Cada latido de nuestro corazón marca el ritmo de
una poesía hecha por Dios, escuchemos con el alma las poesías presentes en las
Escrituras:
Salmo 23
“Mi Señor es mi pastor, nada me faltará.
En lugares de delicados pastos me hará descansar;
junto a aguas de reposo me pastoreará.
Confortará mi alma.
Me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre.
En lugares de delicados pastos me hará descansar;
junto a aguas de reposo me pastoreará.
Confortará mi alma.
Me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre.
Aunque ande en valle de sombra de muerte,
no temeré mal alguno,
porque tú estarás conmigo;
tu vara y tu cayado me infundirán aliento.
no temeré mal alguno,
porque tú estarás conmigo;
tu vara y tu cayado me infundirán aliento.
Engalanas mesa delante de mí
en presencia de mis angustiadores;
unges mi cabeza con aceite;
mi copa está rebosando.
Ciertamente, el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida,
y en la casa de mi Señor moraré por largos días.” Amén.
en presencia de mis angustiadores;
unges mi cabeza con aceite;
mi copa está rebosando.
Ciertamente, el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida,
y en la casa de mi Señor moraré por largos días.” Amén.
Curiosidades
¿Qué era considerado un desierto?
La palabra hebrea más común es midbar,
palabra ya bien atestiguada en los relatos épicos en los relatos de Ugarit.
Este vocablo puede indicar pastizales de pastoreo, adecuados para apacentar
ovejas, a veces abrasados por las sequías estivales, como también zonas
desoladas formadas por rocas y arena. Lo mismo se aplica al griego erêmos en el NT, nótese que al
“desierto” de Mateo 14:15 no le falta “mucha hierba”.
El hebreo yesîmôn, traducido a veces como nombre propio “Jesimón”, se usa para desiertos
relativamente pelados en Judea. El desierto visto desde Pisga indudablemente
incluía las pedregosas tierras desérticas a ambos lados del canal del Jordán
antes de desembocar en el mar Muerto, las laderas de Pisga y su cadena que se
prolonga hacia el valle del Jordán, y tal vez los bordes del desierto de Judea del
otro lado, detrás de Jericó y al N y al S de Qumran. Además de su uso como
nombre propio para el largo valle hendido desde el mar Muerto hasta el golfo de
Ácaba, el término ‘arabâ puede
usarse como sustantivo común para estepa o monte bajo donde los animales
salvajes tienen que buscar su alimento, o para el desierto inhóspito. Las
palabras siyyâ, “tierras secas” y tohû, “páramo” se refieren también a
zonas desérticas estériles e inhabitables.
(Nuevo
Diccionario Bíblico, 1º Edición – Ediciones Certeza - pág.349-350)
Evangelio
Desde el interior de las Escrituras se oyen
latidos de vida, ¿qué significan esos sonidos? Escuchemos atentamente el texto
bíblico de hoy:
Marcos
6:30-34
“Entonces los
apóstoles se reunieron con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y lo
que habían enseñado.
Él les dijo:
—Vengan ustedes
aparte, a un lugar desierto, y descansen un poco.
(Eran muchos los
que iban y venían, de manera que ni aun tenían tiempo para comer.) Y se fueron solos
en una barca a un lugar desierto. Pero muchos los
vieron ir y lo reconocieron; entonces muchos fueron allá a pie desde las
ciudades, y llegaron antes que ellos, y se juntaron a él. Salió Jesús y vio
una gran multitud, y tuvo compasión de ellos, porque eran como ovejas que no
tenían pastor; y comenzó a enseñarles muchas cosas.” Amén.
Los textos bíblicos nos dicen cosas, pero sólo si
reflexionamos sobre lo que oímos podremos escuchar los verdaderos latidos de
Dios: momento de reflexión:
Tomarse un tiempo, un espacio, buscar un lugar en
donde poder procesar lo vivido, lo realizado… descansar…
Vivimos en una sociedad en donde vamos de una cosa
a otra como una bola. Vivimos acelerados, corriendo, dejando que los demás nos
impongan nuestras prioridades. Todo es ya, para ayer, no hay tiempo, no tenemos
tiempo, no tengo tiempo.
Un reflejo claro es cuando estamos en un
embotellamiento o el semáforo demora en cambiar el color… ¡ya empiezan los
bocinazos!... ¡como si eso ayudara!
No tenemos tiempo para que nuestro hijo, nuestra
hija, nos cuente lo que le pasó en la escuela o nuestros padres, sus
preocupaciones o las anécdotas pasadas…
Así como al mirar la tele todo el tiempo hacemos
zapping, de la misma forma vivimos la vida. Parecemos un flipper, esas máquinas
tan populares en los ’80, en donde la bola revotaba y revotaba hasta caer en un
agujero o escapar para abajo.
No hay tiempo… ¡no puedo darme el lujo de
descansar, de tomarme un día, o una tarde!... y cuando el cuerpo estalla en un
ACV, un patatú u otro límite drástico, nos lamentamos, pensamos lo que
tendríamos que haber hecho.
Trabajo siempre sobra, problemas siempre hay,
personas que nos exigen o esperan algo de nosotros nunca faltan… somos nosotros
los que tenemos que poner el límite, sos vos, soy yo… así como Jesús y sus
discípulos buscaban un lugar tranquilo mientras que la gente los acosaba, los buscaba,
porque no podían esperar ni un minuto.
Está en vos, está en mí, está en tomar conciencia
de que no somos máquinas, y hasta las máquinas necesitan un descanso, un
mantenimiento. Amén.
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