Cada latido de nuestro corazón marca el ritmo de
una poesía hecha por Dios, escuchemos con el alma las poesías presentes en las
Escrituras:
Salmo 15
“Mi Señor, ¿quién habitará en tu Altar?,
¿quién morará en tu monte santo?
El que anda en integridad y hace justicia;
el que habla verdad en su corazón;
el que no calumnia con su lengua
ni hace mal a su prójimo
ni admite reproche alguno contra su vecino;
aquel a cuyos ojos el indigno es menospreciado,
pero honra a los que temen a mi Señor;
el que aun jurando en perjuicio propio, no por eso cambia;
quien su dinero no dio a usura
ni contra el inocente admitió soborno.
¿quién morará en tu monte santo?
El que anda en integridad y hace justicia;
el que habla verdad en su corazón;
el que no calumnia con su lengua
ni hace mal a su prójimo
ni admite reproche alguno contra su vecino;
aquel a cuyos ojos el indigno es menospreciado,
pero honra a los que temen a mi Señor;
el que aun jurando en perjuicio propio, no por eso cambia;
quien su dinero no dio a usura
ni contra el inocente admitió soborno.
El que hace estas cosas, no resbalará jamás.” Amén.
Curiosidades
¿Qué se entiende por pureza en la Biblia?
En el sentido general común al NT, y a la literatura devocional del AT,
la pureza indica un estado del corazón en el que hay una completa devoción por
Dios. Así como se dice que el agua no adulterada es pura, y que el oro sin
impurezas s oro puro, l corazón puro es el corazón no dividido, en el que no existe
conflicto de lealtades ni intereses, ni mezcla de motivos, como tampoco
hipocresía o falta de seguridad. Es una entrega completa manifestada hacia
Dios. Probablemente sea este el sentido en que lo usó el Señor en las
bienaventuranzas. La recompensa del corazón no dividido es la visión de Dios.
No puede tener visión de Dios el corazón impuro, debido a que está fura de
armonía con la naturaleza y el carácter de Dios. En otras enseñanzas de Cristo
se transfiere el estado de impureza, y en consecuencia también el de pureza,
enteramente del ser humano exterior al interior. En este sentido podemos decir
que la pureza es un estado del corazón completamente reservado a Dios, y libre
de toda distracción mundana.
(Nuevo
Diccionario Bíblico, 1º Edición – Ediciones Certeza - pág.1139)
Evangelio
Desde el interior de las Escrituras se oyen
latidos de vida, ¿qué significan esos sonidos? Escuchemos atentamente el texto
bíblico de hoy:
Marcos
7:1-23
“Se acercaron a Jesús los fariseos y algunos de los escribas, que
habían venido de Jerusalén; estos,
viendo a algunos de los discípulos de Jesús comer pan con manos impuras, esto
es, no lavadas, los condenaban, (pues los fariseos y todos los judíos, aferrándose a la tradición
de los ancianos, si no se lavan muchas veces las manos, no comen. Y cuando regresan de la plaza, si no se lavan, no comen. Y otras
muchas cosas hay que se aferran en guardar, como los lavamientos de los vasos
de beber, de los jarros, de los utensilios de metal y de las camas.) Le preguntaron, pues, los fariseos y los escribas:
—¿Por qué tus
discípulos no andan conforme a la tradición de los ancianos, sino que comen pan
con manos impuras?
Respondiendo él,
les dijo:
—¡Hipócritas! Bien
profetizó de ustedes Isaías, como está escrito:
“Este pueblo de labios me honra,
mas su corazón está lejos de mí,
pues en vano me honran,
enseñando como doctrinas, mandamientos de hombres”,
porque,
dejando el mandamiento de Dios, se aferran a la tradición de los hombres: los
lavamientos de los jarros y de los vasos de beber. Y hacen otras muchas cosas
semejantes.
Les decía también:
—Bien invalidan el
mandamiento de Dios para guardar su tradición, porque Moisés dijo: “Honra a tu padre y a tu madre” y “El que
maldiga al padre o a la madre, muera irremisiblemente”, pero ustedes dicen:
“Basta que diga un hombre al padre o a la madre: ‘Es Corbán (que quiere decir:
“Mi ofrenda a Dios”) todo aquello con que pudiera ayudarte’,” y no lo dejan hacer
más por su padre o por su madre, invalidando la
palabra de Dios con su tradición que han transmitido. Y muchas cosas hacen
semejantes a éstas.
Llamando a sí a
toda la multitud, les dijo:
—Óiganme todos y
entiendan: Nada hay fuera del hombre que entre en él, que lo pueda
contaminar; pero lo que sale de él, eso es lo que contamina al hombre. Si alguno tiene
oídos para oír, oiga.
Cuando se alejó de
la multitud y entró en casa, le preguntaron sus discípulos sobre la parábola. Él les dijo:
—¿También ustedes
están así, sin entendimiento? ¿No entienden que nada de fuera que entra en el
hombre lo puede contaminar, porque no entra en su corazón, sino en el vientre, y sale a la
letrina?
Esto decía,
declarando limpios todos los alimentos. Pero decía que lo
que sale del hombre, eso contamina al hombre, porque de dentro,
del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, los adulterios, las
fornicaciones, los homicidios, los hurtos, las
avaricias, las maldades, el engaño, la lujuria, la envidia, la calumnia, el
orgullo y la insensatez. Todas estas maldades salen de dentro y contaminan al hombre.” Amén.
Los textos bíblicos nos dicen cosas, pero sólo si
reflexionamos sobre lo que oímos podremos escuchar los verdaderos latidos de
Dios: momento de reflexión:
Es interesante observar que los cristianos y
cristianas provenimos de un líder que puso en el tapete la hipocresía de la
comunidad judía de su tiempo que se iba en detalles, en las formas, pero se
olvidaba lo profundo, lo fundamental de la fe. A casi 2000 años de esto, y aun
antes, los seguidores de ese rebelde, que se animo a denunciar la hipocresía,
hemos adoptado las mismas mañas.
En la teoría deberíamos ir contra la corriente,
pero el mundo en el que vivimos, el modelo económico por el que se rige la
política internacional proviene de los
países occidentales y cristianos ¡Que paradoja!
Vivimos en un sistema de muerte, que se alimentan
de quienes no logran estar en el sistema, como sacrificios humanos, pero somos
cristianos, anunciamos el Reino de Cristo y nos horrorizamos de las culturas
menos “civilizadas”.
Es hora que asumamos que no nos animamos a salir
de la hipocresía, que al final, todo lo que nos enseño Jesús nos resulta
difícil llevar a la práctica, porque requiere esfuerzo, compromiso y porque
corremos riesgo de vida.
Ser cristianos, ser cristianas, es algo muy serio,
porque exige que dejemos de lado los malos pensamientos, los adulterios, las
perversiones sexuales (como violaciones, abuso, y demás), los engaños, los
asesinatos, los robos (también los de guante blanco), las maldades, la lujuria,
la envidia, la calumnia, el orgullo y la insensatez… pero no es fácil, porque
muchas de estas cosas están demasiado adentro nuestro. Amén.