Cada latido de nuestro corazón marca el ritmo de una poesía hecha por Dios, escuchemos con el alma las poesías presentes en las Escrituras:
Salmo 122
“¡Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la Casa del Señor»!
Nuestros pies ya están pisando
tus umbrales, Jerusalén.
Jerusalén, que fuiste construida
como ciudad bien compacta y armoniosa.
Allí suben las tribus, las tribus del Señor
–según es norma en Israel–
para celebrar el nombre del Señor.
Porque allí está el trono de la justicia,
el trono de la casa de David.
Auguren la paz a Jerusalén:
«¡Vivan seguros los que te aman!
¡Haya paz en tus muros
y seguridad en tus palacios!».
Por amor a mis hermanos y amigos,
diré: «La paz esté contigo».
Por amor a la Casa del Señor, nuestro Dios,
buscaré tu felicidad.” Amén.
Curiosidades
¿Quién era Noé?
Noé era el último de los diez patriarcas antediluvianos y héroe del diluvio. Era hijo de Lamec, quien tenía 182 años de edad cuando nació Noé.
Noé fue un hombre justo, cuya justicia fue producto de su fe y disfrutó de íntima comunión con Dios, como lo indica la expresión “caminó con Dios”. También se lo describe como sin falta entre los contemporáneos, los que habían descendido a un nivel moral muy bajo, y a ellos les pregonó justicia, aunque sin éxito, como lo demostraron los acontecimientos subsiguientes.
El pacto que se menciona en el Génesis (6:18) podría interpretarse como salvación para Noé a condición de que construyese el arca y posteriormente la ocupase, condiciones que fueron cumplidas por él. Por otra parte, podría ser que este pasaje se refiera simplemente al pacto que Dios estableció con Noé después del diluvio, y que selló confiriendo un nuevo significado al arco iris. Los aspectos principales de este pacto son que fue instituido enteramente por Dios, que tenía alcance universal, pues era aplicable no sólo a Noé y su simiente después de él, sino a todo ser viviente, que era incondicional, y que era para siempre. En este pacto Dios dispuso, por su propia y libre benevolencia, nunca más destruir toda carne por medio de un diluvio.
En los relatos del diluvio que han sido conservados en acádico el nombre del héroe es Utanapistim, que corresponde al nombre de Ziusuddu en un relato sumerio de comienzos del 2º milenio a.C., probablemente haya servido de base para las versiones acádicas. Aunque en la versión principal de la lista de reyes sumerios solamente se nombraran ocho gobernantes antes del diluvio, a los cuales no pertenece Ziusuddu, otros textos mencionan diez gobernantes, de los cuales el décimo es Ziusuddu, a quien se le atribuye un reinado de 36.000 años. Lo mismo se encuentra en un relato más reciente en griego escrito por el sacerdote bab Beroso, cuyo héroe diluviano, Jisutros, es el décimo de sus gobernantes prediluvianos.
Desde el interior de las Escrituras se oyen latidos de vida, ¿qué significan esos sonidos? Escuchemos atentamente el texto bíblico de hoy:
Mateo 24:37-44
“Cuando venga el Hijo del hombre, sucederá como en tiempos de Noé. En los días que precedieron al diluvio, la gente comía, bebía y se casaba, hasta que Noé entró en el arca; y no sospechaban nada, hasta que llegó el diluvio y los arrastró a todos. Lo mismo sucederá cuando venga el Hijo del hombre. De dos hombres que estén en el campo, uno será llevado y el otro dejado. De dos mujeres que estén moliendo, una será llevada y la otra dejada.
Estén prevenidos, porque ustedes no saben qué día vendrá su Señor. Entiéndanlo bien: si el dueño de casa supiera a qué hora de la noche va a llegar el ladrón, velaría y no dejaría perforar las paredes de su casa. Ustedes también estén preparados, porque el Hijo del hombre vendrá a la hora menos pensada.” Amén.
Los textos bíblicos nos dicen cosas, pero sólo si reflexionamos sobre lo que oímos podremos escuchar los verdaderos latidos de Dios: momento de reflexión:
¡Qué fácil sería si tuviéramos la bola de cristal! ¡Qué fácil sería si pudiéramos prever todo por adelantado! Sería tan fácil…
Pero las cosas no son así, nuestra vida no es así, ni la tuya ni la mía. A pesar de todo nuestro esfuerzo no hay manera de saber todo, de organizar todo.
Vivimos con agendas que a veces programamos con dos o más años de anticipación, pero al mismo tiempo, en nuestra vida cotidiana nos asaltan los problemas, los acontecimientos, las sorpresas. En realidad, a pesar de todo nuestro esfuerzo y planificación no nos queda más remedio que aceptar que dependemos de la voluntad de Dios: porque nos enfermamos y no podemos ir a la fiesta que tanto deseábamos, porque el día de campo que habíamos esperado tanto se aguó por la lluvia, porque no podemos estar en varios lugares a la vez…
Sí, vivimos en la incertidumbre porque a pesar de que hacemos nuestros aportes jubilatorios durante toda nuestra vida tal vez no vivamos para jubilarnos, porque en un instante se pueden borrar todos nuestros sueños o hacerse realidad.
Siempre está el factor sorpresa, lo inesperado, a pesar de todas nuestras previsiones. Y eso es bueno, ¿sabés por qué?
Porque si dependiera de nosotros el momento justo para que los cosas pasaran no ocurrirían tan perfectas como cuando Dios es el que dirige los hilos. El no saber del todo cómo va a ser nuestra vida, de siempre tener una parte de incertidumbre es bueno, y digo una parte, claro, no se trata tampoco de vivir irresponsablemente, es bueno.
Pero al mismo tiempo nos exige estar siempre listos, siempre atentos. Porque una de las cosas que tampoco sabemos es la hora de nuestra muerte, y ahí está lo más importante. Estar siempre preparados, estar en paz con las demás personas, no dejar cosas pendientes es muy importante.
La muerte nos va a sorprender un día, no sabemos cuándo, y lo que no dejamos en condiciones va a ser nuestra carga. Es bueno no dejar nada para más adelante, es mejor decirse las cosas más de una vez que dejarlas guardadas en el corazón.
Es un ejercicio diario, algo para practicar cada día: estar al día, estar listo. Vos lo podés hacer y podés comenzar hoy mismo. Amén.
Querido Jesús, ¡cuántas cosas dejo para otro día! A veces por comodidad, a veces porque me cuesta enfrentar las cosas, a veces porque lo que necesito resolver es muy doloroso para mí. Vivo como si me sobrara el tiempo, pero juego con algo que no sé cuánto es, es como gastar y gastar el dinero sin contar primero hasta dónde me alcanza. Te pido que me ayudes a enfrentar todo lo que me toca y buscar en ese enfrentamiento quedar con paz en el corazón. Te lo pido en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
No hay comentarios:
Publicar un comentario