jueves, 28 de marzo de 2013

31 de Marzo

Cada latido de nuestro corazón marca el ritmo de una poesía hecha por Dios, escuchemos con el alma las poesías presentes en las Escrituras:

Salmo 118:1-23

“Den gracias al Señor, porque El es bueno;
Porque para siempre es Su misericordia.

Diga ahora Israel:
“Para siempre es Su misericordia.”
Diga ahora la casa de Aarón:
“Para siempre es Su misericordia.”
Digan ahora los que temen (reverencian) al Señor:
“Para siempre es Su misericordia.”

En medio de mi angustia invoqué al Señor;
El Señor me respondió y me puso en un lugar espacioso.
El Señor está a mi favor; no temeré.
¿Qué puede hacerme el hombre?
El Señor está por mí entre los que me ayudan;
Por tanto, miraré triunfante sobre los que me aborrecen.
Es mejor refugiarse en el Señor
Que confiar en el hombre.
Es mejor refugiarse en el Señor
Que confiar en príncipes.

Todas las naciones me rodearon;
En el nombre del Señor ciertamente las destruí.
Me rodearon, sí, me rodearon;
En el nombre del Señor ciertamente las destruí.
Me rodearon como abejas;
Fueron extinguidas como fuego de espinos;
En el nombre del Señor ciertamente las destruí.

Me empujaste con violencia para que cayera,
Pero el Señor me ayudó.
El Señor es mi fortaleza y mi canción,
Y ha sido salvación para mí.

Voz de júbilo y de salvación hay en las tiendas de los justos;
La diestra del Señor hace proezas.
La diestra del Señor es exaltada;
La diestra del Señor hace proezas.

No moriré, sino que viviré,
Y contaré las obras del Señor.
El Señor me ha reprendido severamente,
Pero no me ha entregado a la muerte.

Ábranme las puertas de la justicia;
Entraré por ellas y daré gracias al Señor.
Esta es la puerta del Señor;
Los justos entrarán por ella.
Te daré gracias porque me has respondido,
Y has sido mi salvación.

La piedra que desecharon los edificadores
Ha venido a ser la piedra principal del ángulo.
Obra del Señor es esto;
Admirable a nuestros ojos.
Este es el día que el Señor ha hecho;
Regocijémonos y alegrémonos en él.

Te rogamos, oh Señor, sálvanos ahora;
Te rogamos, oh Señor, prospéranos ahora.
Bendito el que viene en el nombre del Señor;
Desde la casa del Señor los bendecimos.
El Señor es Dios y nos ilumina;
Aten el sacrificio de la fiesta con cuerdas a los cuernos del altar.
Tú eres mi Dios, y Te doy gracias;
Tú eres mi Dios, y yo Te exalto.
Den gracias al Señor, porque El es bueno;
Porque para siempre es Su misericordia.” Amén.

Curiosidades


La actitud permanente del Dios santo y justo cuando enfrenta al pecado y al mal se denomina su “ira”. Resulta inadecuado considerar a este término simplemente como una descripción del “inevitable proceso de causa y efecto en un universo moral”, o como otro modo de hablar de los resultados del pecado. Es más bien una cualidad personal, sin la cual Dios dejaría de ser plenamente justo, y su amor degeneraría en sentimentalismo. Sin embargo, aun cuando su ira, igual que su amor, tiene que ser descrita en lenguaje humano, no es caprichosa, antojadiza, o espasmódica, como lo es siempre el enojo humano. Es un elemento tan permanente y tan consecuente de su naturaleza como lo es su amor.
La injusticia y la impiedad de los seres humanos, por las que no tienen ninguna excusa, tiene que producir manifestaciones de la ira divina tanto en la vida de los individuos como en la de las naciones; y el A.T. contiene numerosas ilustraciones de esto, tales como la destrucción de Sodoma y Gomorra y la caída de Nínive. Pero hasta el “día de la ira” final, que se anticipa en toda la Biblia y se pinta muy gráficamente en Apocalipsis, la ira de Dios está siempre atemperada por la misericordia, particularmente en lo que hace a su trato con el pueblo elegido. Sin embargo, si el pecador se aprovecha de esta misericordia, amontona ira sobre sí mismo “para el día de la ira”, cuando se revelará el justo juicio de Dios. Pablo estaba convencido de que una de las razones principales que explican por qué Israel no pudo detener el proceso de deterioro moral radicaba en la reacción equivocada que adoptaron ante la paciencia de Dios, que tantas veces se abstuvo de castigarlos en la medida en que lo merecían. Se estaban abusando de las “riquezas de benignidad, paciencia y longanimidad”, sin darse cuenta de que esta actitud divina tenía como fin llevarlos al arrepentimiento.
En su estado irredento, la rebelión de los seres humanos contra Dios es , de hecho, tan persistente que se constituyen inevitablemente en objeto de su ira, y en “vasos de ira preparados para destrucción”. La Ley mosaica tampoco los libera de esta situación, porque, como lo indica el apóstol Pablo, “la ley produce ira”. Dado que ella exige la obediencia perfecta a los mandamientos, las penas que se imponen por la desobediencia hacen al que ofende más vulnerable a la ira divina. Se debe únicamente a la misericordiosa provisión hecha para los pecadores en el evangelio que pueden dejar de ser objeto de dicha ira y hacerse receptores de la gracia. El amor de Dios para con los pecadores, expresado en la vida y la muerte de Jesús, constituye el tema dominante en el N.T., y este amor se manifiesta en que Jesús experimentó por cuenta del ser humano y en su lugar la miseria, las aflicciones, el castigo y la muerte que corresponden a los pecadores sometidos a la ira de Dios.
En consecuencia, se puede describir a Jesús como el que “nos libra de la ira venidera”; y Pablo puede escribir diciendo, “pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira”. Por esta parte, la ira de Dios pende sobre todos los que, procurando frustrar el propósito redentor de Dios son desobedientes al Hijo de Dios, por medio del cual únicamente se hace posible la justificación.

Evangelio

Desde el interior de las Escrituras se oyen latidos de vida, ¿qué significan esos sonidos? Escuchemos atentamente el texto bíblico de hoy:

Colosenses 3:1-11

Si ustedes, pues, han resucitado con Cristo, busquen las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Pongan la mira (la mente) en las cosas de arriba, no en las de la tierra. Porque ustedes han muerto, y su vida está escondida con Cristo en Dios. Cuando Cristo, nuestra vida, sea manifestado, entonces ustedes también serán manifestados con El en gloria.
Por tanto, consideren los miembros de su cuerpo terrenal como muertos a la fornicación, la impureza, las pasiones, los malos deseos y la avaricia, que es idolatría. Pues la ira de Dios vendrá sobre los hijos de desobediencia por causa de estas cosas, en las cuales ustedes también anduvieron en otro tiempo cuando vivían en ellas. Pero ahora desechen también todo esto: ira, enojo, malicia, insultos, lenguaje ofensivo de su boca.
Dejen de mentirse los unos a los otros, puesto que han desechado al viejo hombre con sus malos hábitos, y se han vestido del nuevo hombre, el cual se va renovando hacia un verdadero conocimiento, conforme a la imagen de Aquél que lo creó. En esta renovación no hay distinción entre Griego y Judío, circunciso e incircunciso, bárbaro (uno que no era Griego, ni por nacimiento ni por cultura), Escita, esclavo o libre, sino que Cristo (el Mesías) es todo, y en todos.” Amén.

Los textos bíblicos nos dicen cosas, pero sólo si reflexionamos sobre lo que oímos podremos escuchar los verdaderos latidos de Dios: momento de reflexión:

Es notable como desde hace algunos años nuestro vocabulario se ha tornado cada vez más grosero. Ya hace algunos años que los chicos a sus amigos del dicen bol… y a la persona que tiene suerte le dicen hijo de p…
Recuerdo que esas palabras eran insultos…
Entre novios o parejas se dicen palabras horribles como si nada, lo mismo los padres o las madres ofenden a sus hijos con palabras que aparentemente son como cariñosas. Nuestro vocabulario ha adquirido un nivel de violencia a través de insultos que se han naturalizado a tal punto que si ahora queremos insultar, ya no existen palabras, ya las usamos en lo cotidiano…
El maltrato forma parte de la vida cotidiana no hemos perdido ya la dimensión y el sentido de nuestras palabras. Nuestro idioma se ha simplificado y eso afecta también nuestra capacidad de pensar, de reflexionar, y eso es preocupante y peligroso.
No es casual que Pablo en su carta agregue a una lista de actitudes o formas de vida que no condicen con la fe cristiana, con la pertenencia al movimiento de Jesús, una lista  de emociones violentas y palabras o formas de expresarnos que son violentas. Porque muchas veces sin darnos cuenta lastimamos con nuestras palabras, que son como lanzas, cuchillos, elementos de tortura…
¿Cuántas veces te has puesto mal por algo que te dijeron, a veces sólo una frase o una palabra? A veces esa palabra nos martilla en la cabeza durante días, y a veces nos deja traumas para toda la vida.
En un curso sobre “Violencia familiar y Abuso” que hice hace varios años atrás, la psicóloga que nos daba buena parte del curso, nos mostró una tomografía de un cerebro de un niño que había sufrido violencia física y otro de uno que había sufrido violencia verbal: ¡y los dos cerebros se veían igual de marchitos!
Tengamos cuidado con nuestras palabras, con la violencia con la que hablamos, con las palabras que seleccionamos para expresarnos. Pensemos antes de hablar, y que nuestra boca salga lo que realmente sentimos pero de la mejor forma posible. Tratémonos amablemente, que no cuesta nada. Pero animémonos también a frenar al que habla con violencia, que tiene la boca como una cloaca. A veces las personas se han acostumbrado a hablar así y no se dan cuenta. Ayudemos a mejorar nuestros modos y formas de hablar para que todos mejoremos así parte de nuestra calidad de vida. Amén.

Querido Jesús, sé que muchas veces digo malas palabras y hablo groseramente sin darme cuenta, porque todos hablan así. Ayudame a cambiar esto, a darme cuenta cuando lo hago y a ayudar a otras personas a hablar mejor. Sé que esto es bueno para todos y baja la agresividad general de la sociedad en que vivimos. Te lo pido en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

viernes, 22 de marzo de 2013

24 de Marzo

Cada latido de nuestro corazón marca el ritmo de una poesía hecha por Dios, escuchemos con el alma las poesías presentes en las Escrituras:

Salmo 22

“Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?
¿Por qué estás tan lejos de mi salvación y de las palabras de mi clamor?
Dios mío, de día clamo y no respondes;
Y de noche, pero no hay para mí reposo.

Sin embargo, Tú eres santo,
Que habitas entre las alabanzas de Israel.
En Ti confiaron nuestros padres;
Confiaron, y Tú los libraste.
A Ti clamaron, y fueron librados;
En Ti confiaron, y no fueron decepcionados.

Pero yo soy gusano, y no hombre;
Oprobio de los hombres, y despreciado del pueblo.
Todos los que me ven, de mí se burlan;
Hacen muecas con los labios, menean la cabeza, diciendo:
Que se encomiende al Señor; que El lo libre;
Que El lo rescate, puesto que en El se deleita.

Porque Tú me sacaste del seno materno;
Me hiciste confiar estando a los pechos de mi madre.
A Ti fui entregado desde mi nacimiento;
Desde el vientre de mi madre Tú eres mi Dios.
No estés lejos de mí, porque la angustia está cerca,
Pues no hay nadie que ayude.

Muchos toros me han rodeado;
Toros fuertes de Basán me han cercado.
Ávidos abren su boca contra mí,
Como un león que despedaza y ruge.

Soy derramado como agua,
Y todos mis huesos están descoyuntados;
Mi corazón es como cera;
Se derrite en medio de mis entrañas.
Como un jarrón se ha secado mi vigor,
Y la lengua se me pega al paladar;
Me has puesto en el polvo de la muerte.

Porque perros me han rodeado;
Me ha cercado cuadrilla de malhechores;
Me perforaron las manos y los pies.
Puedo contar todos mis huesos;
Ellos me miran, me observan.
Se reparten entre sí mis vestidos,
Y sobre mi ropa echan suertes.

Pero Tú, oh Señor, no estés lejos;
Fuerza mía, apresúrate a socorrerme.
Libra mi alma de la espada,
Mi única vida de las garras del perro.
Sálvame de la boca del león
Y de los cuernos de los búfalos; respóndeme.

Hablaré de Tu nombre a mis hermanos;
En medio de la congregación Te alabaré.
Los que temen al Señor, alábenlo;
Descendencia toda de Jacob, glorifíquenlo,
Témanlo, descendencia toda de Israel.

Porque El no ha despreciado ni aborrecido la aflicción del angustiado,
Ni le ha escondido Su rostro;
Sino que cuando clamó al Señor, lo escuchó.

De Ti viene mi alabanza en la gran congregación;
Mis votos cumpliré delante de los que Le temen.
Los pobres comerán y se saciarán;
Los que buscan al Señor, Lo alabarán.
¡Viva para siempre el corazón de ustedes!

Todos los términos de la tierra se acordarán y se volverán al Señor,
Y todas las familias de las naciones adorarán delante de Ti.
Porque del Señor es el reino,
Y El gobierna las naciones.
Todos los grandes de la tierra comerán y adorarán;
Se postrarán ante El todos los que descienden al polvo,

Aun aquél que no puede conservar viva su alma.
La posteridad Le servirá;
Esto se dirá del Señor hasta la generación venidera.
Vendrán y anunciarán Su justicia;
A un pueblo por nacer, anunciarán que El ha hecho esto.” Amén.

Curiosidades

¿Qué era la cruz y cómo eran crucificadas las personas?

El término griego para “cruz” significa en primer lugar estaca o viga vertical, y secundariamente estaca utilizada como instrumento de castigo y ejecución. Se emplea en este último sentido en el N.T. el A.T. no registra la crucifixión de criminales vivos. Las ejecuciones se llevaban a cabo por apedreamiento. Sin embargo ocasionalmente se colgaban cadáveres en los árboles como advertencia. Dichos cadáveres se consideraban malditos, y tenían que quitarse y enterrarse antes de la caída de la noche. Esta práctica explica la referencia neotestamentaria a la cruz de Cristo como “madero”, símbolo de humillación.
Los efesios y los cartagineses practicaban la crucifixión, y más tarde los romanos la aplicaron ampliamente. Sólo los esclavos, los provincianos, y los tipos más bajos de criminales se crucificaban, pero raramente se crucificaba a un ciudadano romano. Así, la tradición según la cual Pedro, como Jesús, fue crucificado, pero Pablo decapitado, concuerda con la práctica en la antigüedad.
Aparte del poste vertical en que se ataba o empalaba a la víctima, existían tres tipos de cruz. La crux commissa o cruz de San Antonio, que tenía una forma de T mayúscula, que algunos creen derivada del símbolo del dios Tamuz, la letra tau; la crux decussara o cruz de San Andrés, que tenía la conocida forma de X; la crux immissa era la conocida cruz de dos barras +, que según sostiene la tradición fue la cruz en la que murió nuestro Señor. Este parecer se ve reforzado por las referencias en los cuatro evangelios al título que se colocó en la cruz encima de la cabeza de Cristo.
Cuando se condenaba a un criminal, era costumbre azotar a la víctima con el flagellum, que era un látigo con correas de cuero, lo que en el caso de nuestro Señor sin duda lo debilitó mucho y aceleró su muerte. Luego se le hacía llevar la viga transversal, el patíbulum, como un esclavo, hasta el lugar de su tortura y muerte, siempre fuera de la ciudad, mientras un heraldo iba delante con él “título”, o sea la acusación escrita. Fue ese patíbulum, no toda la cruz, lo que Jesús no pudo llevar a causa de su debilidad, y que Simón de Cirene llevó en su lugar. Se desnudaba completamente al condenado, se lo colocaba en tierra con la viga transversal debajo de los hombros, y se ataban o clavaban allí los brazos o las manos. Luego se levantaba esta viga y se la fijaba en el poste vertical hasta que los pies de la víctima, que entonces se ataban o clavaban, apenas dejaban de tocar el suelo, y no alto como se ve en las ilustraciones. Una clavija proyectada hacia adelante generalmente soportaba la mayor parte del peso del cuerpo del condenado, que se sentaba a horcajadas en la misma. Luego se dejaba a la víctima que se muriera de sed y agotamiento. A veces se aceleraba la muerte mediante el crurifragium o quebradura de las piernas, como se hizo con los dos ladrones, pero no con nuestro Señor, porque ya estaba muerto. No obstante, se le clavó una lanza en el costado para mayor seguridad, a fin de poder quitar su cuerpo antes del día de reposo, como demandaban los judíos.

Evangelio

Desde el interior de las Escrituras se oyen latidos de vida, ¿qué significan esos sonidos? Escuchemos atentamente el texto bíblico de hoy:

Filipenses 2:5-11

Haya, pues, en ustedes esta actitud (esta manera de pensar) que hubo también en Cristo Jesús, el cual, aunque existía en forma de Dios, no consideró el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse, sino que Se despojó a sí mismo tomando forma de siervo, haciéndose semejante a los seres humanos. Y hallándose en forma de hombre, se humilló El mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Por lo cual Dios también Lo exaltó hasta lo máximo, y Le confirió el nombre que es sobre todo nombre, para que al nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en el cielo, y en la tierra, y debajo de la tierra, y toda lengua confiese que Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.” Amén.

Los textos bíblicos nos dicen cosas, pero sólo si reflexionamos sobre lo que oímos podremos escuchar los verdaderos latidos de Dios: momento de reflexión:

La obediencia no es algo muy popular hoy día, es como algo negativo. Todo el mundo quiere ser rebelde, ir contra las reglas, el ser transgresor es “piola”. El que obedece es considerado medio tonto, como que no tiene personalidad. Pero al mismo tiempo esta desobediencia en la que vivimos, esta constante búsqueda de romper las reglas, nos introduce al caos que es nuestra sociedad.
¿Por qué digo esto?
Una cosa simple es observar lo que sucede con el tránsito, o el no respetar los carteles, el no arrojar la basura en los lugares indicados: el resultado está a la vista: accidentes, suciedad y otras cosas más. Al mismo tiempo sucede que yo no me hago cargo de mi transgresión, pero estoy a los gritos, insultos y bocinazos si otro no obedece las reglas. Algo no anda bien, y tiene que ver con esta propuesta de ser “rebeldes” de no querer seguir las reglas, de ser desobedientes.
Pero también toda la corrupción y la injusticia está relacionada con la desobediencia, de no seguir las leyes. Porque si cada uno hace lo que quiere, obviamente va a afectar todo el sistema. Si administro mal, si no elijo a la gente por sus capacidades sino por un amiguismo, si acepto un dinero a cambio de una multa o de no decir que algo no está como debe, todo el sistema se va resintiendo. Y eso es lo que vivimos hoy en nuestra sociedad.
Es necesario que tomemos conciencia de que la obediencia es importante. No una obediencia ciega, sino el aceptar que las reglas son necesarias para la convivencia y el bienestar general de todos.
¿Se imaginan si cada uno tirara el papel en el canasto en vez de tirarlo en la vereda? ¿se imaginan lo que sería si cada persona siguiera las reglas de tránsito, no estacionara donde no está permitido y no andaría a más velocidad de lo que indican los carteles? ¡cuántos accidentes se evitarían!
Jesús es nuestro ejemplo de obediencia, y adonde aspiramos llegar. Él no aceptó las reglas sin sentido, antepuso la ley del amor por encima de todas las leyes y reglas. Una ley que funciona también para aquella persona que no profesa la fe cristiana, ya que tiene que ver con la aceptación del otro, el respeto, el derecho de los más débiles, la integración y la misericordia. No está mal seguir esa ley, no está mal ser obedientes si esto me mejora mi vida, la tuya y la de otras personas. Dios ya te creó especial y único, no hace falta que lo demuestres desde la rebeldía. Amén.

Querido Jesús, quiero seguir tus pasos, quiero escuchar lo que Dios quiere de mí y obedecerlo, aunque para otros sea una tontería. Dame integridad y fuerzas la obedecerte sólo a vos. Te lo pido en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

jueves, 14 de marzo de 2013

17 de Marzo

Cada latido de nuestro corazón marca el ritmo de una poesía hecha por Dios, escuchemos con el alma las poesías presentes en las Escrituras:

Salmo 126

“Cuando el Señor hizo volver a los cautivos de Sion,
Éramos como los que sueñan.
Entonces nuestra boca se llenó de risa,
Y nuestra lengua de gritos de alegría;

Entonces dijeron entre las naciones:
“Grandes cosas ha hecho el Señor con ellos.”
Grandes cosas ha hecho el Señor con nosotros;
Estamos alegres.

Haz volver, Señor, a nuestros cautivos,
Como las corrientes en el sur.
Los que siembran con lágrimas, segarán con gritos de júbilo.

El que con lágrimas anda, llevando la semilla de la siembra,
En verdad volverá con gritos de alegría, trayendo sus gavillas.” Amén.

Curiosidades


El concepto bíblico de perfección es el estado de plenitud o realización ideal, en el que se la eliminado o dejado atrás toda incapacidad, falta o defecto que anteriormente haya podido existir.
Dos raíces hebreas expresan esta idea en el A.T. salem y tamim. En el N.T. el adjetivo usual es teleios, que expresa la idea de haber alcanzado el telos apropiado o determinado. El verbo correspondiente, teleioo, significa llevar a dicha condición. En el griego secular teleios significa: adulto, plenamente desarrollado, en el sentido de opuesto a infantil e inmaduro, y, en relación con los cultos de misterio, plenamente iniciado. El primer sentido emerge en 1 Cor.14; Ef.4 y Hch.5 y 6; el segundo en 1 Cor.2 y quizás Fil.3 y Col.1. dos adjetivos de significado similar son: artios, que denota capacidad y disposición para hacer frente a todas las demandas de que uno sea objeto, y holokleros, para lo que Arndt propone “entero, completo, sano, intacto, sin tacha”. El N.T. emplea también el verbo katartizo, traducido “perfeccionar”, que significa “poner en orden”, o “llevar a un estado adecuado”, por medio del entrenamiento, proveyendo lo que falta, o corrigiendo algún defecto.
El término perfección es relativo: significa simplemente el logro de lo propuesto, o el disfrute de un estado ideal. La meta y el estado varían según el caso. La Biblia habla de la perfección en tres relaciones diferentes: la perfección de Dios, la perfección de Cristo y la perfección del ser humano.

Evangelio

Desde el interior de las Escrituras se oyen latidos de vida, ¿qué significan esos sonidos? Escuchemos atentamente el texto bíblico de hoy:

Filipenses 3:8-16

“Y aún más, yo estimo como pérdida todas las cosas en vista del incomparable valor de conocer a Cristo Jesús, mi Señor. Por El lo he perdido todo, y lo considero como basura a fin de ganar a Cristo, y ser hallado en El, no teniendo mi propia justicia derivada de la Ley, sino la que es por la fe en Cristo (el Mesías), la justicia que procede de Dios sobre la base de la fe, y conocerlo a Él, el poder de Su resurrección y la participación en Sus padecimientos, llegando a ser como Él en Su muerte, a fin de llegar a la resurrección de entre los muertos.
No es que ya lo haya alcanzado o que ya haya llegado a ser perfecto, sino que sigo adelante, a fin de poder alcanzar aquello para lo cual también fui alcanzado por Cristo Jesús. Hermanos, yo mismo no considero haberlo ya alcanzado. Pero una cosa hago: olvidando lo que queda atrás y extendiéndome a lo que está delante, prosigo hacia la meta para obtener el premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.
Así que todos los que somos perfectos, tengamos esta misma actitud; y si en algo tienen una actitud distinta, eso también se lo revelará Dios. Sin embargo, continuemos viviendo según la misma norma que hemos alcanzado.” Amén.

Los textos bíblicos nos dicen cosas, pero sólo si reflexionamos sobre lo que oímos podremos escuchar los verdaderos latidos de Dios: momento de reflexión:

Siempre recuerdo las palabras de una señora de la iglesia, una persona muy linda que conocí en mi congregación anterior: “cada día busco perfeccionarme, mejorarme, para llegar a ser la persona que Dios quiere y espera de mí”. Ella hablaba de un proceso a lo largo de nuestras vidas, en donde lo que vivo hoy me sirve para no repetir lo que no fue bueno y avanzar en aquello que sí lo fue.
El apóstol Pablo habla también de un camino en donde nuestros ojos no pierden el tiempo mirando hacia atrás, sino que va atentamente hacia adelante para no equivocarse y para no tropezar con nada. También habla de una meta a la que aspira y que está convencido de lograr a partir de la actitud que ha tomado.
A veces miro a la gente, y sobre todo a los jóvenes, incluidos a mis hijos mayores, que viven sin objetivos o metas a futuro. Es como que toda la sociedad se impone pequeñas metas, que muchas veces son vacías, porque tienen que ver con la compra de esto o aquello y el poder ir o participar de un recital, un show o alguna otra cosa. Pero la idea de trazarse un camino en donde hay una exigencia en mí mismo en mi actuar, en mi modo de vivir, más allá del disfrute pasajero, es un concepto, yo diría, casi caduco en estos tiempos.
El hablar de la vida como un proceso de mejoramiento espiritual y no económico es casi algo impensable. Y eso me preocupa.
Por un lado está el grupo de personas competitivas que viven una carrera en donde por lo material no tienen ningún problema de hacer cualquier tipo de trampa, cualquier tipo de daño. Esas personas siguen la ley del más fuerte y no les importa los que caen en el camino. Pero además considera que merece “sus logros”.
Por otro lado están las personas, y ahí veo a muchos jóvenes, que sólo viven el hoy y así van quemando sus vidas, tomando como locos en sus salidas, andando a toda velocidad en sus autos o motos, sin proponerse objetivos que signifiquen un esfuerzo, y menos todavía un camino en la espiritualidad que las mejores como personas, y no sólo eso, que su vida no sea para sí mismos, sino para transformar también la vida del otro, del mundo que los rodea.
Cuando hablamos de la perfección, generalmente es algo estético, y no la búsqueda de ser cada vez más imágenes de Dios. ¿Qué te parece a vos, que estás escuchando ahora, esta propuesta de la que te hablo? ¿Cómo es tu vida? ¿Qué metas u objetivos tenés o te has propuesto?
Dios te está llamando para que tu vida tenga sentido, para que puedas disfrutar plenamente a partir de quien sos y no de lo que la sociedad espera de vos. Es una buena invitación. Pensalo. Amén.

Querido Jesús, vos viniste a la tierra para mostrarnos y mostrarme que se puede vivir de una forma diferente, siendo yo misma, amándome y aceptándome, pero también siendo luz, siendo vida para otros. Sé que también es necesario que yo me vaya perfeccionando, que deje atrás mis rencores, rabias, dolores, que supere todo eso para crecer en mis dones y todo aquello que tengo de positivo. Te lo pido a vos que conocés la limitación humana desde la propia experiencia, y que junto al Padre y al Espíritu Santo reinas por toda la eternidad. Amén.

viernes, 8 de marzo de 2013

10 de Marzo

Cada latido de nuestro corazón marca el ritmo de una poesía hecha por Dios, escuchemos con el alma las poesías presentes en las Escrituras:

Salmo 34

“Bendeciré al Señor en todo tiempo;
Continuamente estará Su alabanza en mi boca.
En el Señor se gloriará mi alma;
Lo oirán los humildes y se regocijarán.

Engrandezcan al Señor conmigo,
Y exaltemos a una Su nombre.
Busqué al Señor, y El me respondió,
Y me libró de todos mis temores.

Los que a El miraron, fueron iluminados;
Sus rostros jamás serán avergonzados.
Este pobre clamó, y el Señor le oyó,
Y lo salvó de todas sus angustias.

El ángel del Señor acampa alrededor de los que Le temen,
Y los rescata.
Prueben y vean que el Señor es bueno.
¡Cuán bienaventurado es el hombre que en El se refugia!

Teman al Señor, ustedes Sus santos,
Pues nada les falta a aquéllos que Le temen.
Los leoncillos pasan necesidad y tienen hambre,
Pero los que buscan al Señor no carecerán de bien alguno.

Vengan, hijos, escúchenme;
Les enseñaré el temor del Señor.
¿Quién es el hombre que desea vida
Y quiere muchos días para ver el bien?

Guarda tu lengua del mal
Y tus labios de hablar engaño.
Apártate del mal y haz el bien,
Busca la paz y síguela.

Los ojos del Señor están sobre los justos,
Y Sus oídos atentos a su clamor.
El rostro del Señor está contra los que hacen mal,
Para cortar de la tierra su memoria.

Claman los justos, y el Señor los oye
Y los libra de todas sus angustias.
Cercano está el Señor a los quebrantados de corazón,
Y salva a los abatidos de espíritu.
Muchas son las aflicciones del justo,
Pero de todas ellas lo libra el Señor.
El guarda todos sus huesos;
Ni uno de ellos es quebrantado.

La maldad dará muerte al impío,
Y los que aborrecen al justo serán condenados.
El Señor redime el alma de Sus siervos,
Y no será condenado ninguno de los que en El se refugian.” Amén.

Curiosidades


“Justificar” es el término forense que significa “absolver”, “declarar justo”, lo opuesto de “condenar”. Justificar es la acción del juez. Desde el punto de vista del litigante, en consecuencia, “ser justificado” significa “conseguir el veredicto”.
En la Escritura, Dios es “el Juez de la tierra”, y su trato con los seres humanos se describe constantemente en términos forenses. Lo que Dios requiere de los seres humanos es justicia, o sea conformidad con su leu, y muestra su propia justicia como Juez al tomar venganza contra los que no la cumplen. No hay esperanza para nadie si el veredicto de Dios le es contrario.
Como Dios es Rey, la idea de que él es quien justifica puede tener un aspecto ejecutivo además del judicial. Como juez monárquico ideal en Israel, no sólo dictaminará a favor del acusado, sino que se ocupará de ejecutar activamente el veredicto, mostrando favor hacia él y habilitándolo públicamente. El verbo “justificar” puede orientarse hacia una u otra de esas acciones de Dios. Por ejemplo, la justificación de Israel y el Siervo, que aparece en Isaías 45 y 50, es vindicación pública mediante un cambio de suerte. La justificación de los pecadores de que habla Pablo, en cambio, es simplemente un veredicto favorable. Por cierto que Pablo cree que Dios muestra su favor hacia aquellos que ha absuelto, pero utiliza otros términos para describirlo (adopción, etc.).
También se usa “justificar” para la atribución de justicia en contextos no forenses. Se dice que los seres humanos justifican a Dios cuando declaran que es justo, y a sí mismos al declararse justos ellos también. Irónicamente, se dice que Jerusalén “justificó” a Sodoma y Samaria al superarlas en cuanto a pecado. El pasivo puede denotar vindicación por medio de acontecimientos contrarios a la sospecha, la crítica, y la desconfianza.

Evangelio

Desde el interior de las Escrituras se oyen latidos de vida, ¿qué significan esos sonidos? Escuchemos atentamente el texto bíblico de hoy:

2 Corintios 5:17-21

De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura (nueva creación) es; las cosas viejas pasaron, ahora han sido hechas nuevas.
Y todo esto procede de Dios, quien nos reconcilió con El mismo por medio de Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación; es decir, que Dios estaba en Cristo reconciliando al mundo con El mismo, no tomando en cuenta a los seres humanos sus transgresiones, y nos ha encomendado a nosotros la palabra de la reconciliación.
Por tanto, somos embajadores de Cristo, como si Dios rogara por medio de nosotros, en nombre de Cristo les rogamos: ¡Reconcíliense con Dios! Al que no conoció pecado, Lo hizo pecado por nosotros, para que fuéramos hechos justicia de Dios en El.” Amén.

Los textos bíblicos nos dicen cosas, pero sólo si reflexionamos sobre lo que oímos podremos escuchar los verdaderos latidos de Dios: momento de reflexión:

En un mundo en donde el mensaje es el individualismo y la competencia, lo que Dios nos dice y a lo que nos llama es la reconciliación, es encontrar o volver a la armonía, a la paz.
Muchas personas claman por paz, pero no logran siquiera estar en paz consigo mismas. Y es que el sistema en que vivimos, el capitalismo neoliberal, estimula la insatisfacción en la gente, en la sociedad, para que busquemos “tapar” nuestra insatisfacción a través de “cosas”, productos que nos aseguran felicidad, éxito…
No estamos conformes con nuestro cuerpo, no encontramos la armonía en él, no nos gusta nuestra nariz, nuestra cadera, nuestras piernas, nuestro cabello, pero a la hora de pensar ¿cómo nos gustaría que fuera? Por un lado tomamos modelos que se nos impone desde las propagandas, desde la tele o el cine internacional, y también fragmentamos las estrellas: el pelo de Britny Spears, las piernas de Julia Roberts, la plasticidad de Madonna, y así seguimos, dividiendo... recortando…
Cuando hablamos reconciliación nos imaginamos que se trata de que dos personas se han peleado primeramente y luego se perdonan y reconcilian. Pero no es la única reconciliación que existe. Cuando no nos aceptamos a nosotros en nuestra integridad, no nos amamos tal como somos, necesitamos reconciliarnos con nosotros mismos para encontrar la paz, la armonía.
Lo mismo nos pasa con nuestra relación con las personas que nos rodean. Muchas veces somos demasiado criticones y no aceptamos que las personas se equivoquen o que tengan cosas que no nos gustan tanto, entonces ponemos el dedo en eso y dejamos de ver todo lo bueno que sí tiene y es esa persona. No hace falta estar peleado con alguien para que necesitemos una reconciliación, a veces nuestro problema es nuestra falta de tolerancia, nuestra falta de amor, y de ver que si nosotros no somos perfectos, la otra persona no tiene porqué serlo.
De todo esto, sale la agresividad con la que nos movemos lastimando a la gente sin piedad. Estamos insatisfechos, sentimos que siempre nos falta algo para ser felices, para encontrar la paz, y alguien tiene que pagarlo, y maltratamos, criticamos, desvalorizamos.
Dios nos está llamando que salgamos de esa rueda, nos está diciendo que nos ha creado y nos ama así como somos, y que Cristo vino al mundo para mostrarnos una nueva forma de vivir. Dios te llama a que te reconcilies con tu persona, con tu historia, con tu pasado. Dios te llama para que dejes de mirar lo negativo y te pierdas de toda la belleza que hay a tu alrededor, para que puedas vivir en armonía y paz con la gente que te rodea, incluso con aquellas personas que pasan sólo una vez por ella. Animate, salí de ese círculo que te hace mal a vos y a los demás, porque la vida es una sola. Amén.

Querido Jesús, hoy te quiero pedir perdón. Perdón por no ver todo lo bueno que Dios me ha dado, por no aceptarme como soy y querer ser otra. Ayudame a vivir una vida en armonía y lograr también transmitir esto a otras personas que viven como yo, siempre insatisfechas. Te lo pido en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.