas que pretenden vivir sin ningún
esfuerzo del estado, de lo que entre todos los ciudadanos aportamos en forma de
impuestos. Muchas veces exige de esa persona ser la “hinchada” del gobierno de
turno, lo que se conoce como “clientelismo”, algo tan antiguo como el imperio
romano.
¿Pero es digno recibir dinero a cambio de favores
políticos? ¿o es más digno ganarse el pan como peón de campo o albañil, cavar
zanjas o recoger la basura? Ganarse el pan por la tarea realizada y no recibir
dinero a cambio de favores políticos…
Cuando la persona no está ocupada, cuando tiene
demasiado tiempo para pensar, generalmente desemboca en cosas negativas. Como
no sabe en qué ocupar su tiempo y no se le ocurre capacitarse, hacer algún
hobby o algún voluntariado al servicio de la gente, surge el chisme, las
intrigas, y demás iniciativas que no sólo no son positivas, sino que afectan,
dañan y a veces destruyen a los demás.
Siempre me acuerdo la primera vez que recibí una
paga por un trabajo realizado, recuerdo que tenía unos 13 ó 14 años, hice un
bordado para una señora que tenía un taller de artesanías que las vendía muchas
veces por encargo, y tenía un grupo de bordadoras, al que pertenecí durante
varios años. Pero esa primera vez fue muy especial. Normalmente ya nos decía
cuánto nos iba a pagar cuando nos entregaba el bordado, por lo que yo ya tenía
en vista lo que quería comprar con ese dinero: un mantecol de 3 kg., y así lo
hice. Me acuerdo la alegría que tenía cuando fui a la heladera del super, tomé
el mantecol y luego lo pagué con mi dinero producto de horas de trabajo. Creo
que nada se valora más que lo que se consigue con el esfuerzo, porque nos da
también un derecho, una dignidad.
Es importante que como adultos podamos transmitir
a nuestros hijos y a los jóvenes en general el valor del trabajo, el valor del
esfuerzo, el conseguir las cosas con nuestras propias manos. Al mismo tiempo
dejar de facilitarles todo, porque no estamos ayudando a su formación sino que
estamos formando eternos desconformes que sólo van a exigir más y más. La
dignidad está en la independencia, en valerse por uno mismo, y eso requiere un
esfuerzo y a veces de hacer tareas que no nos gustan tanto, que no son el sueño
de nuestra vida, pero que nos permite recibir un salario, una paga, para vivir
realmente esa independencia tan necesaria para la autoestima de toda persona. Amén.
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