Salmo 95
“¡Vengan, aclamemos alegremente a mi Señor!
¡Cantemos con júbilo a la roca de nuestra salvación!
¡Lleguemos ante su presencia con alabanza!
¡Aclamémoslo con cánticos!,
porque mi Señor es Dios grande,
el gran Rey sobre todos los dioses.
En su mano están las profundidades de la tierra
y las alturas de los montes son suyas.
Suyo también el mar, pues él lo hizo,
y sus manos formaron la tierra seca.
Vengan, adoremos y postrémonos;
arrodillémonos delante de mi Señor, nuestro hacedor,
porque él es nuestro Dios;
nosotros, el pueblo de su prado
y ovejas de su mano.
Si oyen hoy su voz,
«No endurezcan sus corazones, como en Meriba,
como en el día de Masah en el desierto,
donde me tentaron sus padres,
me probaron y vieron mis obras.
Cuarenta años estuve disgustado con la nación,
y dije: "Es pueblo que divaga de corazón
y no han conocido mis caminos".
Por tanto, juré en mi furor
que no entrarían en mi reposo».” Amén.
Curiosidades
Andreas von Carlstadt tuvo diferencias importantes con Martín Lutero por su pensamiento radical con respecto a la Reforma Protestante ¿qué sucedió a partir de esas desaveniencias?
En septiembre Carlstadt con su familia y sus seguidores fueron expulsados del territorio del elector. En octubre de 1524 viajó a Estrasburgo, viviendo luego temporalmente en Heidelberg, Zurich, Basilea, Schweinfurt, Kitzingen y Nördlingen. Fue activo durante un tiempo considerable en Rothenburg sobre el Tauber, donde sus sermones arrastraban a la mayoría de los ciudadanos. Fue en esa época en la que estalló la Guerra del Campesinado en esa localidad. Carlstadt fue enviado como representante ante los campesinos, lo que provocó su impopularidad entre ellos. Tras la derrota de los campesinos alemanes y la captura de Rothenburg por el margrave Casimiro, Carlstadt escapó de la localidad con dificultad.
Escribió humildemente a Lutero para que le facilitara el camino de vuelta a Sajonia. Lutero se apiadó de él y Carlstadt regresó a Wittenberg tras haber renunciado en alguna medida a su doctrina sobre la Cena, pero no podía enseñar ni predicar. Vivió primero en Segrena y tras 1528 en Bergwitz, donde se tuvo que ganar la vida como campesino. Antes de acabar el año estaba sumido en la más absoluta pobreza, por lo que tuvo que trasladarse a la pequeña localidad de Kemberg y hacerse cargo de un pequeño almacén. Pronto se arrepintió de su retractación y tuvo que huir. En marzo de 1529 estaba con Melchior Hoffmann, el anabaptista, en Holsten. Siendo expulsado de allí también vagó con Hoffmann hasta Frisia oriental, donde se quedó hasta comienzos de 1530 reuniendo un gran número de adherentes. De allí se fue a Suiza, donde fue bondadosamente recibido por Zwinglio, quien le concedió una posición como predicador en Zurich. En septiembre de 1531 era predicador en Altstätten, en el valle del Rin, pero la desafortunada batalla en Cappel del 11 de octubre le obligó tras unos pocos meses a regresar a Zurich, donde vivió en estrecha amistad con los reformadores de esa ciudad.
En 1536 acabó su última tarea, cuando el gobierno de Basilea le envió con Grynæus a Estrasburgo para negociar con los teólogos de esa ciudad una reconciliación con los de Wittenberg sobre la cuestión de la Cena. Mostró un espíritu conciliador que no recibió aprobación de los teólogos suizos. Murió en Basilea el 24 de diciembre de 1541.
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Evangelio
Desde el interior de las Escrituras se oyen latidos de vida, ¿qué significan esos sonidos? Escuchemos atentamente el texto bíblico de hoy:
Juan 4:4-42
“Y le era necesario pasar por Samaria.
Fue, pues, a una ciudad de Samaria llamada Sicar, junto a la heredad que Jacob dio a su hijo José. Y estaba allí el pozo de Jacob. Entonces Jesús, cansado del viaje, se sentó junto al pozo. Era como la hora sexta. Llegó una mujer de Samaria a sacar agua; y Jesús le dijo: ‘Dame de beber’.
Pues sus discípulos habían ido a la ciudad a comprar alimentos. La mujer samaritana le dijo: ‘¿Cómo tú, siendo judío, me pides a mí de beber, que soy mujer samaritana? (porque judíos y samaritanos no se tratan entre sí.) Respondió Jesús y le dijo:
‘Si conocieras el don de Dios,
y quién es el que te dice:
"Dame de beber",
tú le pedirías,
y él te daría agua viva.’
La mujer le dijo: ‘Señor, no tienes con qué sacarla, y el pozo es hondo. ¿De dónde, pues, tienes el agua viva? ¿Acaso eres tú mayor que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, del cual bebieron él, sus hijos y sus ganados? Jesús le contestó:
Cualquiera que beba de esta agua
volverá a tener sed;
pero el que beba del agua que yo le daré
no tendrá sed jamás,
sino que el agua que yo le daré
será en él una fuente
de agua que salte para vida eterna.’
La mujer le dijo: ‘Señor, dame esa agua, para que no tenga yo sed ni venga aquí a sacarla.’ Jesús le dijo: ‘Ve, llama a tu marido, y ven acá.’ Respondió la mujer y dijo: ‘No tengo marido.’ Jesús le dijo: ‘Bien has dicho: "No tengo marido", porque cinco maridos has tenido y el que ahora tienes no es tu marido. Esto has dicho con verdad.’ Le dijo la mujer: ‘Señor, me parece que tú eres profeta. Nuestros padres adoraron en este monte, pero ustedes dicen que en Jerusalén es el lugar donde se debe adorar.’ Jesús le dijo:
‘Mujer, créeme que la hora
viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén
adorarán al Padre.
Ustedes adoran lo que no saben; nosotros adoramos lo que sabemos, porque la salvación viene de los judíos. Pero la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad,
porque también el Padre tales adoradores
busca que lo adoren.
Dios es Espíritu,
y los que lo adoran,
en espíritu y en verdad es necesario que lo adoren.’
Le dijo la mujer: ‘Sé que ha de venir el Mesías, llamado el Cristo; cuando él venga nos declarará todas las cosas.’ Jesús le dijo: ‘Yo soy, el que habla contigo.’En esto llegaron sus discípulos y se asombraron de que hablara con una mujer; sin embargo, ninguno dijo: «¿Qué preguntas?» o «¿Qué hablas con ella?» Entonces la mujer dejó su cántaro, fue a la ciudad y dijo a los hombres: ‘Vengan, vean a un hombre que me ha dicho todo cuanto he hecho. ¿No será este el Cristo?’ Entonces salieron de la ciudad y vinieron a él.
Entre tanto, los discípulos le rogaban, diciendo: ‘Rabí, come.’ Él les dijo: ‘Yo tengo una comida que comer, que ustedes no saben.’ Entonces los discípulos se decían entre sí: ‘¿Le habrá traído alguien de comer?’ Jesús les dijo:
‘Mi comida
es que haga la voluntad del que me envió
y que acabe su obra.
¿No dicen ustedes:
"Aún faltan cuatro meses para que llegue la siega"?
Yo les digo:
‘Alcen sus ojos y miren los campos,
porque ya están blancos para la siega.
Y el que siega recibe salario
y recoge fruto para vida eterna,
para que el que siembra se goce juntamente con el que siega.
En esto es verdadero el dicho:
"Uno es el que siembra y otro es el que siega".
Yo los he enviado a segar
lo que ustedes no labraron;
otros labraron
y ustedes han entrado en sus labores.’
Muchos de los samaritanos de aquella ciudad creyeron en él por la palabra de la mujer, que daba testimonio diciendo: «Me dijo todo lo que he hecho». Entonces vinieron los samaritanos a él y le rogaron que se quedara con ellos, y se quedó allí dos días. Muchos más creyeron por la palabra de él, y decían a la mujer: ‘Ya no creemos solamente por lo que has dicho, pues nosotros mismos hemos oído y sabemos que verdaderamente este es el Salvador del mundo, el Cristo.” Amén.Los textos bíblicos nos dicen cosas, pero sólo si reflexionamos sobre lo que oímos podremos escuchar los verdaderos latidos de Dios: momento de reflexión:
¿De qué tenés sed?
Cuando miro la sociedad en la que vivimos, el mundo que hemos construido, tengo sed de muchas cosas…
Pero ninguna de ellas se puede comprar, justamente porque en el consumismo en el que vivimos los deseos y las “sedes” son interminables.
Tengo sed de tiempos sin celular… el watsap nos ha enloquecido… si bien es muy útil y nos acerca…
Tengo sed de espacios al aire libre con el único sonido de la naturaleza, sin ningún tipo de música.
Tengo sed de fiestas sin alcohol, que nos hace parecer tan divertidos, que hasta nos lo creemos.
Tengo sed de niños deseando algún juguete porque realmente le gusta, y no pidiendo y pidiendo insaciablemente.
Tengo sed de una sociedad humanizada, que vea en los demás, personas como vos o como yo, independientemente del color de la piel o el credo.
Y si tengo sed, seguramente, igual que la mujer samaritana del pozo, en algún momento me será saciada, si lo busco, si lucho por ello, si me comprometo a cambiar, al menos un poco este mundo, que tanto lo necesita. Amén.
Querido Jesús, siempre me sorprendés, cada vez que leo este relato y te imagino charlando con la mujer del pozo me siento identificada, siento que podría haber sido yo o cualquier otra mujer. Mujeres sedientas con ganas de cambiar las cosas, comprendiendo y aceptando tus palabras, pero desafiándote también. Hoy necesito que sacies mi sed de un mundo más humanizado, que me ayudes a ser un factor de cambio, una herramienta tuya trabajando. Te lo pido en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
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