Cada
latido de nuestro corazón marca el ritmo de una poesía hecha por Dios,
escuchemos con el alma las poesías presentes en las Escrituras:
Salmo 90
“Señor, tú has sido
nuestro refugio
de una generación a otra generación.
Antes de que nacieran los montes
y de que formaras la tierra y el mundo;
desde los tiempos primeros
y hasta los tiempos postreros,
¡tú eres Dios!
de una generación a otra generación.
Antes de que nacieran los montes
y de que formaras la tierra y el mundo;
desde los tiempos primeros
y hasta los tiempos postreros,
¡tú eres Dios!
Nos devuelves al
polvo cuando dices:
«¡De vuelta al polvo, seres mortales!»
Para ti, mil años son, en realidad,
como el día de ayer, que ya pasó;
¡son como una de las vigilias de la noche!
«¡De vuelta al polvo, seres mortales!»
Para ti, mil años son, en realidad,
como el día de ayer, que ya pasó;
¡son como una de las vigilias de la noche!
¡Nos arrebatas como
una violenta corriente!
¡Somos etéreos como un sueño!
¡Somos como la hierba que crece en la mañana!
Por la mañana crecemos y florecemos,
y por la tarde se nos corta, y nos secamos.
¡Somos etéreos como un sueño!
¡Somos como la hierba que crece en la mañana!
Por la mañana crecemos y florecemos,
y por la tarde se nos corta, y nos secamos.
Con tu furor somos
consumidos;
con tu ira quedamos desconcertados.
Tienes ante ti nuestras maldades;
¡pones al descubierto nuestros pecados!
con tu ira quedamos desconcertados.
Tienes ante ti nuestras maldades;
¡pones al descubierto nuestros pecados!
Nuestra vida
declina por causa de tu ira;
nuestros años se esfuman como un suspiro.
Setenta años son los días de nuestra vida;
ochenta años llegan a vivir los más robustos.
Pero esa fuerza no es más que trabajos y molestias,
pues los años pronto pasan, lo mismo que nosotros.
nuestros años se esfuman como un suspiro.
Setenta años son los días de nuestra vida;
ochenta años llegan a vivir los más robustos.
Pero esa fuerza no es más que trabajos y molestias,
pues los años pronto pasan, lo mismo que nosotros.
¿Quién conoce la
fuerza de tu ira,
y hasta qué punto tu enojo debe ser temido?
¡Enséñanos a contar bien nuestros días,
para que en el corazón acumulemos sabiduría!
y hasta qué punto tu enojo debe ser temido?
¡Enséñanos a contar bien nuestros días,
para que en el corazón acumulemos sabiduría!
Señor, ¿hasta
cuándo te volverás a nosotros?
¡Calma ya tu enojo con tus siervos!
¡Sácianos de tu misericordia al empezar el día,
y todos nuestros días cantaremos y estaremos felices!
¡Danos la alegría que no tuvimos
todo el tiempo que nos afligiste,
todos los años en que experimentamos el mal!
¡Haz que tus obras se manifiesten en tus siervos,
y que tu gloria repose sobre sus hijos!
Señor y Dios nuestro, ¡muéstranos tu bondad
y confirma la obra de nuestras manos!
¡Sí, confirma la obra de nuestras manos!” Amén.
¡Calma ya tu enojo con tus siervos!
¡Sácianos de tu misericordia al empezar el día,
y todos nuestros días cantaremos y estaremos felices!
¡Danos la alegría que no tuvimos
todo el tiempo que nos afligiste,
todos los años en que experimentamos el mal!
¡Haz que tus obras se manifiesten en tus siervos,
y que tu gloria repose sobre sus hijos!
Señor y Dios nuestro, ¡muéstranos tu bondad
y confirma la obra de nuestras manos!
¡Sí, confirma la obra de nuestras manos!” Amén.
Curiosidades
¿Desde cuándo
existe la aguja de coser?
Una aguja es un
filamento de metal u otro material duro, de tamaño relativamente pequeño, generalmente
recto, afilado en un extremo y con el otro acabado en un ojo o asa para insertar un hilo. Es empleado desde tiempos
prehistóricos para coser.
La
aguja se utiliza desde hace más de 20 mil años. En la Prehistoria se hacían de madera, roca o hueso y, más tarde, comenzaron a hacerse de hierro o de metal. Se cree que los chinos fueron los primeros en utilizar agujas
de acero, y que los árabes se encargaron de llevarla a Europa. Ya en 1730 había importantes fabricantes de aguja en Nüremberg (Alemania),
y durante el reinado de Isabel I de Inglaterra ya había muchos fabricantes de agujas
en Inglaterra.
En esos tiempos la aguja de metal se hacía sin ojo, a modo de un ganchillo para
atar el hilo. Sin embargo puede citarse la existencia de "agujas con
ojo" en tiempos de Jesucristo: "Es más fácil para un camello pasar por
el ojo de una aguja, que para un rico entrar en el reino de Dios." (Mc.10:25); aunque, para este
tiempo, no fueran aún hechas de metal sino de madera o hueso.
Para
dotar a la aguja de metal de un ojo como las de hueso fue necesaria la
realización de una serie de desarrollos posteriores. Concretamente, el ojo de
la aguja, también llamado hondón, es un invento que data de 1825. Las primeras agujas
de metal con ojo salieron al mercado en 1826, pero no fue hasta 1885 cuando la maquinaria fue arreglada
para estampar bien el ojo en la aguja. Posteriormente salieron las agujas para máquinas de coser, similares a una aguja
normal, pero con el ojo en la parte inferior de la aguja.
Al portón que
tenían en la parte lateral para entrar a Jerusalén y otras ciudades amuralladas
se le denominaba “ojo de una aguja”. La puerta principal se cerraba después de
cierta hora y los mercaderes tenían que entrar por el “ojo de una aguja”, el
cual se le hacía muy difícil entrar a un camello. Había que quitarle su carga,
arrodillarlo y hacerlo entrar por ese portón. Tal vez era de ese “ojo de una
aguja” al que se refería Jesús cuando aconsejó al joven rico.
Evangelio
Desde
el interior de las Escrituras se oyen latidos de vida, ¿qué significan esos
sonidos? Escuchemos atentamente el texto bíblico de hoy:
Marcos
10:17-31
Jesús salía ya para seguir su camino, cuando un hombre llegó
corriendo, se arrodilló delante de él, y le preguntó: «Maestro bueno, ¿qué debo
hacer para heredar la vida eterna?» Jesús le dijo: «¿Por qué me llamas bueno? No hay nadie que sea
bueno, sino sólo Dios. Ya
conoces los mandamientos: No mates. No cometas adulterio. No robes. No
des falso testimonio. No
defraudes. Honra a tu padre y a tu madre. » Aquel
hombre le respondió: «Maestro, todo esto lo he cumplido desde mi juventud.» Jesús lo miró y, con mucho amor, le dijo: «Una cosa te falta: anda
y vende todo lo que tienes, y dáselo a los pobres. Así tendrás un tesoro en el
cielo. Después de eso, ven y sígueme.» Cuando aquel hombre oyó eso, se afligió y se fue triste, porque
tenía muchas posesiones.
Jesús miró a su alrededor, y les dijo a sus discípulos: «¡Qué
difícil es para los ricos entrar en el reino de Dios!» Los discípulos se asombraron de sus palabras, pero Jesús volvió a
decirles: «Hijos, ¡qué difícil es entrar en el reino de Dios! Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, a que un
rico entre en el reino de Dios». Ellos se asombraron aún más, y se preguntaban unos a otros:
«Entonces, ¿quién podrá salvarse?» Jesús los miró fijamente y les dijo: «Esto es imposible para los
hombres, pero no para Dios. Porque para Dios todo es posible.» Pedro comenzó entonces a decirle: «Como sabes, nosotros lo hemos
dejado todo, y te hemos seguido.» Jesús respondió: «De cierto les digo: No hay nadie que por causa
de mí y del evangelio haya dejado casa, hermanos, hermanas, madre, padre,
hijos, o tierras, que
ahora en este tiempo no reciba, aunque con persecuciones, cien veces más casas,
hermanos, hermanas, madres, hijos, y tierras, y en el tiempo venidero la vida
eterna. Muchos de los que ahora son los primeros, serán los últimos; y los
que ahora son los últimos, serán los primeros.»” Amén.
Los
textos bíblicos nos dicen cosas, pero sólo si reflexionamos sobre lo que oímos
podremos escuchar los verdaderos latidos de Dios: momento de reflexión:
La
relación con el dinero es uno de los grandes problemas del ser humano, y está
directamente relacionado con la codicia y la acumulación de bienes.
Lo
que pasa es que hay muchas cosas que hay que hacerlas circular y que de ninguna
manera se pueden guardar, simplemente porque se echan a perder, se pudren.
Mientras que el dinero, ya sean billetes o metales preciosos, se pueden guardar
perfectamente, encima ocupan poco espacio para el valor que tienen. Esto mismo
es lo que hace que nazca el deseo de guardarlo… por las dudas.
Hay
persona muy apegadas al dinero y otras generosas, tanto unas como otras son el
resultado de la relación de ellas con el dinero.
En
principio, la moneda fue creada como algo más práctico que el trueque, ya que
con algo muy pequeño se evitaba trasladar los productos de acá para allá para
conseguir lo que se necesitaba. Pero rápidamente despertó la codicia al
descubrir que con el dinero se tiene acceso a muchas más cosas que con el
trueque, y no sólo eso: se puede acumular para tener más y más.
Y
ahí es donde el dinero pasa de un medio a un fin en sí mismo, y es ahí cuando
hay personas que cambian su relación con el dinero, en el sentido que algunas
comienzan a aferrarse a él como una forma de buscar la felicidad.
Si
bien un ahorro, como para no quedar desamparados a la hora de los imprevistos,
es bueno, rápidamente puede transformarse en una adicción, en una necesidad en
sí misma. Entonces la persona empieza a mezquinar y maquinar de qué manera
puede lograr obtener más y más riquezas. Es así que comienza a afectar a
quienes tratan con esa persona, porque ésta constantemente estudiará cómo sacar
el mejor provecho económico, incluso haciendo negocios oscuros.
Hay
muchas personas que roban los bienes de otras, y de las más múltiples maneras.
Generalmente nos alarmamos y tememos a los ladrones que nos asaltan o entran en
nuestras casas. Pero hay otros, que con mucha elegancia y astucia, nos roban
cada día, pero de manera menos violenta. Estas personas son las responsables de
que haya personas que vivan en una situación de pobreza tal que no tengan lo
suficiente para vivir dignamente. Esas son las personas que por sus decisiones
políticas afectan la vida de miles y millones de personas en el mundo… y todo
por su relación con el dinero.
El
dinero es un medio, nunca lo olvidemos. Con él cubrimos nuestras necesidades,
pero también podemos ayudar a otros que lo necesitan. Y esto es lo que Jesús
espera de cada uno de nosotros y nosotras. Amén.
Querido
Jesús, ayudame a ser desprendida, a n aferrarme a lo material, a ver si puedo
ayudar a otra persona con mis recursos económicos, aunque no sean aquella cosa.
Que no me olvide nunca que todo lo que tengo es de Dios, Dios me lo da cada
día, y que una forma de agradecérselo es dando, compartiendo. En el nombre del
Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
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