Salmo 126
“Cuando mi Señor hizo volver a los cautivos de Sión,
como soñando nos quedamos;
entonces se llenó de risa nuestra boca
y nuestros labios de gritos de alegría.
Entonces se decía entre las naciones: ¡Grandes cosas
ha hecho mi Señor con éstos!
¡Sí, grandes cosas hizo con nosotros mi Señor,
el gozo nos colmaba!
¡Haz volver, mi Señor, a nuestros cautivos
como torrentes en el Négueb!
Los que siembran con lágrimas
cosechan entre cánticos.
como torrentes en el Négueb!
Los que siembran con lágrimas
cosechan entre cánticos.
Al ir, va llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelve cantando
trayendo sus gavillas.” Amén.
llevando la semilla;
al volver, vuelve cantando
trayendo sus gavillas.” Amén.
Curiosidades
¿Qué decía la Ley de Moisés con respecto al adulterio?
En el libro de Levítico, uno del los cinco libros de la ley judía, también conocidos como Pentateuco o Torah, en el capítulo 22, versículos del 13 al 28, aparecen diferentes casos que tienen que ver con el adulterio o con engaños y abusos en las relaciones entre hombres y mujeres. Escuchemos, entonces lo que dice la ley de los tiempos de Jesús:
“Si un hombre se casa con una mujer, y después de llegarse a ella, le cobra aversión, le atribuye acciones torpes y la difama públicamente diciendo: "Me he casado con esta mujer y, al llegarme a ella, no la he encontrado virgen, " el padre de la joven y su madre tomarán las pruebas de su virginidad y las descubrirán ante los ancianos de la ciudad, a la puerta.
El padre de la joven dirá a los ancianos: "Yo di mi hija por esposa a este hombre; él le ha cobrado aversión, y ahora le achaca acciones torpes diciendo: "No he encontrado virgen a tu hija." Sin embargo, aquí tenéis las señales de la virginidad de mi hija", y levantarán el paño ante los ancianos de la ciudad. Los ancianos de aquella ciudad tomarán a ese hombre, le castigarán, y le pondrán una multa de cien monedas de plata, que entregarán al padre de la joven, por haber difamado públicamente a una virgen de Israel. El la recibirá por mujer, y no podrá repudiarla en toda su vida.
Pero si resulta que es verdad, si no aparecen en la joven las pruebas de la virginidad, sacarán a la joven a la puerta de la casa de su padre, y los hombres de su ciudad la apedrearán hasta que muera, por haber cometido una infamia en Israel prostituyéndose en casa de su padre. Así harás desaparecer el mal de en medio de ti.
Si se sorprende a un hombre acostado con una mujer casada, morirán los dos: el hombre que se acostó con la mujer y la mujer misma. Así harás desaparecer de Israel el mal.
Si una joven virgen está prometida a un hombre y otro hombre la encuentra en la ciudad y se acuesta con ella, los sacarán a los dos a la puerta de esa ciudad y los apedrearán hasta que mueran: a la joven por no haber pedido socorro en la ciudad, y al hombre por haber violado a la mujer de su prójimo. Así harás desaparecer el mal de en medio de ti.Pero si es en el campo donde el hombre encuentra a la joven prometida, la fuerza y se acuesta con ella, sólo morirá el hombre que se acostó con ella; no harás nada a la joven: no hay en ella pecado que merezca la muerte. El caso es semejante al de un hombre que se lanza sobre su prójimo y le mata: porque fue en el campo donde la encontró, y la joven prometida acaso gritó sin que hubiera nadie que la socorriera.Si un hombre encuentra a una joven virgen no prometida, la agarra y se acuesta con ella, y son sorprendidos, el hombre que acostó con ella dará al padre de la joven cincuenta monedas de plata; ella será su mujer, porque la ha violado, y no podrá repudiarla en toda su vida.”
Evangelio
Desde el interior de las Escrituras se oyen latidos de vida, ¿qué significan esos sonidos? Escuchemos atentamente el texto bíblico de hoy:
Juan 8:1-11
“Mas Jesús se fue al monte de los Olivos.
Pero de madrugada se presentó otra vez en el Templo, y todo el pueblo acudía a él. Entonces se sentó y se puso a enseñarles. Los escribas y fariseos le llevan una mujer sorprendida en adulterio, la ponen en medio y le dicen: ‘Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. Moisés nos mandó en la Ley apedrear a estas mujeres. ¿Tú qué dices?’ Esto lo decían para tentarlo, para tener de qué acusarlo. Pero Jesús, inclinándose, se puso a escribir con el dedo en la tierra. Pero, como ellos insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo: ‘Aquel de ustedes que esté sin pecado, que le arroje la primera piedra.’E inclinándose de nuevo, escribía en la tierra. Ellos, al oír estas palabras, se iban retirando uno tras otro, comenzando por los más viejos; y se quedó solo Jesús con la mujer, que seguía en medio. Incorporándose Jesús le dijo: ‘Mujer, ¿dónde están? ¿Nadie te ha condenado?’ Ella respondió: ‘Nadie, Señor.’ Jesús le dijo: ‘Tampoco yo te condeno. Vete, y en adelante no peques más’.” Amén.
Los textos bíblicos nos dicen cosas, pero sólo si reflexionamos sobre lo que oímos podremos escuchar los verdaderos latidos de Dios: momento de reflexión:
¿Quién soy yo para condenar a otra persona, para juzgarla?
¿Acaso no tengo nada que esconder, que avergonzarme? ¿Es que nunca hice daño a nadie o tuve malos pensamientos?
Vivimos opinando de la vida ajena, siempre sabemos qué es lo que debería hacer éste o aquel. Desconfiamos de todo el mundo poniendo en ellos cosas que en realidad tiene que ver con nosotros, con vos, conmigo…
¡Qué fácil es opinar! ¡qué fácil que es juzgar! Yo hubiera hecho esto o aquello… Ante una situación de violencia enseguida sabemos cómo seguramente íbamos a reaccionar…
El otro día, una señora de la iglesia, al escuchar un relato de una chica muy joven violada por un cincuentón en un colectivo de línea, dice: “Pero por qué no gritó, por qué no se defendió… o capaz que le gustaba y estaba accediendo a esto… yo me hubiera defendido, le daba una patada en los… gritaba como loca…” ¿quién sabe si hubiera reaccionado así? Cuando todos estábamos hablando de la indiferencia de la gente que viajaba en el colectivo, ella acusaba a la víctima, pero no es la única…
He escuchado muchísimas veces que a las mujeres que sufren violencia familiar es porque les gusta o porque se lo buscan, que las chicas violadas o abusadas provocan a los que las atacan, que los alcohólicos y drogadictos están así porque quieren…
No hay misericordia, no hay comprensión, no existe la búsqueda del otro, para ayudarlo o para al menos considerar que su situación, que lo que le ha pasado o le está pasando no es simplemente porque le gusta o porque es su voluntad esa vida que lleva.
La verdad es que cada uno de nosotros, vos, que me estás escuchando ahora en la radio, vivimos como podemos y no como quisiéramos. A veces no encontramos una salida, nuestra mente está como dormida y vamos viviendo, simplemente… en algunos casos, esperando que Dios termine con este tormento.
Pero Jesús hoy te está diciendo que no tenés que aceptar las cosas como están, que podés vivir una vida diferente y que no hay mancha ni pasado que te obligue a aceptar una vida que no es feliz, una vida que tan solo pasa. Jesús te está hablando y te tiende una mano a través de todas aquellas personas que en vez de juzgar, en vez de condenar, creen que es posible torcer la historia y cambiar el rumbo de cada vida, y tal vez hoy sea el turno de la tuya. Amén.
Querido Jesús, vos me enseñaste que no me compete a mí el juzgar, que antes de hablar o emitir una opinión sobre alguien, tengo que mirar mi corazón y ser sincera conmigo misma: ¿estoy totalmente libre de culpas y miserias? ¿quién soy yo para creerme mejor que otra persona? Y si Dios me ha bendecido con una vida más digna ¿no tengo que ayudar a la persona que está sufriendo en vez de condenarla? Dame integridad, dame fortaleza para no caer en lo que todos hacen: una lectura superficial para no hacerse cargo. Te lo pido en tu nombre y en la de nuestro Padre, que está en los cielos, y el Espíritu Santo, que nos acompaña cada día y nos ilumina siempre. Amén.
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