Cada
latido de nuestro corazón marca el ritmo de una poesía hecha por Dios,
escuchemos con el alma las poesías presentes en las Escrituras:
Salmo 100
“Aclamen con júbilo
al Señor, toda la tierra.
Sirvan al Señor con alegría;
Vengan ante El con cánticos de júbilo.
Sirvan al Señor con alegría;
Vengan ante El con cánticos de júbilo.
Sepan que El, el Señor, es Dios;
El nos hizo, y no nosotros a nosotros mismos;
Pueblo Suyo somos y ovejas de Su prado.
El nos hizo, y no nosotros a nosotros mismos;
Pueblo Suyo somos y ovejas de Su prado.
Entren por Sus
puertas con acción de gracias,
Y a Sus atrios con alabanza.
Denle gracias, bendigan Su nombre.
Y a Sus atrios con alabanza.
Denle gracias, bendigan Su nombre.
Porque el Señor es bueno;
Para siempre es Su misericordia,
Y Su fidelidad por todas las generaciones.” Amén.
Para siempre es Su misericordia,
Y Su fidelidad por todas las generaciones.” Amén.
Curiosidades
Nos dice el autor que su nombre es Juan, y se
describe a sí mismo como “siervo” de Dios, como uno de los “profetas” y como
“vuestro hermano”. La tradición afirma que se trata de Juan el apóstol, y que
además es el autor del cuatro evangelio y de las tres epístolas joaninas. El
parecer de que el apóstol Juan es el autor se remonta a Justino Mártir, opinión
que apoyaron Ireneo y muchos otros. La principal objeción radica en el estilo
del Apocalipsis. En muchos aspectos el griego es diferente al de los otros
escritos de Juan. Es tan fuera de lo común, y a veces muestra tan poco respeto
por las reglas de la gramática griega, que se piensa que no puede provenir de
la misma pluma que escribió el evangelio y las epístolas. El problema es
demasiado intrincado para entrar en un análisis completo aquí. Bastará decir
que, si bien la mayor parte de los
eruditos actuales niega el origen apostólico, algunos consideran que los cinco
escritos joaninos proceden de un mismo autor, y que ese autor es el apóstol
Juan.
Resulta obvio que el Apocalipsis fue escrito en
una época en que la iglesia estaba pasando por un período de persecución y de
dificultades. Entre las épocas probables de su composición, los dos períodos
más importantes en que hubo problemas como los mencionados fueron los reinados
de Nerón y de Domiciano. El principal argumento de apoyo de la primera
hipótesis es Ap.17:9s: “Esto, para que
tenga sabiduría: La siete cabezas son siete montes, sobre los cuales se sienta
una mujer, y son siete reyes. Cinco de ellos han caído; uno es, y el otro aún
no ha venido”. Si este pasaje se refiere a los emperadores romanos, en ese
caso Nerón fue el quinto, y esta obra habría sido compuesta poco después de su
reinado. Este punto de vista se ve reforzado por la profecía de que “La bestia que era, y no es, es también el
octavo; y es de entre los siete”, Ap.17:11. Aparentemente esto se referiría
al mito del “nerón redivivo”, la idea
de que Nerón, que ya había muerto, aparecería una vez más sobre la tierra. Se
aduce que hay apoyo para esta teoría en Ap.13:18, que da como “número de la bestia” el 666. En el c.I
los números se escribían, no con los símbolos tan prácticos que actualmente
usamos, sino con letras del alfabeto. Cada letra, por lo tanto, tenía un valor
numérico. Tomando los valores numéricos de las letras que formaban las palabras
“Nerón César” en hebreo obtendremos
666. Pero es difícil comprender por qué tenía que ser en hebreo, cuando el
libro fue escrito en griego; además lograr el resultado deseado es necesario
adoptar una variante ortográfica.
La fecha posterior está apoyada por cierto número
de autores antiguos, tales como Ireneo y Eusebio, que afirman categóricamente
que el Apocalipsis se escribió en la época de Domiciano. Apoyan este punto de vista
ciertas indicaciones de tipo general dentro del libro, aunque no hay alusiones
específicas a acontecimientos identificables. Por ejemplo, habla de ciertos
grupos de cristianos satisfechos de sí mismos, cuya espiritualidad iba
declinando. En el reinado de Nerón la iglesia todavía era muy joven y vigorosa.
En la época de Domiciano es mucho más posible que estuviera evolucionando y
comenzando a degenerar. Actualmente la mayor parte de los eruditos concuerda en
que es preferible adoptar la fecha anterior.
Evangelio
Desde el
interior de las Escrituras se oyen latidos de vida, ¿qué significan esos
sonidos? Escuchemos atentamente el texto bíblico de hoy:
Apocalipsis 7:9-17
“Después de esto miré, y vi una gran multitud, que nadie podía
contar, de todas las naciones, tribus, pueblos, y lenguas, de pie delante del
trono y delante del Cordero, vestidos con vestiduras blancas y con palmas en las manos. Clamaban a
gran voz:
“La salvación pertenece a nuestro Dios que
está sentado en el trono, y al Cordero.”
Todos los ángeles estaban de pie alrededor del trono y alrededor de los ancianos y de los cuatro seres vivientes. Estos cayeron sobre sus rostros delante del trono y adoraron a Dios, diciendo:
“¡Amén! La
bendición, la gloria, la sabiduría, la acción de gracias, el honor, el poder y
la fortaleza, sean a nuestro Dios por los siglos de los siglos. Amén.”
Uno de los ancianos
habló diciéndome: “Estos que están vestidos con vestiduras blancas,
¿quiénes son y de dónde han venido?” Y le respondí: “Señor mío, usted lo sabe.” Y él me dijo: “Estos
son los que vienen de la gran aflicción, y han lavado sus vestiduras y las han emblanquecido en la sangre del Cordero. Por eso están delante del trono de Dios, y Le sirven día y noche en Su templo; y Aquél que está sentado en el trono extenderá Su tabernáculo sobre ellos. Ya no tendrán hambre ni sed,
ni el sol les hará daño, ni ningún calor abrasador, pues el Cordero que está en medio del trono los pastoreará y los guiará a manantiales de aguas de vida, y Dios enjugará toda
lágrima de sus ojos.”. Amén.
Los
textos bíblicos nos dicen cosas, pero sólo si reflexionamos sobre lo que oímos
podremos escuchar los verdaderos latidos de Dios: momento de reflexión:
Hasta
la fe cristiana, cada pueblo, cada persona tenía su religión, y había dos
opciones: ser de la religión del gobierno o convivir en paz, sin buscar de
convencer a otro.
A
partir del mandato de Jesús de extender su Reino a través del “proselitismo” cristiano,
hubo un cambio, un giro en lo que tiene que ver con las religiones. En los
tiempos de la Iglesia Primitiva, la fe cristiana creció sobre todo entre los
estratos más pobres y vulnerables, oponiéndose a la religión de Roma, que
exigía la adoración al César, como hijo de dios. Esto fue algo nuevo en la
historia. Fortaleció a los débiles de la sociedad al punto de que, como una decisión
política, el imperio romano se hiciera cristiano, en la persona del emperador
Augusto.
Esto
a la vez hizo de la fe cristiana la religión del poder, lo que también, a pesar
de su origen contrario, la hizo opresora e intolerante con toda persona que no
profesara la fe cristiana. Un mensaje que ya nada tenía que ver con el de
Cristo. Así en infinidad de ocasiones se ha matado y sometido en el nombre de
Cristo, pero también se ha restaurado, salvado vidas y defendido a los pobres y
oprimidos, llevando así el verdadero mensaje de nuestro Señor.
Esta
necesidad que tenemos como cristianos de transmitir nuestra fe, no sólo a
nuestros hijos, sino a todas las personas que nos rodean, forma parte del
mandato de Cristo que aparece en Mateo 28:19 y 20: “Vayan, pues, a todas las gentes, bautizándolas en el nombre del padre
y del Hijo y del Espíritu Santo y enséñenles a guardar todo lo que les he
mandado”.
El
punto es cómo lo llevamos adelante. El proselitismo, esto es el buscar que
personas fuera de la fe cristiana conozcan a Cristo y su misión salvífica no en
necesariamente algo negativo. La clave está en la forma que buscamos de
hacerlo, si lo hacemos en el amor, sin invadir los espacios ni la intimidad.
Compartiendo nuestra propia experiencia de fe como lo que nos ha permitido
salir adelante en los momentos difíciles. Es como tener un bálsamo para mitigar
el dolor y no compartirlo con el que sufre. Ahí está el mandato, como una buena
noticia, como algo que nos produce tanta alegría que deseamos que otros tengan
esa misma experiencia. Algo que vos tenés y estás llamado a compartir. Amén.
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