Cada
latido de nuestro corazón marca el ritmo de una poesía hecha por Dios,
escuchemos con el alma las poesías presentes en las Escrituras:
Salmo 33
““¡Griten de
júbilo, justos, por mi Señor!,
de los
rectos es propia la alabanza;
den
gracias a mi Señor con cítara,
salmodien
para él al arpa de diez cuerdas;
cántenle
un cantar nuevo,
toquen
la mejor música en la aclamación!
Pues recta
es la palabra de mi Señor,
toda
su obra fundada en la verdad;
él ama
la justicia y el derecho,
del
amor de mi Señor está llena la tierra.
Por la
palabra de mi Señor fueron hechos los cielos
por el
soplo de su boca toda su mesnada.
Él
recoge, como un dique, las aguas del mar,
en
depósitos pone los abismos.
¡Tema
a mi Señor la tierra entera,
ante
él también todos los que habitan el orbe!
Pues
él habló y fue así,
mandó
él y se hizo.
Mi
Señor frustra el plan de las naciones,
hace
vanos los proyectos de los pueblos;
mas el
plan de mi Señor subsiste para siempre,
los
proyectos de su corazón por todas las edades.
¡Feliz
la nación cuyo Dios es mi Señor,
el
pueblo que se escogió por heredad!
Mi
Señor mira de lo alto de los cielos,
ve a
todos los hijos de Adán;
desde
el lugar de su morada observa
a
todos los habitantes de la tierra,
él,
que forma el corazón de cada uno,
y
repara en todas sus acciones.
No
queda a salvo el rey por su gran ejército,
ni el
bravo inmune por su enorme fuerza.
Vana
cosa el caballo para la victoria,
ni con
todo su vigor puede salvar.
Los
ojos de mi Señor están sobre quienes le temen,
sobre
los que esperan en su amor,
para
librar su alma de la muerte,
y
sostener su vida en la penuria.
Nuestra
alma en mi Señor espera,
él es
nuestro socorro y nuestro escudo;
en él
se alegra nuestro corazón,
y en
su santo nombre confiamos.
Sea tu
amor, mi Señor, sobre nosotros,
como
está en ti nuestra esperanza.” Amén.
Curiosidades
Un
día a finales del verano de 1523, una mujer joven toma con valentía en sus
manos la pluma y el papel en su estudio. Con determinación, ella escribe una
carta a la facultad de la Universidad de Ingolstadt. Su nombre es Argula von
Grumbach, de 31 años, de ascendencia noble, educado, madre de cuatro hijos. Su
acción audaz, con la que quería apoyar a un seguidor de Lutero, que se había
metido en problemas, no quedó sin consecuencias. Argula von Grumbach hace
historia como la primera mujer teólogo protestante estaba - pero ella también
estaba dispuesta a asumir grandes sacrificios por sus convicciones
Esto
nunca había sucedido antes. Con una carta, una sola mujer desafía todo el
profesorado de la universidad de Ingolstadt: Argula von Grumbach pidió que los
profesores debían entrar en un debate público con ella sobre la exégesis de la
Sagrada Escritura. Mientras frotaban los ojos ante esta audacia, la remitente
sabe exactamente lo que quiere: contribuir con argumentos teológicos para el
caso del joven seguidor de Lutero, Arsacio Seehofer, y en última instancia a la
causa de la Reforma misma. Ella con confianza termina su carta con las
palabras: "Yo no he escrito sobre chisme de mujer a usted, pero sí sobre
la palabra de Dios, como miembro de la iglesia." Ella pone una sola
condición: que la conversación se celebre en alemán, porque ella no habla
latín, el idioma oficial de la universidad en ese momento.
¿Qué
lleva exactamente a Argula von Grumbach a escribir su valiente carta, la
primera declaración pública de una mujer a favor de la Reforma? Hasta entonces,
nadie se había atrevido a pronunciarse públicamente a favor del Maestro
Seehofer, de 18 años de edad, quien promovió las ideas de la Reforma en su
universidad en Ingolstadt. Ya un año antes, los duques bávaros habían prohibido
el adoptarla nueva fe. El sólo hecho de leerlos escritos de Lutero se convirtió
en un delito. Y por lo tanto, el joven se ve obligado a abjurar públicamente y
es desterrado aun monasterio cercano.
Argula
escuchó acerca de estos acontecimientos, hace más investigaciones-y está
realmente indignada. Para ella, es obvio que los docentes han obligado a
Seehofer a abjurar bajo la amenaza de la violencia, y que no fueron capaces de
sostener su actuar de acuerdo con referencias
bíblicas. "Encuentro que en ninguna parte de la Biblia que Jesús o sus
discípulos o profetas hayan encarcelado, quemado o exiliados a alguien."
Y
Argula von Grumbach conoce la Biblia perfectamente bien. Cuando tenía diez años
de edad, ella ya era dueña de una edición alemana de la Biblia. Le fue legada
por su padre, y ella lo lee frecuentemente, sobre todo después de su muerte
prematura de su padre. Pero es Martín Lutero, de quien obtiene la justificación
para confiar en sus propias interpretaciones de la Biblia, y confiar asimismo
en ellos para sus decisiones personales y de conciencia. En sus primeros
tratados, había exigido seguir el principio de "Sola Scriptura", con
lo que la Sagrada Escritura es el único criterio en materia de fe. Además, la
propuesta de Lutero del sacerdocio de todas y todos los bautizados es para ella
un estímulo personal. Si la consagración
sacerdotal no es un requisito con el fin de interpretar el mundo a la
luz de la fe, ella, Argula von Grumbach, tiene derecho también de hacerlo.
Ella
invoca el recuerdo de Jesús y sus intensas discusiones y debates académicos con
las mujeres. Como una excelente estudios a de las palabras de la Biblia,
también conoce las imágenes femeninas de Dios, que se encuentran frecuentemente
en el Antiguo y el Nuevo Testamento. Para ella, es obvio: que tanto los hombres
y las mujeres están llamados a proclamar públicamente su fe y confesara
Jesucristo. Y así continúa, con fe firme: "Aun cuando puede ocurrir que
Lutero invalide, lo que Dios puede prohibir, no me debe molestar ya que yo no
confío en él, porque tanto yo como el intelecto de cualquiera no se apoya en
Lutero sino sólo en la verdadera roca: Cristo mismo".
Sin
embargo, la discusión con el profesorado universitario nunca sucede. Argula von
Grumbach ni siquiera se la considera digna de recibir una respuesta de la
Universidad de Ingolstadt. Pero los protestantes imprimen y distribuyen su
tratado. En sólo dos meses, se reproduce en 13 ediciones. En ese momento, solo
los escritos de Martín Lutero fueron tan ampliamente difundidos.
[Traducción: Pastor
Lisandro Orlov. Buenos Aires. Argentina. Diciembre de 2014]
Evangelio
Desde el
interior de las Escrituras se oyen latidos de vida, ¿qué significan esos
sonidos? Escuchemos atentamente el texto bíblico de hoy:
Evangelio
Juan 14:1-12
“«No se
turbe su corazón.
Creen en
Dios: crean también en mí.
En la casa
de mi Padre hay muchas mansiones;
si no, se
los habría dicho;
porque voy
a prepararles un lugar.
Y cuando haya
ido y les haya preparado un lugar,
volveré y los
tomaré conmigo,
para que
donde esté yo
estén
también ustedes.
Y adonde yo
voy saben el camino.»
Le dice Tomás: «Señor, no sabemos a dónde vas, ¿cómo podemos saber
el camino?» Le dice Jesús:
«Yo soy el
Camino, la Verdad y la Vida.
Nadie va al
Padre sino por mí.
Si me conocen
a mí, conocerán también a mi Padre;
desde ahora
lo conocen y lo han visto.»
Le dice Felipe: «Señor, muéstranos al Padre y nos basta.»
Le dice Jesús: «¿Tanto tiempo hace que estoy con ustedes y no me
conoces Felipe?
El que me
ha visto a mí, ha visto al Padre.
¿Cómo dices
tú: "Muéstranos al Padre"?
¿No crees
que yo
estoy en el Padre y el Padre está en mí?
Las
palabras que les digo, no las digo por mi cuenta;
el Padre
que permanece en mí es el que realiza las obras.
Créanme:
yo estoy en
el Padre y el Padre está en mí.
Al menos, créanlo
por las obras.
En verdad,
en verdad les digo:
el que crea
en mí,
hará él
también las obras que yo hago, y hará mayores aún,
porque yo
voy al Padre.” Amén.
Los textos bíblicos nos dicen cosas, pero sólo si
reflexionamos sobre lo que oímos podremos escuchar los verdaderos latidos de
Dios: momento de reflexión:
Así como hay muchos caminos concretos, los que
transitamos diariamente, los que vemos diariamente y los que no conocemos
(basta tomar un mapa vial y nos sorprenderemos de la red que forman), así
también son los caminos de la vida, los que tomamos por costumbre, los que
decidimos tomar, los que nos hicieron tomar y los que nunca tomaríamos.
En lo concreto hay caminos anchos y asfaltados,
hay autopistas de varios carriles y de dos vías, hay caminos vecinales, hay
caminos de montañas, serpenteados, hay calles y bocacalles (algunas de ellas,
tenebrosas), senderos y huellas… que también forman un camino…
Cualquiera de ellos los podemos comparar con los
de la vida. Muchas veces nos pasa que no sabemos cuál tomar, porque no estamos
seguros adonde nos lleva.
Hay caminos que al comenzar a transitarlos parecen
seguros, confiables, pero con el paso del tiempo no nos agrada el rumbo que van
tomando. A veces nos damos cuenta de que no llevan a ninguna parte, y no nos
queda volver de dónde venimos.
Hay caminos que desde un principio ya sabemos que
van a ser duros, difíciles, pero no lo elegimos por eso, sino hasta donde nos
lleva. Nos interesa el destino final.
Cuando pensamos una vida en la fe, no siempre es
un camino atractivo, exige disciplina y compromiso. Dos palabras poco cotizadas
en un tiempo en donde queremos ganar, queremos triunfar, pero sin esfuerzo y
sin involucrarnos.
Cuando Jesús dice “Yo soy el Camino”, por un lado nos está diciendo que lo que vamos
a encontrar al final es el lugar adonde queremos ir: la Vida, eso que tanto
ansiamos, y la Vida, es Dios, es quien nos la da, quien nos sostiene y nos
protege. Por lo que nos encontramos con un camino que nos lleva a un destino, y
eso es bueno.
Por otro lado, al decir “Yo soy el Camino”, nos invita a transitar sobre él ¿qué significa
esto?
Que Su vida es la vida que queremos vivir.
¿Y qué quiere decir esto?
Volvemos a hablar de compromiso, entrega,
objetivos, de principios. Palabras que no están muy cotizadas hoy en día.
¿Pero saben qué?
Tampoco era algo que todos querían en los tiempos
de Jesús. De hecho muchos lo dejaron conforme se daban cuenta de que no se
trataba de palabras bonitas y un buen discurso… casi parece que estuviera
hablando de política…
Jesús es un buen camino, tal vez no el más
atractivo, pero el más seguro. Y lo mejor de todo es que nos lleva a Dios, a la
Paz, a la Vida plena, al verdadero cambio. Amén.
Querido Jesús, sé que estás preparando un lugar
especial para mí, y eso me alegra, pero más me alegra que lo estás haciendo
para toda persona que cree en vos, que quiere caminar sobre tus pasos, tomarte
como Camino. Gracias, porque sé que voy a llegar al mejor destino. En el nombre
del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
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