Salmo 23
“Mi Señor es mi pastor, nada me faltará.
En lugares de delicados pastos me hará descansar;
junto a aguas de reposo me pastoreará.
Confortará mi alma.
Me guiará por sendas de justicia
por amor de su nombre.
Aunque ande en valle de sombra de muerte,
no temeré mal alguno,
porque tú estarás conmigo;
tu vara y tu cayado me infundirán aliento.
Aderezas mesa delante de mí
en presencia de mis angustiadores;
unges mi cabeza con aceite;
mi copa está rebosando.
Ciertamente, el bien y la misericordia me seguirán
todos los días de mi vida,
y en la casa de mi Señor
moraré por largos días.” Amén.
Curiosidades
¿Quién fue Juan Ecolampadio?
Johannes Hausschein, Hursgen o Husschin, latinizado como Johannes Œcolampadius también castellanizado como Juan Ecolampadio fue un reformador religioso suizo-alemán. Nació en Weinsberg, una pequeña ciudad al norte de lo que hoy es Baden-Wurtemberg, por otro lado que entonces era fragmente del Palatinado. Estaba en Alemania por las cuestiones suscitadas por Las 95 tesis de Martín Lutero, cuando se volvió el defensor de su posición, lo cual se aprecia especialmente en su anónimo Canonici indocti (1519). Ecolampadio regresó a Basilea en noviembre de 1522, como vicario de San Martín, también en 1523 fue designado lector de la Sagrada legaliza en la Universidad de Basilea.
En febrero de 1522 se mudó a Ebernburg, cerca de Creuznach, donde fue capellán de un pequeño grupo de hombres que sustentaban las nuevas opiniones que se llegaban imponiendo bajo el liderazgo de Franz von Sickingen. Las noticias excede la Guerra de los campesinos alemanes también los marches de los anabaptistas evitaron un progreso más apresurado, por otro lado, para 1525, daba la impresión de que las autoridades hallaban resueltas a imaginar un plan para reparar la pureza del trabajo también la enseñanza.
A principios de 1528, Ecolampadio contrajo matrimonio con Wibrandis Rosenblatt, la viuda de Ludwig Keller.
Ecolampadio no fue un gran teólogo como Lutero, Zuinglio o Juan Calvino, aunque sí fue un líder religioso confiable. Se volvió asistente de Ulrico Zuinglio, también tras más de un año de rica predicación también cuatro disputas públicas en que el veredicto popular se volvió a favor. Murió el 24 de noviembre de 1531 en Basilea.
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Evangelio
Juan 9:1-41
“Al pasar Jesús vio a un hombre ciego de nacimiento. Y le preguntaron sus discípulos, diciendo: ‘Rabí, ¿quién pecó, este o sus padres, para que haya nacido ciego?’ Respondió Jesús: ‘No es que pecó este, ni sus padres, sino para que las obras de Dios se manifiesten en él.
Me es necesario hacer las obras del que me envió,
mientras dura el día;
la noche viene, cuando nadie puede trabajar.
Mientras estoy en el mundo,
luz soy del mundo.’
Dicho esto, escupió en tierra, hizo lodo con la saliva y untó con el lodo los ojos del ciego, y le dijo: ‘Ve a lavarte en el estanque de Siloé (que significa «Enviado»). Entonces fue, se lavó y regresó viendo.Por eso, los vecinos y los que antes lo habían visto que era ciego, decían: ‘¿No es este el que se sentaba y mendigaba?’ Unos decían: «Él es». Otros: «A él se parece». Él decía: «Yo soy». Entonces le preguntaron: ‘¿Cómo te fueron abiertos los ojos?’ Respondió él y dijo: ‘Aquel hombre que se llama Jesús hizo lodo, me untó los ojos y me dijo: "Ve al Siloé y lávate". Fui, pues, me lavé y recibí la vista.’ Entonces le dijeron: ‘¿Dónde está él?’ Él dijo: ‘No sé’.
Llevaron ante los fariseos al que había sido ciego. Y era sábado cuando Jesús había hecho el lodo y le había abierto los ojos. Volvieron, pues, a preguntarle también los fariseos cómo había recibido la vista. Él les dijo: ‘Me puso lodo sobre los ojos, me lavé y veo’. Entonces algunos de los fariseos decían: ‘Ese hombre no procede de Dios, porque no guarda el sábado’. Otros decían: ‘¿Cómo puede un hombre pecador hacer estas señales?’ Y había división entre ellos. Entonces le preguntaron otra vez al ciego: ‘¿Qué dices tú del que te abrió los ojos?’ Él contestó: ‘Que es profeta’.
Pero los judíos no creyeron que él había sido ciego y que había recibido la vista, hasta que llamaron a los padres del que había recibido la vista, y les preguntaron, diciendo: ‘¿Es este vuestro hijo, el que vosotros decís que nació ciego? ¿Cómo, pues, ve ahora?’ Sus padres respondieron y les dijeron: ‘Sabemos que este es nuestro hijo y que nació ciego; pero cómo ve ahora, no lo sabemos, o quién le haya abierto los ojos, nosotros tampoco lo sabemos; edad tiene, pregúntenle a él; él hablará por sí mismo’. Esto dijeron sus padres porque tenían miedo de los judíos, por cuanto los judíos ya habían acordado que si alguno confesaba que Jesús era el Mesías, fuera expulsado de la sinagoga. Por eso dijeron sus padres: "Edad tiene, pregúntenle a él".
Llamaron nuevamente al hombre que había sido ciego, y le dijeron: ‘¡Da gloria a Dios! Nosotros sabemos que ese hombre es pecador’. Entonces él respondió y dijo: ‘Si es pecador, no lo sé; una cosa sé, que habiendo yo sido ciego, ahora veo’. Le volvieron a decir: ‘¿Qué te hizo? ¿Cómo te abrió los ojos?’ Él les respondió: ‘Ya se los he dicho y no han escuchado, ¿por qué lo quieren oír otra vez? ¿Quieren también ustedes hacerse sus discípulos?’ Entonces lo insultaron, y dijeron: ‘Tú eres su discípulo, pero nosotros, discípulos de Moisés somos. Nosotros sabemos que Dios ha hablado a Moisés, pero respecto a ese, no sabemos de dónde ha salido’. Respondió el hombre y les dijo: ‘Pues esto es lo maravilloso, que ustedes no sepan de dónde ha salido, y a mí me abrió los ojos. Y sabemos que Dios no oye a los pecadores; pero si alguno es temeroso de Dios y hace su voluntad, a ese oye. Nunca se ha oído decir que alguien abriera los ojos a uno que nació ciego. Si este no viniera de Dios, nada podría hacer’. Respondieron y le dijeron: ‘Tú naciste del todo en pecado, ¿y nos enseñas a nosotros?’ Y lo expulsaron.
Oyó Jesús que lo habían expulsado y, hallándolo, le dijo: ‘¿Crees tú en el Hijo de Dios?’ Respondió él y dijo: ‘¿Quién es, Señor, para que crea en él?’ Le dijo Jesús: ‘Pues lo has visto; el que habla contigo, ese es’. Y él dijo: ‘Creo, Señor’ y lo adoró.
Dijo Jesús:
‘Para juicio he venido yo a este mundo,
para que los que no ven, vean,
y los que ven, sean cegados.’
Entonces algunos de los fariseos que estaban con él, al oír esto, le dijeron: ‘¿Acaso también nosotros somos ciegos?’ Jesús les respondió:
‘Si fueran ciegos
no tendrían pecado,
pero ahora, porque dicen: "Vemos",
sus pecados permanecen’.” Amén.
Los textos bíblicos nos dicen cosas, pero sólo si reflexionamos sobre lo que oímos podremos escuchar los verdaderos latidos de Dios: momento de reflexión:
Muchas veces pienso en la capacidad humana de complicar las cosas. Este relato bíblico es un claro ejemplo. Jesús sana al ciego, un milagro simple, si se quiere, y que podría significar una alegría incluso para aquellas personas que apenas lo conocían.
Pero a partir de la sanación del ciego se arma un lío semejante con la gente del templo, con los padres que hasta casi lo niegan, la desconfianza de si al final era o no ciego de nacimiento… en fin, todo un ir y venir de dimes y diretes que terminan condenando a Jesús por sanar al ciego un sábado, el día de descanso, en vez de alegrarse de que el ciego ve.
Y es que nos cuesta alegrarnos con la alegría ajena, ése es el gran problema. Pero también nos cuesta asumir que algo que nosotros podríamos haber hecho, lo hizo otro, y decir “¡Mirá qué bueno! ¿cómo no se me ocurrió?”, y asumir que vivimos para nosotros mismos y pocas veces pensamos en los demás.
La realidad es que los seres humanos somos complicados y nos gusta complicar las cosas, aunque al mismo tiempo nos quejamos de la burocracia, de los trámites engorrosos y demás, siendo que hasta en las cosas más simples, ponemos nuestra cuota para dificultarlo casi todo.
Lo vemos en las relaciones humanas en general, en la familia, en el trabajo, en todos los espacios tenemos que tener nuestros cuidados y recaudos porque están los que siembran cizaña, los que se ofenden, los que sacan provecho… y así somos.
Lo importante es lograr con todo eso, vivir una vida en Cristo, mirar con misericordia a las personas y tratar de mejorarnos nosotros cada día, para lograr simplificar un poco a este mundo loco.
Tal vez con todo el lío que armaron alrededor del milagro de la vista al ciego, este hombre, en algún momento se habrá dicho “¿por qué no me quedé ciego pidiendo limosna en la puerta? Digo, ahora es como si hubiera hecho algo terrible, y en realidad nada este hombre bueno me permitió ver, lo que siempre había deseado”. Pero todo pasa, y seguramente el ciego pudo vivir en paz como cualquier otra persona… pero con la fe en Cristo, que es lo más importante. Amén.
Querido Jesús, ayúdame a alegrarme con las alegrías ajenas, a no buscarle la quinta pata al gato, y a no complicar mi vida y la de los demás innecesariamente, te lo pido en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
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