Salmo 80
“Pastor de Israel, escucha,
tú que guías a José como un rebaño;
tú que estás sentado entre querubines, resplandece
ante Efraín, Benjamín y Manasés;
¡despierta tu poderío,
y ven en nuestro auxilio!
¡Oh Dios, haznos volver,
y que brille tu rostro, para que seamos salvos!
¿Hasta cuándo, oh mi Señor Dios Sebaot,
estarás airado contra la plegaria de tu pueblo?
Les das a comer un pan de llanto
les haces beber lágrimas al triple;
habladuría nos haces de nuestros convecinos,
y nuestros enemigos se burlan de nosotros.
¡Oh Dios Sebaot, haznos volver,
y brille tu rostro, para que seamos salvos!
Una viña de Egipto arrancaste,
expulsaste naciones para plantarla a ella,
le preparaste el suelo,
y echó raíces y llenó la tierra.
Su sombra cubría las montañas,
sus pámpanos los cedros de Dios;
extendía sus sarmientos hasta el mar,
hasta el Río sus renuevos.
¿Por qué has hecho brecha en sus tapias,
para que todo el que pasa por el camino la vendimie,
el jabalí salvaje la devaste,
y la pele el ganado de los campos?
¡Oh Dios Sebaot, vuelve ya,
desde los cielos mira y ve,
visita a esta viña, cuídala,
a ella la que plantó tu diestra!
¡Los que fuego le prendieron, cual basura,
a la amenaza de tu faz perezcan!
Esté tu mano sobre el hombre de tu diestra,
sobre el hijo de Adán que para ti fortaleciste.
Ya no volveremos a apartarnos de ti;
nos darás vida y tu nombre invocaremos.
¡Oh mi Señor, Dios Sebaot, haznos volver,
y que brille tu rostro, para que seamos salvos!” Amén.
¿Sabías que el cántico de María, conocido como el “Magnificat”, se inspira en el cántico de Ana?
En 1 Samuel 2:1-10 encontramos el cántico de Ana, la madre de Samuel. Entre ambos se encuentran afinidades literarias, pero además se observan dos grandes temas: 1º los pobres y humillados socorridos en detrimento de los ricos y poderosos; y 2º Israel objeto del favor de Dios desde la promesa hecha a Abraham. La diferencia entre un cántico y el otro, es que en el de María, el tono es mucho más personal.
Pero más que un análisis, te invito a escuchar el cántico de Ana, para que saques tus propias conclusiones:
“Mi corazón exulta en mi Señor, mi cuerno se levanta en Dios, mi boca se dilata contra mis enemigos, porque me he gozado en tu socorro.
No hay Santo como mi Señor, (porque nadie fuera de ti), ni roca como nuestro Dios.
No multipliquen palabras altaneras. No salga de sus bocas la arrogancia. Dios de sabiduría es mi Señor, suyo es juzgar las acciones.
El arco de los fuertes se ha quebrado, los que tambalean se ciñen con fuerza. Los hartos se contratan por pan, los hambrientos dejan su trabajo. La estéril da a luz siete veces, la de muchos hijos se marchita.
Mi Señor da muerte y vida, hace bajar al seol y retornar. Mi Señor enriquece y despoja, abate y ensalza.
Levanta del polvo el humilde, alza del muladar al indigente para hacerle sentar junto a los nobles, y darle en heredad trono de gloria, pues de mi Señor los pilares de la tierra y sobre ellos ha sentado el universo.
Guarda los pasos de sus fieles, y los malos perecen en tinieblas, (pues que no por la fuerza triunfa el hombre). Mi Señor, ¡quebrantados sus rivales! el Altísimo truena desde el cielo.
Mi Señor juzga los confines de la tierra, da pujanza a su Rey, exalta el cuerno de su Ungido.” Amén.
Evangelio
Desde el interior de las Escrituras se oyen latidos de vida, ¿qué significan esos sonidos? Escuchemos atentamente el texto bíblico de hoy:
Lucas 1:39-56
“En aquellos días, se levantó María y se fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Y sucedió que, en cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, e Isabel quedó llena de Espíritu Santo; y exclamando con gran voz, dijo: ‘Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno. ¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!’
Y dijo María: ‘Engrandece mi alma al Señor y mi espíritu se alegra en Dios mi salvador porque ha puesto los ojos en la humildad de su esclava, por eso desde ahora todas las generaciones me llamarán bienaventurada, porque ha hecho en mi favor maravillas el Poderoso, Santo es su nombre y su misericordia alcanza de generación en generación a los que le temen.
Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los que son soberbios en su propio corazón.
Derribó a los potentados de sus tronos y exaltó a los humildes.
A los hambrientos colmó de bienes y despidió a los ricos sin nada.
Acogió a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia – como había anunciado a nuestros padres – a favor de Abraham y de su linaje por los siglos’.
María permaneció con ella unos tres meses, y se volvió a su casa.” Amén.
Los textos bíblicos nos dicen cosas, pero sólo si reflexionamos sobre lo que oímos podremos escuchar los verdaderos latidos de Dios: momento de reflexión:
¿Qué te provoca ver una mujer embarazada, una mujer con una vida en su vientre? Una vida que todavía permanece oculta para los demás, pero que para la madre, cada vez se hace más intensa y más activa. Una mujer embarazada nos dice a todos que existe la posibilidad de transformar el mundo, que hay esperanza, que la vida, a pesar de tantos contratiempos, es buena y vale la pena ser vivida.
Una vida formándose dentro de otra… sólo Dios puede haber imaginado algo así. Una vida que da vida a otra… ¿no es un milagro?
La relación entre la madre y la criatura que se está gestando es una relación única. El bebé se asusta, se angustia y se alegra con las sensaciones que su mamá le transmite. Son dos, pero uno depende del otro, tanto el bebé de la mamá, como la mamá del bebé.
Una vida que da vida, que gesta en su vientre un ser igual a ella, con todos los órganos y todas las partes del cuerpo humano, pero muy pequeñito… ¿no te llena de ternura pensar en esto?
Una mujer embarazada nos despierta el deseo que cuidarla, de protegerla, parece vulnerable pero sabemos que es fuerte, y quienes hemos vivido esta experiencia, a pesar de estar físicamente en pocas condiciones de defendernos, al mismo tiempo nos sentimos más fuertes y aguerridas: seríamos capaces de cualquier cosa por defender y proteger a ese pequeño ser que llevamos en nuestro vientre.
Un cuerpo con la capacidad de crear vida, ¡sólo Dios puede haber ideado algo así! Un milagro de vida del que Él mismo quiso aprovechar, cuando llegó el tiempo de Jesús. Sí, Dios mismo hecho carne, siendo gestado en el vientre de María, esa joven que aceptó ese desafío. Ese mismo desafío que toda mujer acepta cuando queda embarazada. El desafío de llevar un embarazo adelante, sabiendo que la tarea sólo empieza, porque después, con el nacimiento del bebé la vida cambia, la concepción de la vida cambia, la visión de la vida cambia.
Ser madre es un regalo de Dios, un don. Cuando dos mujeres embarazadas se encuentran hay como una complicidad, una sensación de “estamos en el mismo camino”.
Dios ha ideado una forma de perpetuar la especie humana que de alguna manera nos habla de Él mismo: ¡sólo Dios podría a través de la fragilidad y la vulnerabilidad crear vida, fuerza, valor y coraje. Una mujer embarazada… una luchadora, alguien que no se deja vencer por el cansancio, y que llena de esperanza a la humanidad y nos dice que Dios todavía cree que nuestros corazones puedan ser transformados. Amén.
Dios, mi creador, mi Padre, Madre, mi protector, ¡gracias por maravillarme cada día! ¡gracias porque me conmovés cuando descubro tu poder creador y transformador! ¡gracias porque nos has creado tan vulnerables y fuertes a la vez! Señor, Dios mío, el descubrir tu grandeza y tu confianza en cada uno de nosotros, en esta humanidad que vos has creado y de la que esperas una transformación, logra que sienta ese deseo y esas ganas de hacer de mi pequeño entorno, un mundo mejor. Vos me decís que hay esperanza, porque los niños siguen naciendo, y me llamás a comprometerme por esta razón. Ayudame a andar en el camino de vida y de esperanza, y a ser partícipe de tu creación. Te lo pido en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
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