Cada latido de nuestro corazón marca el ritmo de
una poesía hecha por Dios, escuchemos con el alma las poesías presentes en las
Escrituras:
Salmo 145
“Te
exaltaré, mi Dios, mi Rey,
y bendeciré tu nombre eternamente y para siempre.
Cada día te bendeciré
y alabaré tu nombre eternamente y para siempre.
Grande es mi Señor y digno de suprema alabanza;
su grandeza es insondable.
y bendeciré tu nombre eternamente y para siempre.
Cada día te bendeciré
y alabaré tu nombre eternamente y para siempre.
Grande es mi Señor y digno de suprema alabanza;
su grandeza es insondable.
Generación
a generación celebrará tus obras
y anunciará tus poderosos hechos.
En la hermosura de la gloria de tu magnificencia
y en tus hechos maravillosos meditaré.
Del poder de tus hechos estupendos hablarán los hombres,
y yo publicaré tu grandeza.
Proclamarán la memoria de tu inmensa bondad,
y cantarán tu justicia.
y anunciará tus poderosos hechos.
En la hermosura de la gloria de tu magnificencia
y en tus hechos maravillosos meditaré.
Del poder de tus hechos estupendos hablarán los hombres,
y yo publicaré tu grandeza.
Proclamarán la memoria de tu inmensa bondad,
y cantarán tu justicia.
Clemente y
misericordioso es mi Señor,
lento para la ira y grande en misericordia.
Bueno es mi Señor para con todos,
y sus misericordias sobre todas sus obras.
lento para la ira y grande en misericordia.
Bueno es mi Señor para con todos,
y sus misericordias sobre todas sus obras.
¡Te alaben,
mi Señor, todas tus obras,
y tus santos te bendigan!
La gloria de tu reino digan
y hablen de tu poder,
para hacer saber sus poderosos hechos a los hijos de los hombres
y la gloria de la magnificencia de su reino.
Tu reino es reino de todos los siglos
y tu señorío por todas las generaciones.
y tus santos te bendigan!
La gloria de tu reino digan
y hablen de tu poder,
para hacer saber sus poderosos hechos a los hijos de los hombres
y la gloria de la magnificencia de su reino.
Tu reino es reino de todos los siglos
y tu señorío por todas las generaciones.
Sostiene mi
Señor a todos los que caen
y levanta a todos los oprimidos.
Los ojos de todos esperan en ti
y tú les das su comida a su tiempo.
Abres tu mano
y colmas de bendición a todo ser viviente.
Justo es mi Señor en todos sus caminos
y misericordioso en todas sus obras.
Cercano está mi Señor a todos los que lo invocan,
a todos los que lo invocan de veras.
Cumplirá el deseo de los que lo temen;
oirá asimismo el clamor de ellos y los salvará.
Mi Señor guarda a todos los que lo aman,
pero destruirá a todos los impíos.
y levanta a todos los oprimidos.
Los ojos de todos esperan en ti
y tú les das su comida a su tiempo.
Abres tu mano
y colmas de bendición a todo ser viviente.
Justo es mi Señor en todos sus caminos
y misericordioso en todas sus obras.
Cercano está mi Señor a todos los que lo invocan,
a todos los que lo invocan de veras.
Cumplirá el deseo de los que lo temen;
oirá asimismo el clamor de ellos y los salvará.
Mi Señor guarda a todos los que lo aman,
pero destruirá a todos los impíos.
La alabanza
de mi Señor proclamará mi boca.
¡Todos bendigan su santo nombre
eternamente y para siempre!” Amén.
¡Todos bendigan su santo nombre
eternamente y para siempre!” Amén.
Curiosidades
¿Qué significa la palabra “gozo” en las Escrituras?
Los términos bíblicos son: el hebreo simba,
el verbo sameah, que aluden también a
la expresión externa, y menos frecuentemente gil; el griego jara, y agalliasis,
que significa gozo intenso.
Tanto en el AT como en el NT el gozo es la marca constante tanto del
cristiano, individualmente, como de la iglesia en su forma corporativa. Es una
cualidad y no simplemente una emoción, basada en Dios mismo, y desde luego
derivada de él, que caracteriza la vida del cristiano en la tierra, a la vez
que anticipa escatológicamente el gozo de estar con Cristo para siempre en el
reino de los cielos.
En e AT se relaciona el gozo con toda la vida nacional y religiosa de
Israel, y se expresa particularmente mediante el entusiasmo bullanguero y
tumultuoso en los festivales, sacrificios, y coronaciones. El gozo espontáneo
es un rasgo predominante del salterio, en el que caracteriza tanto la adoración
comunal como personal. Isaías no concibe el gozo en función de lo ritual
simplemente, sino lo asocia con la plenitud de la salvación de Dios, y por lo
tanto, con la anticipación de un estado futuro. En el judaísmo posterior, como
resultado, el gozo es un rasgo característico de los últimos días.
Los evangelios sinópticos registran la nota de gozo en relación con la
proclamación, en sus diferentes formas, de las buenas nuevas del reino: por
ejemplo, en el nacimiento del Salvador, en la entrada triunfal, y después de la
resurrección. En el cuarto evangelio es Jesús mismo el que comunica este gozo,
que luego se manifiesta como el resultado de un profundo compañerismo entre él
y la iglesia.
En Hechos el gozo caracteriza la vida de la iglesia primitiva. Acompaña
al don del Espíritu Santo que reciben los discípulos, se hace presente en los
milagros realizados en el nombre de Cristo, y viene como resultado del hecho y
el informe de la conversión de los gentiles; también caracteriza la comida
eucarística.
Pablo utiliza el término jara
de tres maneras diferentes. Primero, es motivo de gozo el progreso de los
miembros del cuerpo de Cristo en el camino de la fe, y particularmente de los
que él ha llevado a Cristo; más aún, los describe como he jara hemon, “nuestro gozo”. En segundo lugar, el gozo cristiano,
paradójicamente, puede ser resultado del sufrimiento, y hasta de dolor por la
causa de Cristo, ya que es producido por el Señor y no por nosotros mismos.
Finalmente, el gozo es en realidad un don del Espíritu Santo, y en consecuencia
es dinámico y no estático. Además, nace del amor – el amor de Dios y el nuestro
–, y por consiguiente está estrechamente relacionado con el amor en la lista
paulina de elementos que constituyen el fruto del Espíritu. Pero como es un don
que puede interrumpirse por el pecado, se requiere que cada creyente comparta
el gozo de Cristo por medio de un andar diario con él, y de una práctica diaria
de regocijo en el conocimiento de él y de su salvación.
(Nuevo
Diccionario Bíblico, 1º Edición – Ediciones Certeza - pág. 562)
Evangelio
Desde el interior de las Escrituras se oyen
latidos de vida, ¿qué significan esos sonidos? Escuchemos atentamente el texto
bíblico de hoy:
Filipenses
1:18-27
“¿Qué, pues? Que no
obstante, de todas maneras, o por pretexto o por verdad, Cristo es anunciado; y
en esto me gozo y me gozaré siempre, porque sé que por su
oración y la suministración del Espíritu de Jesucristo, esto resultará en mi
liberación, conforme a mi anhelo y esperanza de que en nada seré avergonzado;
antes bien con toda confianza, como siempre, ahora también será magnificado
Cristo en mi cuerpo, tanto si vivo como si muero, porque para mí el
vivir es Cristo y el morir, ganancia.
Pero si el vivir en
la carne resulta para mí en beneficio de la obra, no sé entonces qué escoger: De ambas cosas
estoy puesto en estrecho, teniendo deseo de partir y estar con Cristo, lo cual
es muchísimo mejor; pero quedar en la carne es más necesario por causa de ustedes. Y confiado en esto,
sé que quedaré, que aún permaneceré con todos ustedes, para su provecho y gozo
de la fe, para que abunde su gloria de mí en Cristo Jesús por mi presencia
otra vez entre ustedes.
Solamente les ruego
que se comporten como es digno del evangelio de Cristo, para que, sea que vaya
a verles o que esté ausente, oiga de ustedes que están firmes en un mismo
espíritu, combatiendo unánimes por la fe del evangelio.” Amén.
Los textos bíblicos nos dicen cosas, pero sólo si
reflexionamos sobre lo que oímos podremos escuchar los verdaderos latidos de
Dios: momento de reflexión:
Dentro de la teología hay algo que llamamos la
paradoja de la fe en Cristo.
Tiene que ver con los valores contrarios a la
lógica humana y que son preceptos muy importantes de nuestra fe. Una de ella es
el anhelo de morir para vivir en la perfección y la gloria de Dios. Por eso es
que Pablo dice: “morir es ganancia”.
Esto está directamente relacionado con nuestra fe
en la resurrección de los muertos, que culto tras culto recitamos en las
palabras del Credo.
Pero a la vez, ese anhelo de morir para vivir en
la vida eterna, no implica un desprecio a la vida humana, la vida en la tierra,
todo lo contrario.
La vida es valiosa siempre, y por eso nuestra vida
en la tierra es la que nos permite seguir los pasos de Jesús, aceptar su
propuesta de vida en el amor y la entrega por el otro.
Por eso es que Pablo dice “vivir en la carne
resulta para mí en beneficio de la obra”, porque mientras sigue en la tierra,
puede continuar con la proclamación del evangelio, puede transmitir lo que ha
recibido de Cristo mismo.
Todo esto no tiene cabida dentro de la lógica
humana, porque naturalmente las personas, al igual que los demás seres vivos,
buscamos nuestra propia supervivencia. Pero por nuestra fe somos llamados a
llevar una vida diferente, una vida no sólo para nosotros mismos, sino para los
demás seres, y esto está relacionado con el mandato de Dios de ser
administradores, mayordomos de su creación.
Somos llamados a remar contra la corriente, y en
mundo competitivo y violento, llevar un mensaje de amor, paz e inclusión en
donde toda persona vale aunque no produzca para el sistema. A ver si nos
animamos. Amén.
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