Cada latido de nuestro corazón marca el ritmo de una poesía hecha por Dios, escuchemos con el alma las poesías presentes en las Escrituras:
Salmo 89:1-8.15-19.39-45.50-53
“El amor de mi Señor por siempre cantaré,
de edad en edad anunciará mí boca tu lealtad.
Pues tú dijiste: «Cimentado está el amor por siempre,
asentada en los cielos mi lealtad.
«Una alianza pacté con mi elegido,
un juramento hice a mi siervo David:
Para siempre jamás he fundado tu estirpe,
de edad en edad he erigido tu trono.»
Los cielos celebran, mi Señor, tus maravillas,
y tu lealtad en la asamblea de los santos.
Porque ¿quién en las nubes es comparable a mi Señor,
quién a mi Señor se iguala entre los hijos de los dioses?
Dios temible en el consejo de los santos,
grande y terrible para toda su corte.
Mi Señor, Dios Sebaot, ¿quién como tú?,
poderoso eres, mi Señor, tu lealtad te circunda…
…Dichoso el pueblo que la aclamación conoce,
a la luz de tu rostro caminan, oh mi Señor;
en tu nombre se alegran todo el día,
en tu justicia se entusiasman.
Pues tú eres el esplendor de su potencia,
por tu favor exaltas nuestra frente;
sí, de mi Señor nuestro escudo;
del Santo de Israel es nuestro rey…
…Pero tú has rechazado y despreciado,
contra tu ungido te has enfurecido;
has desechado la alianza con tu siervo,
has profanado por tierra su diadema.
Has hecho brecha en todos sus vallados,
sus plazas fuertes en ruina has convertido;
le han saqueado todos los transeúntes,
se ha hecho el baldón de sus vecinos.
A sus adversarios la diestra has exaltado,
a todos sus enemigos has llenado de gozo;
has embotado el filo de su espada,
y no le has sostenido en el combate.
Le has quitado su cetro de esplendor,
y su trono por tierra has derribado;
has abreviado los días de su juventud,
le has cubierto de ignominia…
…Acuérdate, Señor, del ultraje de tus siervos:
cómo recibo en mi seno todos los dardos de los pueblos;
así ultrajan tus enemigos, mi Señor,
así ultrajan las huellas de tu ungido.
¡Bendito sea mi Señor por siempre!
¡Amén! ¡Amén!” Amén.
Curiosidades
¿Qué fue de la vida de Catarina von Bora una vez que muere Martín Lutero?
Entre las pocas cartas de Catalina que se han conservado, la única que contiene un testimonio sobre ella misma y su situación como mujer en aquella difícil época, es la que le envió como repuesta a su cuñada Cristina von Bora (viuda de un hermano suyo). Redactada apenas seis semanas después de la muerte de Lutero, en su primera parte refleja el profundo dolor que la embarga:
"¡Afable y querida hermana! Nada me cuesta creer que usted sienta una misericorde compasión por mí y mis pobres niños. Pues ¿quién no habría de estar apesadumbrado y dolido por un hombre tan valioso, como lo fue mi querido señor? Que no sólo sirvió a una ciudad o a un único territorio, sino mucho a todo el mundo. Por lo que verdaderamente estoy tan afligida, que no puedo expresar mi enorme dolor de corazón a persona ninguna. Y ni siquiera sé cómo ando de ánimo o dónde está mi mente. No soy capaz ni de comer, ni beber, tampoco puedo dormir. Y si hubiera poseído un principado o un imperio, no me hubiera dolido tanto el haberlos perdido, como ahora que nuestro amado Dios y Señor nos ha quitado este querido y caro varón: no sólo a mí, sino a todo el mundo. Cuando me pongo a pensar, de pena y llanto (y Dios bien lo sabe) no soy capaz ni de hablar, ni de dictar siquiera."
La muerte en 1546 de su esposo, quien era su tutor de acuerdo a la legislación de la época, implicó un cambio profundo para Catalina. Como viuda de un docente universitario (cuyos ingresos provenían de mecenas), pasó a sentir la inseguridad económica y jurídica que implicaba el hecho de que ningún código civil de aquella época previera la legalidad de un matrimonio entre personas pertenecientes al ámbito clerical.
Jurídicamente, ella era la concubina de Lutero. El, consciente de este problema, ya en 1537 había redactado un testamento en el que la declaraba heredera de sus valores y bienes propios (aproximadamente ocho mil Gulden) y la nombraba tutora de sus hijos.
"Porque -escribió Lutero en el testamento- considero que la madre será el mejor tutor para sus hijos, sin emplear los bienes muebles e inmuebles para desmedro o perjuicio, sino provecho y beneficio de ellos, que son carne y sangre suya, que ella cargó debajo de su corazón."
Sin embargo, la destrucción de sus propiedades durante la devastación ocasionada por la Guerra de Esmalcalda, hizo que los últimos años de Catalina estuvieran marcados por necesidad económica. En octubre de 1546 (ante el avance de las tropas imperiales) tuvo que huir con sus hijos a refugiarse en Magdeburgo y luego Braunschweig, pero contó con el apoyo de Felipe Melanchthon, quien con los suyos había seguido el mismo camino.
De regreso en Wittenberg intentó volver a consolidar su anterior base para sostener la pequeña economía basada en huertos y campos, combinados con el pensionado para estudiantes. Pero las secuelas de la devastación, algunos años de pésimas cosechas y litigios judiciales por la cesión del dominio en Zülsdorf, terminaron por endeudarla más y más.
Cuando la peste asoló Wittenberg una vez más, a comienzos del verano de 1552, y la universidad decidió trasladarse a Torgau, también Catalina fue para allá con sus dos hijos menores, en septiembre de aquel año.
En las cercanías de Torgau los caballos se desbocaron y ella, tratando de frenar el carro para evitar que se saliera del camino y se lastimaran sus hijos, saltó del mismo con tan mala suerte que cayó y rodó hasta quedar tendida dentro de un zanjón lleno de agua fría. Los golpes recibidos y el enfriamiento la dejaron postrada. Falleció tres meses más tarde, el 20 de diciembre de 1552.
El día siguiente, con la presencia de los estudiantes y colegas de su esposo, fue sepultada en la iglesia parroquial de Torgau, donde una lápida hermosamente tallada recuerda su figura de cuerpo entero.
Alejandro Zorzin "Catalina von Bora: La monja que se casó con Lutero"
Evangelio
Desde el interior de las Escrituras se oyen latidos de vida, ¿qué significan esos sonidos? Escuchemos atentamente el texto bíblico de hoy:
Mateo 9:35-10:8
“Recorría Jesús todas las ciudades y aldeas, enseñando en las sinagogas de ellos, predicando el evangelio del Reino y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo. Al ver las multitudes tuvo compasión de ellas, porque estaban desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor. Entonces dijo a sus discípulos: «A la verdad El cereal es mucho, pero los obreros pocos. Rueguen, pues, al Señor del cereal, que envíe obreros a su cereal.»
Entonces, llamando a sus doce discípulos, les dio autoridad sobre los espíritus impuros, para que los echaran fuera y para sanar toda enfermedad y toda dolencia. Los nombres de los doce apóstoles son estos: primero Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés; Jacobo hijo de Zebedeo, y su hermano Juan; Felipe, Bartolomé, Tomás, Mateo, el publicano, Jacobo hijo de Alfeo, Lebeo, por sobrenombre Tadeo, Simón, el cananita, y Judas Iscariote, el que también lo entregó.
A estos doce envió Jesús, y les dio instrucciones diciendo:
«Por camino de gentiles no vayan, y en ciudad de samaritanos no entren, sino vayan antes a las ovejas perdidas de la casa de Israel. Y yendo, prediquen, diciendo: “El reino de los cielos se ha acercado.” Sanen enfermos, limpien leprosos, resuciten muertos, echen fuera demonios; de gracia recibieron, den de gracia.” Amén.
Los textos bíblicos nos dicen cosas, pero sólo si reflexionamos sobre lo que oímos podremos escuchar los verdaderos latidos de Dios: momento de reflexión:
Muchas veces al observar a la sociedad en la que vivimos tengo la impresión de verla desamparada y dispersa como ovejas sin pastor, porque vivimos en un tiempo en donde las instituciones, y por eso mismo las autoridades que las representan, la han perdido. Por eso es que en nuestro país sólo funciona con un líder carismático y populista. Nos tiene que gustar lo que oímos, que nos hagan creer cosas.
Cuando una “autoridad” no tiene un discurso llamativo, que nos llegue, cuando no parece lo que representa, le perdemos el respeto. Ahí surgen comentarios como: “no parece un médico”, “pensé que era la portera”, “parece más una actriz o una modelo que una intendente o profesora”, o lo que sea.
¿Cómo es un pastor de ovejas?
Alguien que las cuida, en quien ellas confían, que no les grita ni las castiga, no es violento, sino que sus manos son las que suavemente le ponen el límite a sus animales. Las llama o silva para que lo sigan, y las busca cuando se pierden o siente que están en peligro. No espera de ellas otra cosa que sean ovejas.
La autoridad, según entiendo, se gana. Y se gana a partir de la conducta que se tiene: si respeto, soy respetada, si respondo cuando me preguntan, también me van a responder cuando lo haga.
Para que la autoridad pueda ser ejercida, es necesario que se conduzca de forma coherente, transparente, propiciando la unión y no la discrepancia. Esto no es fácil, porque un buen líder también se enfrenta con cabezas que piensan distinto, por eso también debe propiciar al diálogo.
Lamentablemente hemos vivido tantas dictaduras militares que no logramos salir de ese formato. Necesitamos un líder con un buen discurso, que nos grite, y si no lo logra, bueno están los equipos de sonido… ¿pero lo necesitamos realmente?
Creo que no, porque sería como decir que una mujer que vive una situación de violencia en la pareja le guste que le peguen… y sabemos que no es así.
Por eso es importante pedir a Dios que nos ayude porque el mucho el cereal y poca la gente que quiere trabajar para ayudar a los demás: en las iglesias y en nuestra sociedad en general. Es necesario que valoremos a quien lleva un liderazgo, no desautorizarla: a las maestras, los médicos, profesionales en general y autoridades electas por nosotros mismos. Amén.
Querido Jesús, a veces ando dispersa y no logro focalizarme en tu mensaje de amor, concretarlo en mi vida; a veces me siento desamparada en medio de una sociedad indiferente y cruel; pero cuando me doy cuenta de que vos sos mi pastor, que me cuida, me busca y me toma en sus manos con suavidad para volverme al rebaño, me doy cuenta también de lo bendecida que soy. ¡Gracias por tanto amor! En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
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